viernes, 18 de enero de 2019

T5. I. La invitación al Espíritu Santo


*T5. I. La invitación al Espíritu Santo*

1. La  curación  es  un pensamiento por medio del  cual  dos  mentes  perciben su unidad y se  regocijan. Su gozo exhorta  a  todos  los  miembros  de  la  Filiación  a  que  se  regocijen  junto con ellas, y permite que  Dios  acuda  a  ellas  y se  manifieste  a  través  de  ellas.  Sólo  la  mente  sana  puede  experimentar una revelación  de  efectos  duraderos  porque  la  revelación  es  una  experiencia  de  pura  dicha. Si  no eliges ser completamente  dichoso, tu  mente  no puede  tener lo  que  no elige  ser. Recuerda  que  para  el espíritu no hay diferencia  alguna  entre  tener  y ser. La  mente  superior  piensa  de  acuerdo con  las leyes  que  el  espíritu  obedece,  y, por lo tanto,  honra  únicamente  la  leyes  de  Dios. Para  el  espíritu, obtener no significa  nada  y dar lo es  todo.  Al  tenerlo todo, el  espíritu  lo conserva  dándolo, y, de  este modo,  crea  de  la  misma  manera  en que  el  Padre  creó.  Aunque  esta  manera  de  pensar no tiene  nada que  ver con la  posesión  de  bienes  materiales, aun  a  la  mente  inferior le  resulta  comprensible  en conexión con ideas. Si  compartes  una  posesión física, ciertamente  divides  su propiedad.  Mas  si compartes  una  idea, no la  debilitas.  Toda  ella  te  sigue  perteneciendo aunque  la  hayas  dado completamente. Lo  que  es  más, si  aquel  a  quien  se  la  has  dado la  acepta  como  suya,  eso la  refuerza en  tu mente, y, por lo  tanto, la  expande.  Si  puedes  aceptar el  concepto de  que  este  mundo es  un mundo  de  ideas, la  creencia  en la  falsa  conexión  que  el  ego hace  entre  dar  y perder desaparece. 

2. Demos  comienzo  a  nuestro proceso de  re-despertar  con unos  cuantos  conceptos  simples:  Los pensamientos  se  expanden cuando  se  comparten.  Cuantos  más  creen en ellos, más  poderosos  se tornan.  Todo  es  una  idea.  ¿Cómo, entonces, puede  asociarse  dar con  perder? 

3. Ésta  es  la  invitación al  Espíritu  Santo. He  dicho  ya  que  puedo ascender hasta  lo alto  y hacer  que el  Espíritu  Santo descienda  hasta  ti, mas  sólo  puedo hacer  eso a  instancia  tuya.  El  Espíritu Santo  se encuentra  en tu mente  recta, tal  como  se  encontraba  en la  mía.  La  Biblia  dice:  "Que  more  en  ti  la mente  que  estaba  en  Cristo Jesús", y lo  utiliza  como una  bendición. Se  trata  de  la  bendición  de  la mentalidad milagrosa.  Te  pide  que  pienses  tal  como  yo pensé, uniéndote  de  esta  manera  a  mí  en el modo  de  pensar de  Cristo. 

4. El  Espíritu  Santo es  la  única  parte  de  la  Santísima  Trinidad que  tiene  una  función  simbólica. Se  le ha  llamado el  Sanador, el  Consolador  y el  Guía.  Se  le  ha  descrito también  como algo "separado", aparte  del  Padre  y del  Hijo.  Yo mismo  dije:  "Si  me  voy os  enviaré  otro Consolador que  morará  con vosotros  para  siempre". Su función  simbólica  hace  que  Él  sea  difícil  de  entender, ya  que  todo simbolismo se  presta  a  diferentes  interpretaciones. Como  hombre, y también  como una  de  las creaciones  de  Dios, mi  recto  pensar, que  procedió del  Espíritu  Santo o Inspiración Universal,  me enseñó en  primer  lugar y ante  todo, que  esta  Inspiración  es  para  todos.  Yo mismo no hubiese  podido gozar de ella de no haber sabido esto. La palabra "sabido" es apropiada en este contexto porque el Espíritu Santo está tan próximo al conocimiento que lo evoca; o mejor dicho, facilita su llegada. He hablado anteriormente de la percepción elevada o "verdadera", que está tan próxima a la verdad que Dios Mismo puede salvar la diminuta brecha que hay entre ellas. El conocimiento está siempre listo para fluir a cualquier parte, pero no puede oponerse a nada. Puedes, por consiguiente, obstruirlo, pero jamás perderlo. 

5. El Espíritu Santo es la Mente de Cristo, la cual es consciente del conocimiento que yace más allá de la percepción. El Espíritu Santo comenzó a existir como medio de protección al producirse la separación, lo cual inspiró simultáneamente el principio de la Expiación. Antes de eso no había necesidad de curación, pues nadie estaba desconsolado. La Voz del Espíritu Santo es la Llamada a la Expiación, es decir, a la restitución de la integridad de la mente. Cuando la Expiación se completa y toda la Filiación sane, dejará de haber una llamada a retornar. Pero lo que Dios crea es eterno. El Espíritu Santo permanecerá con los Hijos de Dios para bendecir las creaciones de éstos y mantenerlas en la luz de la dicha. 

6. Dios honró incluso las creaciones falsas de sus Hijos porque ellos las habían hecho. Pero también bendijo a Sus Hijos con una manera de pensar que fuese capaz de elevar sus percepciones a tal altura, que casi pudieran llegar hasta Él. El Espíritu Santo es la Mente de la Expiación. Representa un estado mental lo suficientemente próximo a la Mentalidad-Uno como para que la transferencia a ella sea finalmente posible. La percepción no es conocimiento, pero puede ser transferida al conocimiento, o cruzar hasta él. Tal vez sea más útil en este caso utilizar el significado literal de la palabra "transferida", o sea "transportada", puesto que el último paso es Dios Quien lo da. 

7. El Espíritu Santo -la Inspiración que toda la Filiación comparte- induce a una clase de percepción en la que muchos elementos son como los del Reino de los Cielos: En primer lugar, su universalidad es perfectamente inequívoca, y nadie que la alcance podría pensar ni por un momento que compartirla signifique cualquier otra cosa que no sea ganar. En segundo lugar, es una percepción que es incapaz de atacar, y, por lo tanto, es verdaderamente receptiva. Esto quiere decir que si bien no engendra conocimiento, tampoco lo obstruye en modo alguno. Finalmente, señala al camino que lleva a lo que está más allá de la curación que trae consigo, y conduce a la mente más allá de su propia integración, hacia los senderos de la creación. En este punto es donde se producen suficientes cambios cuantitativos para producir un verdadero salto cualitativo. 

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