martes, 22 de octubre de 2019

Manual para el maestro 12. ¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?


*Manual para el maestro 12. ¿Cuántos maestros de Dios se necesitan para salvar al mundo?*

1. La  respuesta  a  esta  pregunta  es... uno solo.  Un maestro absolutamente  perfecto que  haya completado su aprendizaje  es  suficiente.  Este  maestro, santificado  y redimido, se  convierte  en  el  Ser que  es  el  Hijo de  Dios. Quien  siempre  fue  únicamente  espíritu  ya  no se  ve  a  sí  mismo  como un cuerpo,  y ni  siquiera  como  que  se  halla  dentro de  un cuerpo. Por lo tanto, es  ilimitado.  Y  al  no tener límites, sus  pensamientos  están  unidos  eternamente  a  los  de  Dios. La  percepción que  tiene  de  sí mismo  está  basada  en el  juicio  de  Dios, no en el  suyo propio.  De  esta  manera, comparte  la  Voluntad de  Dios  y lleva  Sus  Pensamientos  a  las  mentes  que  todavía  están  engañadas.  Es  eternamente  uno porque  es  tal  como  Dios  lo creó. Ha  aceptado  a  Cristo y se  ha  salvado. 

2. De  esta  forma, el  hijo  del  hombre  se  vuelve  el  Hijo de  Dios. Esto  no es  realmente  un cambio;  es más  bien un cambio de  mentalidad.  Nada  externo  cambia, pero todo  lo interno  refleja  ahora únicamente  el  Amor de  Dios.  Ya  no hay  que  temer a  Dios, pues  la  mente  no ve  ninguna  razón para el  castigo.  Los  maestros  de  Dios  aparentan ser muchos,  pues  eso es  lo  que  necesita  el  mundo. Mas al  estar unidos  en  un solo  propósito,  el  cual  comparten  con Dios, ¿cómo  podría  haber  separación entre ellos? ¿Qué importa entonces si se presentan de muchas maneras? Sus mentes son una, y así, su unión es total. Y Dios opera ahora a través de ellos cual uno solo, pues eso es lo que son. 

3. ¿Por qué es necesaria la ilusión de que hay muchos? Únicamente porque para los ilusos la realidad no es comprensible. Son muy pocos los que pueden oír la Voz de Dios, y ni siquiera éstos pueden comunicar Sus mensajes directamente por medio del Espíritu que se los dio. Necesitan un medio a través del cual puedan comunicarse con aquellos que no se dan cuenta de que son espíritu. Un cuerpo que éstos puedan ver; una voz que comprendan y escuchen sin el temor que la verdad suscitaría en ellos. No olvides que la verdad sólo puede llegar allí donde se le da la bienvenida sin temor. Por eso es por lo que los maestros de Dios necesitan un cuerpo, pues, de otra manera, su unidad no se podría reconocer directamente. 

4. Lo que convierte a los maestros de Dios en maestros es su reconocimiento del verdadero propósito del cuerpo. A medida que avanzan en su profesión, se afianzan más y más en la certeza de que la función del cuerpo no es otra que la de permitir que la Voz de Dios hable a través de ellos a otros oídos humanos. Estos oídos llevarán a la mente del oyente mensajes que no son de este mundo, y la mente entenderá debido a su Origen. Como resultado de este entendimiento, este nuevo maestro de Dios reconocerá cuál es el verdadero propósito del cuerpo: la única utilidad que realmente tiene. Esta lección basta para dejar que entre el pensamiento de unidad, y lo que es uno se reconoce como uno. Los maestros de Dios parecen compartir la ilusión de la separación, pero por razón del uso que hacen del cuerpo, no creen en la ilusión a pesar de las apariencias. 

5. La lección fundamental es siempre ésta: el cuerpo se convertirá para ti en aquello para lo que lo uses. Úsalo para pecar o para atacar, que es lo mismo, y lo verás como algo pecaminoso. Al ser algo pecaminoso es débil, y al ser débil, sufre y muere. Úsalo para llevar la Palabra de Dios a aquellos que no la han oído, y el cuerpo se vuelve santo. Al ser santo no puede enfermar ni morir. Cuando deja de ser útil, se deja a un lado. Eso es todo. La mente toma esta decisión, así como todas las que son responsables de la condición del cuerpo. El maestro de Dios, no obstante, no toma esta decisión por su cuenta. Hacer eso sería conferirle al cuerpo un propósito distinto del que lo mantiene santo. La Voz de Dios le dirá cuándo ha llevado a término su cometido, tal como le dice cuál es su función. Mas él no sufre, tanto si se va como si se queda. Ahora es imposible que pueda enfermar. 

6. La unicidad y la enfermedad no pueden coexistir. Los maestros de Dios eligen ver sueños por un tiempo. Es una elección consciente. Pues han aprendido que toda elección se hace conscientemente, con pleno conocimiento de sus consecuencias. El sueño afirma lo contrario, pero ¿quién pondría su fe en sueños una vez que los has reconocido como tales? Ser conscientes de que están soñando es la verdadera función de los maestros de Dios, quienes observan a los personajes del sueño ir y venir, variar y cambiar, sufrir y morir. Mas no se dejan engañar por lo que ven. Reconocen que considerar a una de las figuras del sueño como enferma y separada, no es más real que considerarla saludable y hermosa. La unidad es lo único que no forma parte de los sueños. Y esta unidad, que indudablemente les pertenece, es lo que los maestros de Dios reconocen como lo que se encuentra tras el sueño, más allá de toda apariencia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.