martes, 22 de octubre de 2019

Manual para el maestro 6. ¿Tiene siempre lugar la curación?


*Manual para el maestro 6. ¿Tiene siempre lugar la curación?*

1. Sí, la  curación siempre  tiene  lugar.  Es  imposible  dejar que  las  ilusiones  se  lleven ante  la  verdad y al  mismo  tiempo  conservarlas. La  verdad  demuestra  que  las  ilusiones  no tienen  ningún valor. El maestro de  Dios  ha  visto  la  corrección  de  sus  propios  errores  en  la  mente  del  paciente,  al reconocerla  como lo  que  es.  Al  haber  aceptado la  Expiación para  sí  mismo, también  la  ha  aceptado para  el  paciente. ¿Qué  ocurre,  sin embargo, cuando  el  paciente  usa  la  enfermedad  como una  forma de  vida, creyendo  que  la  curación  es  el  camino a  la  muerte?  Cuando esto ocurre,  una  curación repentina  podría  ocasionar una  aguda  depresión y una  sensación  de  pérdida  tan  profunda, que  el paciente  podría  incluso tratar de  destruirse  a  sí  mismo.  No teniendo  nada  por lo  que  vivir,  podría incluso pedir la  muerte. Por su propio bien,  pues, la  curación tiene  que  esperar. 

2. La  curación  se  hará  a  un lado siempre  que  pueda  percibirse  como una  amenaza. En  el  instante  en que  se  le  da  la  bienvenida, ahí  está. Dondequiera  que  se  haya  ofrecido  una  curación,  ésta  se  recibirá. ¿Y qué  es  el  tiempo  ante  los  regalos  de  Dios?  Nos  hemos  referido  en muchas  ocasiones  en el  texto  a los  tesoros  que  se  ofrecen equitativamente, tanto para  el  que  da  los  regalos  de  Dios  como  para  el que  los  recibe.  Ni  uno solo  se  pierde, pues  sólo pueden  multiplicarse. Ningún maestro de  Dios  debe sentirse  decepcionado si, habiendo ofrecido una  curación, parece  como  si  ésta  no se  hubiese recibido. No es  su función juzgar cuándo  debe  aceptarse  su regalo.  Que  tenga  por seguro que  ha sido recibido, y que  no ponga  en duda  que  será  aceptado cuando  se  reconozca  que  es  una  bendición y no una  maldición. 

3. La  función de  los  maestros  de  Dios  no es  evaluar el  resultado  de  sus  regalos.  Su función  es simplemente darlos. Una vez que los han dado, han dado también el resultado, puesto que ello es parte del regalo. Nadie puede dar si está preocupado por los resultados de lo que da. Eso sería limitar lo que da, y, en ese caso, ni el que da ni el que recibe dispondrían del regalo. La confianza es parte esencial del acto de dar; de hecho, es la parte que hace posible el compartir; la parte que garantiza que el dador no ha de perder sino que únicamente ganará. ¿Qué sentido tiene que alguien dé un regalo si luego se queda con él para asegurarse de que sea usado como mejor le parezca a él? Eso no es dar sino subyugar. 

4. Haber abandonado toda preocupación por el regalo es lo que hace que sea verdaderamente dado. Y lo que hace posible dar de verdad es la confianza. La curación es el cambio de mentalidad que el Espíritu Santo procura que tenga lugar en la mente del paciente. Y es el Espíritu Santo en la mente del donante Quien le da el regalo a él. ¿Cómo podría perderse? ¿Cómo podría ser ineficaz? ¿Cómo podría haber sido en vano? Las arcas de Dios jamás están vacías. Y si les faltase un solo regalo no estarían llenas. Dios garantiza, sin embargo, que las arcas estén siempre rebosantes. ¿Por qué habría de preocuparse, entonces, un Maestro de Dios por lo que sucede con sus regalos? Al ser Dios Quien se los da a Sí Mismo, ¿quién iba a dejar de recibirlo todo en este intercambio santo? 

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