martes, 22 de octubre de 2019

Manual para el maestro 15. ¿Será cada uno de nosotros juzgado al final?


*Manual para el maestro 15. ¿Será cada uno de nosotros juzgado al final?*

1. ¡Por supuesto que  sí! Nadie  puede  escaparse  del  Juicio  Final  de  Dios. ¿Quién podría  huir para siempre  de  la  verdad?  Mas  el  Juicio Final  no tendrá  lugar  hasta  que  deje  de  asociarse  con el  temor. Algún día  cada  cual  le  dará  la  bienvenida,  y ese  mismo día  se  le  concederá.  Oirá  su inocencia proclamada  por todos  los  rincones  del  mundo, y éste  quedará  liberado  al  aceptar  el  Juicio  Final  de Dios  sobre  él. Éste  es  el  Juicio sobre  el  que  descansa  la  salvación.  Éste  es  el  Juicio  que  lo liberará. Éste  es  el  Juicio  mediante  el  cual  todas  las  cosas  serán  liberadas  junto con  él. El  tiempo se  detiene  a medida  que  la  eternidad  se  aproxima,  y el  silencio  envuelve  al  mundo  para  que  todos  puedan  oír este  juicio acerca  del  Hijo de  Dios:  Santo  eres, eterno,  libre  e  íntegro,  y te  encuentras  para  siempre en  paz  en el  Corazón de  Dios. ¿Dónde  está  el  mundo ahora?  ¿Y  dónde  el  pesar? 

2. Maestro de  Dios, ¿es  éste  el  juicio  que  tienes  acerca  de  ti  mismo?  ¿Crees  que  es  completamente cierto?  No, todavía  no, todavía  no. Mas  ése  sigue  siendo aún tu  objetivo:  la  razón por la  que  estás aquí.  Tu  función es  prepararte  para  poder llegar a  oír este  Juicio y reconocer que  es  verdad.  Basta con  que  lo creas  completamente  durante  un solo instante, para  que  vayas  más  allá  de  la  creencia  a  la Certeza.  Un instante  que  pases  fuera  del  tiempo  puede  producir  el  fin de  éste.  No juzgues, pues  sólo te  juzgas  a  ti  mismo,  y así, no haces  sino demorar el  Juicio  Final. Maestro de  Dios, ¿cuál  es  tu  juicio acerca  del  mundo?  ¿Has  aprendido ya  a  hacerte  a  un lado y a  oír  la  Voz  del  Juicio  dentro de  ti?  ¿O todavía  intentas  usurpar  Su función?  Aprende  a  aquietarte  porque  Su  Voz  se  oye  en la  quietud.  Y  Su Juicio  les  llega  a  todos  los  que  se  hacen a  un lado, y escuchando  calmadamente  lo esperan. 

3.  Tú que  a  veces  estás  triste  y a  veces  enfadado;  tú que  a  veces  sientes  que  no se  te  da  lo que  te corresponde  y que  tus  mejores  esfuerzos  se  topan con  falta  de  aprecio e  incluso desprecio, ¡abandona  esos  pensamientos  tan necios! Son demasiado  nimios  e  insignificantes  como  para  que sigan  ocupando tu santa  mente  un solo instante  más. El  Juicio  de  Dios  te  espera  para  liberarte.  ¿Qué puede  ofrecerte  el  mundo -independientemente  de  cómo juzgues  sus  regalos- que  tú prefirieses tener?  Serás  juzgado, y juzgado  con equidad y honestidad.  Dios  no conoce  el  engaño. Sus  promesas son seguras. Recuerda  sólo  eso. Sus  promesas  garantizan  Su Juicio, y sólo éste  será  aceptado al final.  Tu  función  es  hacer que  este  final  llegue  cuanto  antes.  Tu función  es  mantener Su juicio en tu corazón y ofrecérselo a  todo  el  mundo  para  así  mantenerlo a  salvo. 

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