martes, 15 de enero de 2019

T4. V. La ilusión del ego-cuerpo


*T4. V. La ilusión del ego-cuerpo* 

1.  Todas  las  cosas  obran conjuntamente  para  el  bien. En  esto  no hay excepciones, salvo  a  juicio del ego.  El  ego se  mantiene  extremadamente  alerta  con  respecto a  lo que  permite  llegar  hasta  la conciencia, y ésa  no es  la  manera  en que  una  mente  equilibrada  se  mantiene  ecuánime.  El desequilibrio  del  ego  se  acentúa  aún más  porque  mantiene  su motivación  principal  oculta  de  tu conciencia, y hace  que  el  control  predomine  sobre  la  cordura.  El  ego tiene  todas  las  razones  del mundo  para  hacer  esto, de  acuerdo con el  sistema  de  pensamiento que  le  dio  origen y al  que  sirve. Puesto que  el  sano juicio juzgaría  irrevocablemente  contra  él,  el  ego lo tiene  que  eliminar en  aras  de su propia  supervivencia. 

2. Una  de  las  causas  principales  del  estado de  desequilibrio del  ego es  su falta  de  discernimiento entre  lo que  es  el  cuerpo  y lo que  son los  Pensamientos  de  Dios. Los  Pensamientos  de  Dios  son inaceptables  para  el  ego  porque  apuntan  claramente  al  hecho  de  que  él  no existe.  El  ego, por lo tanto, los  distorsiona  o se  niega  a  aceptarlos. Pero no puede  hacer que  dejen de  existir.  El  ego, por consiguiente,  trata  de  ocultar no sólo los  impulsos  "inaceptables"  del  cuerpo,  sino también los Pensamientos  de  Dios, ya  que  ambos  suponen  una  amenaza  para  él.  Dado que  lo que  básicamente  le preocupa  es  su propia  supervivencia  ante  cualquier  amenaza, el  ego los  percibe  a  ambos  como si fueran  lo mismo.  Y  al  percibirlos  así, evita  ser aniquilado, como  de  seguro lo sería  en presencia  del conocimiento. 

3. Cualquier sistema  de  pensamiento  que  confunda  a  Dios  con el  cuerpo  no puede  por menos  que ser demente.  Sin embargo, esa  confusión  es  esencial  para  el  ego, que  juzga  únicamente  en  función de  lo que  supone  o no una  amenaza  para  él.  En cierto sentido su temor  a  Dios  es  cuando  menos lógico, puesto que  la  idea  de  Dios  hace  que  el  ego se  desvanezca.  Pero que  le  tenga  miedo  al cuerpo,  con el  que  se  identifica  tan íntimamente, no tiene  ningún  sentido. 

4. El  cuerpo es  el  hogar que  el  ego ha  elegido  para  sí. Ésta  es  la  única  identificación  con la  que  se siente  seguro, ya  que  la  vulnerabilidad del  cuerpo es  su mejor  argumento  de  que  tú  no puedes proceder de  Dios. Ésta  es  la  creencia  que  el  ego  apoya  fervientemente.  Sin embargo, odia  al  cuerpo porque  no lo considera  lo suficientemente  bueno como para  ser su hogar. En este  punto es  donde  la mente  queda  definitivamente  aturdida. Habiéndole  dicho  el  ego  que  ella  es  realmente  parte  del cuerpo  y que  el  cuerpo es  su protector, también  le  dice  que  el  cuerpo no puede  protegerla. Por consiguiente,  la  mente  inquiere:  "¿Dónde  puedo encontrar protección?", a  lo  que  el  ego responde: "En  mí". La  mente, y no sin razón,  le  recuerda  al  ego que  él  mismo ha  insistido que  con lo que  ella se  tiene  que  identificar  es  con el  cuerpo,  de  modo  que  no tiene  objeto  recurrir  a  él  para  obtener protección.  El  ego  no dispone  de  una  respuesta  plausible  para  esto,  puesto que  no la  hay, pero sí dispone  de  una  solución  típica:  eliminar la  pregunta  de  la  conciencia. Una  vez  fuera  de  la conciencia  la  pregunta  puede  producir  desasosiego,  y de  hecho  lo produce, pero  no puede  ser contestada  porque  no puede  ser planteada. 

5. Ésta  es  la  pregunta  que  debes  hacerte:  "¿Adónde  debo  acudir  en busca  de  protección?"  "Busca  y hallarás" no significa  que  tengas  que  buscar  ciega  y desesperadamente  algo que  no podrías reconocer.  La  búsqueda  que  tiene  sentido se  emprende  conscientemente,  se  organiza conscientemente  y se  dirige  conscientemente. El  objetivo debe  formularse  claramente  y luego tenerse  siempre  presente.  Aprender y querer  aprender son inseparables.  Te  resulta  más  fácil aprender cuando  crees  que  lo  que  estás  tratando de  aprender tiene  valor  para  ti.  Ahora  bien,  no todo lo  que  tal  vez  quieras  aprender  tiene  valor duradero.  En realidad,  muchas  de  las  cosas  que  quieres aprender tal  vez  las  hayas  escogido precisamente  porque  su valor  es  efímero. 

6. El  ego cree  que  es  una  ventaja  no comprometerse  con  nada  que  sea  eterno, ya  que  lo eterno sólo puede  proceder  de  Dios. La  eternalidad es  la  única  función  que  el  ego ha  tratado de  desarrollar,  si bien  ha  fracasado  repetidamente. El  ego transige  con la  cuestión  de  lo eterno, al  igual  que  con todas las  cuestiones  que  de  algún modo  tienen  que  ver con  la  verdadera  pregunta, la  cual  espera  encubrir y mantener  fuera  de  la  conciencia  ocupándose  de  asuntos  marginales. La  tendencia  típica  del  ego de estar  continuamente  ocupado  con nimiedades  tiene  como objeto  apoyar ese  propósito.  Uno de  sus ardides favoritos para obstaculizar el aprendizaje es embarcarse en problemas diseñados de tal manera que su resolución sea imposible. La pregunta que nunca formulan quienes se embarcan en tales maniobras dilatorias es: "¿Para qué?" Ésa es la pregunta que tú tienes que aprender a plantear en relación con todo. ¿Qué propósito tiene esto? Sea cual fuere, dirigirá tus esfuerzos automáticamente. Cuando tomas una decisión con respecto a un propósito, tomas una decisión con respecto a los esfuerzos que vas a llevar a cabo en el futuro. Y esta decisión permanecerá en vigor a menos que cambies de parecer. 

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