jueves, 24 de octubre de 2019

Manual para el maestro 19. ¿Qué es la justicia?


*Manual para el maestro 19. ¿Qué es la justicia?*

1. La  justicia  es  la  corrección divina  de  la  injusticia.  La  injusticia  es  la  base  de  todos  los  juicios  del mundo.  La  justicia  corrige  las  interpretaciones  a  las  que  la  injusticia  da  lugar y las  cancela.  Ni  la justicia  ni  la  injusticia  existen en  el  Cielo, donde  el  error es  imposible  y la  idea  de  corrección carece de  sentido. En este  mundo, sin embargo,  el  perdón  depende  de  la  justicia,  ya  que  todo  ataque  no puede  sino ser injusto. La  justicia  es  el  veredicto que  el  Espíritu Santo  emite  acerca  del  mundo. La justicia  es  imposible  excepto en Su juicio, pues  nadie  en el  mundo es  capaz  de  dejar a  un lado toda injusticia  y de  hacer únicamente  interpretaciones  justas.  Si  el  Hijo  de  Dios  fuese  juzgado imparcialmente,  no habría  necesidad de  salvación.  El  pensamiento  de  separación hubiese  sido eternamente  inconcebible. 

2. La  justicia, al  igual  que  su opuesto, es  una  interpretación.  Sin embargo, es  la  única  interpretación que  conduce  a  la  verdad.  Esto es  así  porque, si  bien  la  justicia  no es  de  por sí  verdadera, no hay nada  en ella  que  se  oponga  a  la  verdad.  Entre  la  justicia  y la  verdad no existe  un conflicto intrínseco:  una  no es  sino el  primer paso en  dirección a  la  otra. El  camino varía  considerablemente  a medida  que  uno avanza.  Sería  imposible  predecir  de  antemano toda  la  magnificencia, la grandiosidad de  los  paisajes  y los  vastos  panoramas  que  han de  salir a  nuestro  encuentro  a  lo largo del  recorrido.  Y  aun  éstos, cuyo esplendor alcanza  alturas  indescriptibles  según uno sigue  adelante, no se  pueden  comparar  con lo que  nos  aguarda  cuando  el  camino termine  y el  tiempo  finalice  junto con  él. Pero por alguna  parte  hay que  comenzar.  La  justicia  es  el  comienzo. 

3.  Todos  los  conceptos  que  abrigas  acerca  de  ti  mismo  y de  tus  hermanos;  todos  tus  temores  acerca de  situaciones  futuras  y toda  tu  preocupación por el  pasado tienen su origen en  la  injusticia.  He  aquí el  cristal  que, al  ponerse  ante  los  ojos  del  cuerpo,  deforma  la  percepción  y trae  testigos  de  un mundo distorsionado  a  la  mente  que  inventó el  cristal  y que  en tanta  estima  lo tiene.  Así, selectiva  y arbitrariamente, es  como  se  forja  cada  concepto del  mundo. Los  "pecados" se  perciben y se justifican  mediante  un cuidadoso método  selectivo del  que  está  ausente  toda  idea  de  totalidad.  El perdón  no tiene  cabida  en tal  esquema,  pues  no hay ni  un solo "pecado"  que  no parezca  sino ser verdad  eternamente. 

4. La  salvación  es  la  justicia  de  Dios. La  salvación  reinstaura  en tu conciencia  la  integridad de  todos los  fragmentos  que  percibes  como  desprendidos  y separados.  Y  es  esto  lo que  te  permite  superar  el miedo a  la  muerte. Pues  los  fragmentos  separados  no pueden sino deteriorarse  y morir, pero  lo que goza  de  plenitud es  inmortal  y por siempre  semejante  a  su Creador,  al  ser uno con  Él. El  juicio de Dios  es  Su justicia. Sobre  este  juicio  -totalmente  desprovisto  de  condenación al  ser una  evaluación enteramente  basada  en el  amor- has  proyectado  tu injusticia, atribuyéndole  a  Dios  el  cristal  de percepción  deformada  a  través  del  que  miras  tú.  Ahora  el  cristal  es  Suyo y no tuyo.  Ahora  tienes miedo de  Él, y no te  das  cuenta  de  que  odias  y temes  a  tu propio Ser como  si  de  tu enemigo  se tratase. 

5. Implora  la  justicia  de  Dios, y no confundas  Su misericordia  con tu demencia. La  percepción puede  dar forma  a  cualquier imagen que  la  mente  desee  ver. Ten presente esto. En esto estriba el que  veas  el  Cielo o el  infierno,  según elijas. La  justicia  de  Dios  apunta  hacia  el  Cielo precisamente porque  es  totalmente  imparcial.  La  justicia  de  Dios  acepta  todas  las  pruebas  que  se  le  presentan, sin omitir  nada  y sin considerar  nada  como  algo  separado  y ajeno  a  todo lo  demás. La  justicia  de  Dios juzga  desde  este  punto de  vista,  y sólo desde  él.  Aquí  todo ataque  y toda  condenación dejan de  tener sentido  y se  hacen  insostenibles. La  percepción descansa,  la  mente  está  quieta  y la  luz  retorna nuevamente.  Ahora  se  restaura  la  visión.  Lo que  se  había  perdido  ahora  se  ha  encontrado. La  paz  de Dios  desciende  sobre  el  mundo  y por fin podemos  ver.  Por fin podemos  ver. 

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