lunes, 29 de abril de 2019

Lección 126. Todo lo que doy es a mi mismo a quien se lo doy


*Lección 126. Todo lo que doy es a mi mismo a quien se lo doy*

1. La idea de hoy, que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar del mundo, es de suma importancia para la inversión de pensamiento al que este curso dará lugar. Si creyeses lo que la idea de hoy afirma, no te resultaría difícil perdonar completamente, tendrías certeza con respecto a tu objetivo y no tendrías ninguna duda acerca de tu rumbo. Entenderías los medios a través de los cuales se alcanza la salvación, y no vacilarías en emplearlos ahora mismo.

2. Examinemos lo que crees en lugar de esta idea. Te parece que los demás están separados de ti, que son capaces de adoptar comportamientos que no tienen repercusión alguna sobre tus pensamientos, y que los que tú adoptas no tienen repercusión alguna sobre los de ellos. Tus actitudes, por lo tanto, no tienen ningún efecto sobre ellos, y sus súplicas de ayuda no guardan relación alguna con las tuyas. Crees además que ellos pueden pecar sin que ello afecte la percepción que tienes de ti mismo, mientras que tú puedes juzgar sus pecados y mantenerte a salvo de cualquier condenación y en paz.

3. Cuando "perdonas" un pecado, no ganas nada con ello directamente. Es una ofrenda de caridad a alguien que no se la merece, a fin de demostrar simplemente que tú eres mejor y que te encuentras en un plano superior a él. Él no se ha ganado la limosna de tu tolerancia -que tú le concedes sabiendo que no es digno de tal dádiva- ya que sus pecados lo han situado muy por debajo de una verdadera igualdad contigo. No tiene derecho a tu perdón, el cual supone un regalo para él, pero no para ti.

4. De este modo, el perdón es básicamente algo falso: un capricho caritativo, benévolo tal vez, pero inmerecido; una dádiva que a veces se concede y a veces se niega. Puesto que es inmerecido, es justo no otorgarlo, pero no es justo que tú tengas que sufrir por haberte negado a concederlo. El pecado que perdonas no es tu pecado. Alguien que se encuentra separado de ti lo cometió. Y si tú entonces eres magnánimo con él y le concedes lo que no se merece, la dádiva es algo tan ajeno a ti como lo fue su pecado.

5. Si esto fuese verdad, el perdón no tendría ningún fundamento sobre el que basarse con certeza y seguridad. Sería una excentricidad, según la cual algunas veces decides conceder indulgentemente un indulto inmerecido. Conservarías, no obstante, el derecho a no eximir al pecador de la justa retribución por su pecado. ¿Crees que el Señor de los Cielos iba a permitir que la salvación del mundo dependiera de esto? ¿No sería acaso Su interés por ti ciertamente ínfimo si permitiese que tu salvación dependiese de un capricho?

6. No entiendes lo que es el perdón. Tal como lo ves, no es sino un freno al ataque abierto que no requiere corrección alguna en tu mente. Tal como lo percibes, no te puede brindar paz. No constituye un medio por el que liberarte de aquello que ves en otro, pero no en ti mismo. No tiene poder alguno para restaurar en tu conciencia tu unidad con él. Eso no es lo que Dios dispuso para ti.

7. Al no haberle concedido al Padre el regalo que Él te pide, no puedes reconocer Sus regalos, y crees que Él no te los ha dado. Sin embargo, ¿te pediría Él un regalo que no fuese para ti? ¿Podría acaso quedar satisfecho con gestos vacíos y considerar que tales míseros regalos son dignos de Su Hijo? La salvación es un regalo mucho mejor que eso. Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir. Lo que no se ha recibido, no se ha dado, pero lo que se ha dado tiene que haberse recibido.

8. Hoy trataremos de entender la verdad según la cual el que da y el que recibe son uno. Vas a necesitar ayuda para poder entender esto, ya que es una idea completamente ajena a los pensamientos a los que estás acostumbrado. Mas la Ayuda que necesitas ya está aquí. Deposita tu fe en Él hoy, y pídele que esté contigo a la hora de practicar con la verdad. Y si sólo logras captar un pequeño atisbo de la liberación que reside en la idea que practicamos hoy, éste será ciertamente un día glorioso para el mundo.

9. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a tratar de entender la idea de hoy. Esta idea es el pensamiento mediante el cual el perdón pasa a ocupar el lugar que le corresponde entre tus prioridades. Es el pensamiento que liberará a tu mente de cualquier obstáculo que te impida comprender el significado del perdón y lo valioso que es para ti.

10. Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón, y busca amparo en el sereno lugar en el que los pensamientos quedan transformados y donde las falsas creencias se abandonan. Repite la idea de hoy, y pide poder entender lo que realmente significa. Estáte dispuesto a dejarte enseñar. Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y reconocerás que son tus propias palabras.

11. Tan a menudo como puedas hoy, recuérdate a ti mismo que tienes un objetivo, una meta que hace que éste sea un día de especial importancia para ti y para todos tus hermanos. No permitas que tu mente se olvide de este objetivo por mucho tiempo, sino que di para tus adentros: Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad está conmigo ahora. Y confiaré en Él plenamente. Permanece luego en silencio por un momento y deja que tu mente sea receptiva a Su corrección y a Su Amor. Y creerás lo que le oigas decir, pues recibirás lo que Él te dé.


~Lección 126 UCDM:
''Todo lo que doy es a mi mismo a quién se lo doy''.

*Comentario:

Ya hemos comentado en lecciones anteriores, que dar y recibir es lo mismo, y eso nos habla de los sentimientos internos que tenemos. 

Cuando tenemos una discusión por identificarnos con el ego, nuestra alma inmediatamente se siente dolida, se siente mal, da igual de quién haya sido la causa de la trifulca, la única verdad es que ambos sentireis el miedo, con lo cual dar y recibir es lo mismo, y todo lo que das es a ti mismo al que se lo das.
Por contraparte, si estamos en el ser, en nuestra verdadera condición humana, y practicamos la bondad, nos sentiremos bien y realizados, esto se debe a que realmente eso es lo que somos, y como damos amor recibimos amor, con lo cual, lo que das, es a ti mismo al que se lo das.

Podemos poner un ejemplo más con el tema de la pareja, cuando dejamos que nuestra relación se base en desarrollar una máscara que trate de agradar al otro, no estamos siendo nosotros mismos, con lo cuál estamos viendo la relación desde el miedo (Si no hago esto o lo otro, perderé a la otra persona) y basando la relación en no quererse a uno mismo, con lo cuál no podrás expresar el amor fuera de ti, porque recuerda que todo va de dentro hacia fuera siempre. Tenemos un concepto del amor tergiversado, y eso hace que nuestras relaciones humanas no siempre sean plenas porque queremos cambiar al que tenemos delante, y al final lo único que podemos cambiar es el concepto sobre nosotros mismos. ¿Por qué te molesta determinada acción o hecho? ¿Qué puedo aprender aquí? ¿Para qué está esta situación? Estas son preguntas que deberiamos hacernos siempre para no echar las culpas constantemente afuera de nosotros mismos, y aumentando de esa forma el locus de control externo.

~Comentario: Edgar Doménech Macías.


~Vídeo lectura profunda: Arantxa Carrera - Matriz del Cambio

Lección 125. En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios


*Lección 125. En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios*

1. Deja que hoy sea un día de quietud y de sosegada escucha. La Voluntad de tu Padre es que hoy oigas Su Palabra. Por eso te llama desde lo más recóndito de tu mente donde Él mora. Óyele hoy. No podrá haber paz hasta que Su Palabra sea oída por todos los rincones del mundo, y tu mente, escuchando en quietud, acepte el mensaje que el mundo tiene que oír para que pueda dar comienzo la serena hora de la paz.

2. Este mundo cambiará gracias a ti. Ningún otro medio puede salvarlo, pues el plan de Dios es simplemente éste: el Hijo de Dios es libre de salvarse a sí mismo, y se le ha dado la Palabra de Dios para que sea su Guía, y Ésta se encuentra para siempre a su lado y en su mente, a fin de conducirlo con certeza a casa de Su Padre por su propia voluntad, la cual es eternamente tan libre como la de Dios. No se le conduce a la fuerza, sino con amor. No es juzgado, sino santificado.

3. Hoy oiremos la Voz de Dios en la quietud, sin la intromisión de nuestros insignificantes pensamientos ni la de nuestros deseos personales, y sin juzgar en modo alguno Su santa Palabra. Tampoco nos juzgaremos a nosotros mismos hoy, pues lo que somos no puede ser juzgado. Nos hallamos mucho más allá de todos los juicios que el mundo ha formado contra el Hijo de Dios. El mundo no lo conoce. Hoy no prestaremos oídos al mundo, sino que aguardaremos silenciosamente la Palabra de Dios.

4. Santo Hijo de Dios, oye a tu Padre. Su Voz quiere darte Su santa Palabra para que disemines por todo el mundo las buenas nuevas de la salvación y de la santa hora de la paz. Nos congregamos hoy en el trono de Dios, en el sereno lugar de tu mente donde Él mora para siempre en la santidad que creó y que nunca ha de abandonar.

5. Él no ha esperado a que tú le devuelvas tu mente para darte Su Palabra. Él no se ocultó de ti cuando tú te alejaste por un breve período. Para Él, las ilusiones que abrigas de ti mismo no tienen ningún valor. Él conoce a Su Hijo, y dispone que siga siendo parte de Él a pesar de sus sueños y a pesar de la locura que le hace pensar que su voluntad no es su voluntad.

6. Él te habla hoy. Su Voz espera tu silencio, pues Su Palabra no puede ser oída hasta que tu mente no se haya aquietado por un rato y tus vanos deseos hayan sido acallados. Aguarda Su Palabra en silencio. Hay una paz en ti a la que puedes recurrir hoy a fin de que te ayude a preparar a tu santísima mente para oír la Voz que habla por su Creador.

7. En tres ocasiones hoy, y en aquellos momentos que sean más conducentes a estar en silencio, deja de escuchar al mundo durante diez minutos y elige en su lugar escuchar plácidamente la Palabra de Dios. Él te habla desde un lugar que se encuentra más cerca de ti que tu propio corazón. Su Voz está más cerca de ti que tu propia mano. Su Amor es todo lo que eres y todo lo que Él es; Su Amor es lo mismo que tú eres y tú eres lo mismo que Él es.

8. Es tu voz la que escuchas cuando Él te habla. Es tu Palabra la que Él pronuncia. Es la Palabra de la libertad y de la paz, de la unión de voluntades y propósitos, sin separación o división en la única Mente del Padre y del Hijo. Escucha hoy a tu Ser en silencio, y deja que te diga que Dios nunca ha abandonado a Su Hijo y que tú nunca has abandonado a tu Ser.

9. Sólo necesitas estar muy quieto. No necesitas ninguna otra regla que ésta para dejar que la práctica de hoy te eleve muy por encima del pensamiento del mundo y libere tu visión de lo que ven los ojos del cuerpo. Sólo necesitas estar quieto y escuchar. Oirás la Palabra en la que la Voluntad de Dios el Hijo se une a la Voluntad de su Padre en total armonía con ella y sin ninguna ilusión que se interponga entre lo que es absolutamente indivisible y verdadero. A medida que transcurra cada hora hoy, detente por un momento y recuérdate a ti mismo que tienes un propósito especial en este día: recibir en la quietud la Palabra de Dios.


~Lección 125 UCDM: 
''En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios''. 

*Comentario:

Vivimos en el mundo del continuo hacer, nunca estamos en el AHORA, y en el presente es donde se acaban todos nuestros "problemas". La mayoría de problemas  son pensamientos a los que damos poder, pensamientos sobre lo que creemos que va a pasar, sobre lo que está "bien" o sobre lo que está "mal". No pasamos la vida juzgando todo acontecimiento y usando nuestra ética moral para defender nuestras creencias, que no son más que un punto de vista sobre nuestras experiencias  expectativas, sobre lo que pensamos que está mejor o peor. Y eso hace, que la inmensa mayoría de los problemas, sólo se encuentren en la mente del que los piensa. A ese pensamiento le damos el poder de hacernos daño. 
Hacer, hacer, hacer. Voy a hacerme este curso que me dará paz, voy a hacer este reto que me dará paz... Y con lo que nos encontramos es con un "voy a hacer miles de cosas al día para estar entretenido y no encontrar la paz" . 
Recuerda que el ego siempre dice: "Busca pero no hayes". 

Nos cuesta mucho admitir que todo lo que nos hace sufrir, es porqué lo hemos elegido, esta afirmación es muy dura según que circunstancias nos pasen en la vida, pero pese a ello, es la verdad. Está claro que lo elegimos desde la inconsciencia, por todas esas creencias compradas que se nos ha impuesto en nuestro camino a través del entorno familiar, social, sistema educativo, etcétera.

El Curso nos dice que si no escuchas la voz de Dios es porqué estás eligiendo no escucharla. Esto es exactamente lo mismo que decir, que si no acallas tu mente, lo único que recibirás son respuestas de las cuáles realmente no serán la solución, porqué en el mundo del ego, lo que es la solución para una persona, no lo es para otra porqué depende del punto de vista de cada persona.
En la quietud de la mente, desaparecen todos los problemas. 

Hoy se nos está diciendo que acalles tú mente de todos aquellos pensamientos que no son verdad, y el Curso nos dice lo siguiente al respecto:

''El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño''.
- T27.VIII.10.

~Comentario: Edgar Doménech Macías.


~Vídeo lectura profunda: Arantxa Carrera - Matriz del Cambio

Lección 124. Que no me olvide de que soy uno con Dios


*Lección 124. Que no me olvide de que soy uno con Dios*

1. Hoy volvemos a dar gracias de que nuestra Identidad se encuentre en Dios. Nuestro hogar está a salvo, nuestra protección garantizada en todo lo que hacemos, y tenemos a nuestra disposición el poder y la fuerza para llevar a cabo todo cuanto emprendamos. No podemos fracasar en nada. Todo lo que tocamos adquiere un brillante resplandor que bendice y que sana. En unión con Dios y con el universo seguimos adelante llenos de regocijo, teniendo presente el pensamiento de que Dios Mismo va con nosotros a todas partes.

2. ¡Cuán santas son nuestras mentes! Todo cuanto vemos refleja la santidad de la mente que es una con Dios y consigo misma. ¡Cuán fácilmente desaparecen los errores y la muerte da paso a la vida eterna! Nuestras luminosas huellas señalan el camino a la verdad, pues Dios es nuestro Compañero en nuestro breve recorrido por el mundo. Y aquellos que vienen para seguirnos reconocerán el camino porque la luz que nos acompaña se rezaga, si bien, no se separa de nosotros según seguimos adelante.

3. Lo que recibimos es el eterno regalo que hemos de dar a aquellos que han de venir después, así como a los que vinieron antes o a los que estuvieron con nosotros por algún tiempo. Y Dios, que nos ama a todos con el amor equitativo con el que fuimos creados, nos sonríe y nos ofrece la felicidad que dimos.

4. Hoy no pondremos en duda Su Amor por nosotros, ni cuestionaremos Su protección ni Su cuidado. Ninguna absurda ansiedad podrá venir a interponerse entre nuestra fe y nuestra conciencia de Su Presencia. Hoy somos uno con Él en reconocimiento y en recuerdo. Lo sentimos en nuestros corazones. Sus Pensamientos se encuentran en nuestras mentes y nuestros ojos ven Su hermosura en todo cuanto contemplamos. Hoy vemos únicamente lo amoroso y lo que es digno de amor.

5. Lo vemos en lo que aparenta ser doloroso, y el dolor da paso a la paz. Lo vemos en los que están desesperados, en los tristes y en los compungidos, en los que creen estar solos y amedrentados y a todos se les devuelve la tranquilidad y la paz interior en la que fueron creados. Y lo vemos igualmente en los moribundos y en los muertos, restituyéndolos así a la vida. Y podemos ver todo esto porque primero lo vimos en nosotros mismos.

6. A aquellos que saben que son uno con Dios jamás se les puede negar ningún milagro. Ni uno solo de sus pensamientos carece del poder de sanar toda forma de sufrimiento en cualquier persona, sea ésta de tiempos pasados o aún por venir, y de hacerlo tan fácilmente como en las que ahora caminan a su lado. Sus pensamientos son intemporales, y no tienen nada que ver con el tiempo ni con la distancia.

7. Nos unimos a esta conciencia al decir que somos uno con Dios. Pues con estas palabras afirmamos también que estamos sanos y salvos, y que podemos salvar y sanar. Ahora queremos dar lo que hemos recibido. Pues queremos conservar los regalos que nuestro Padre nos dio. Hoy deseamos tener la experiencia de que somos uno con Él, de modo que el mundo pueda compartir con nosotros nuestro reconocimiento de la realidad. Al nosotros tener esta experiencia el mundo se libera. Y al negar que estamos separados de nuestro Padre, el mundo sana junto con nosotros.

8. ¡Que la paz sea contigo hoy! Asegura tu paz practicando la conciencia de que eres uno con tu Creador, tal como Él es uno contigo. En algún punto hoy, cuando te parezca más conveniente, dedica media hora al pensamiento de que eres uno con Dios. Ésta es la primera vez que intentamos llevar a cabo una sesión prolongada para la cual no se establecen reglas ni se sugieren palabras especiales con las que dirigir la meditación. Hoy confiaremos en que la Voz de Dios nos hablará cuando lo crea oportuno, seguros de que no habrá de fallar. Mora en Él durante esa media hora. Él se encargará del resto.

9. El beneficio que ello te ha de aportar no será menor porque creas que no está pasando nada. Quizá no estés listo hoy para aceptar estas ganancias. Pero en algún punto y en algún lugar, llegarán a tu conciencia, y no podrás sino reconocerlas cuando afloren con certeza en tu mente. Esta media hora estará enmarcada en oro, y cada minuto será como un diamante incrustado alrededor del espejo que este ejercicio te ofrece. Y verás en él la faz de Cristo, reflejando la tuya.

10. Tal vez hoy, tal vez mañana, veas tu propia transfiguración en el espejo que esta santa media hora te presenta para que te mires en él. Cuando estés listo, la encontrarás allí, en tu mente, en espera de ser hallada. Recordarás entonces el pensamiento al que dedicaste esta media hora, y lleno de agradecimiento te darás cuenta de que jamás habrías podido invertir mejor el tiempo.

11. Tal vez hoy, tal vez mañana, mires en ese espejo y comprendas que la inmaculada luz que ves emana de ti; que la hermosura que en él contemplas es la tuya propia. Considera esta media hora como el regalo que le haces a Dios, con la certeza de que lo que Él te dará a cambio será una sensación de amor que sobrepasa tu entendimiento; una dicha tan profunda que excede tu comprensión y una visión tan santa que los ojos del cuerpo no la pueden ver. Sin embargo, puedes estar seguro de que algún día, tal vez hoy, tal vez mañana, entenderás, comprenderás y verás.

12. Añade más gemas al marco dorado que rodea al espejo que hoy se te ofrece repitiendo cada hora para tus adentros: Que no me olvide de que soy uno con Dios, en unión con todos mis hermanos y con mi Ser, en eterna paz y santidad.


~Lección 124 UCDM:
''Que no me olvide que soy uno con Dios''.


*Comentario:


La mentalidad humana, hace que al nacer, asignemos un nombre a las personas, le enseñamos a los niños unas creencias familiares, le damos una educación religiosa o atea, una nacionalidad, un equipo de fútbol, una raza... entonces desarrollamos la máscara del ego, nos olvidamos de lo que realmente somos: Hijos de Dios.

Con todo esto, hacemos real la separación, y como consecuencia de ello sufrimos, y vemos un mundo de dolor a través de nuestros ojos. Hoy se nos está diciendo que reconozcas tu verdadera condición humana, que reconozcas que no percibes como deberías hacerlo, y Dios ha tenido que darte otro estado mental más allá de tú sistema de pensamiento actual.

Neal Donal Walsch en su libro "Conversaciones con Dios 1", describe esta lección de la siguiente manera:
Por supuesto, no hay ninguna manera de que no seamos quienes somos y lo que somos; simplemente lo somos (espíritu, puro, creador), siempre lo hemos sido y siempre lo seremos.  
Así pues, hicimos lo mejor que podiamos hacer, lo hicimos lo mejor que supimos con nuestro nivel de conciencia. Procuramos olvidar Quienes Somos Realmente. 
Una vez entrados en el universo físico, renunciamos a nuestro recuerdo de nosotros mismos, a nuestro recuerdo de Dios. 


Eso nos permite decidir ser Quienes Somos, en lugar de encontrarse simplemente siéndolo, por así decirlo. Es en el acto de decidir ser, y no en estar siendo simplemente lo que somos, una parte de Dios, en el que se experimenta a nosotros mismos siendo como con tal decisión, que es lo que, por definición, es Dios.



Somos, siempre hemos sido y siempre seremos, una parte divina cuerpo del todo divino, un miembro del cuerpo. He aquí porqué el acto de reunirse con el todo, de volver a Dios, se llama recordar la verdad. 


~Comentario: Edgar Doménech Macías.


~Vídeo lectura profunda: Arantxa Carrera - Matriz del Cambio

domingo, 28 de abril de 2019

Lección 123. Gracias Padre por los regalos que me has concedido


*Lección 123. Gracias Padre por los regalos que me has concedido*

1. Sintámonos agradecidos hoy. Hemos llegado a sendas más llevaderas y a caminos más despejados. Ya no nos asalta el pensamiento de volver atrás, ni resistimos implacablemente a la verdad. Aún hay cierta vacilación, algunas objeciones menores y cierta indecisión, pero puedes sentirte agradecido por tus logros, los cuales son mucho más grandes de lo que te imaginas.

2. Dedicar ahora un día a sentirte agradecido te aportará el beneficio adicional de poder tener un atisbo de lo grande que ha sido tu progreso y de los regalos que has recibido. Alégrate hoy, con amoroso agradecimiento, de que tu Padre no te haya abandonado a tu suerte, ni de que te haya dejado solo vagando en las tinieblas. Agradece que te haya salvado del ser que creíste haber hecho para que ocupara Su lugar y el de Su creación. Dale gracias hoy.

3. Da gracias de que Él no te haya abandonado, y de que Su Amor ha de refulgir por siempre sobre ti, eternamente inmutable. Da gracias asimismo por tu inmutabilidad, pues el Hijo que Él ama es tan inmutable como Él Mismo. Agradece que se te haya salvado. Alégrate de tener una función que desempeñar en la salvación. Siéntete agradecido de que tu valía exceda con mucho los míseros regalos que le diste a quien Dios creó como Su Hijo y de que excede también los mezquinos juicios que emitiste en contra suya.

4. Elevaremos hoy nuestros corazones llenos de agradecimiento por encima de la desesperanza, y alzaremos nuestros ojos agradecidos, que ya no mirarán al suelo. Hoy entonaremos el himno de gratitud, en honor al Ser que Dios ha dispuesto que sea nuestra verdadera Identidad en Él. Hoy le sonreiremos a todo aquel que veamos y marcharemos con paso ligero según seguimos adelante a llevar a cabo nuestro cometido.

5. No caminamos solos. Y damos gracias de que a nuestra soledad haya venido un Amigo a traernos la Palabra salvadora de Dios. Gracias a ti por escucharlo. Su Palabra es muda si no se la oye. Al darle las gracias a Él se te dan a ti también. Un mensaje que no se haya oído no puede salvar al mundo, por muy poderosa que sea la Voz que lo comunique o por muy amoroso que sea el mensaje.

6. Gracias a ti que has oído, pues así te vuelves el mensajero que lleva la Voz de Él consigo y que la deja resonar por todo el mundo. Acepta hoy las gracias que Dios te da, al darle tú las gracias a Él. Pues Él quiere ofrecerte las gracias que tú le das, puesto que acepta tus regalos lleno de amorosa gratitud y te los devuelve multiplicados miles y cientos de miles de veces más. Él bendecirá tus regalos compartiéndolos contigo. Y así, el poder y fortaleza de éstos crecerán hasta llenar el mundo de gozo y gratitud.

7. Acepta las gracias que Él te da y dale las tuyas durante quince minutos en dos ocasiones hoy. Y comprenderás a Quién le das las gracias, y a Quién le da Él las gracias según tú se las das a Él. Esta santa media hora que le dediques te será devuelta a razón de años por cada segundo; y debido a las gracias que le das, tendrá el poder de brindarle la salvación al mundo miles y miles de años más pronto.

8. Acepta las gracias que Él te da, y comprenderás con cuánto amor te conserva en Su Mente, cuán profundo e infinito es el cuidado que te prodiga y cuán perfecta es Su gratitud hacia ti. Acuérdate de pensar en Él cada hora y de darle las gracias por todo lo que Él le ha dado a Su Hijo para que éste pueda elevarse por encima del mundo, y recordar a su Padre y a su Ser.


~Lección 123 UCDM:
''Gracias padre por los regalos que me has concedido''.


*Comentario:


Una de las bases de este Curso es el agradecimiento. Un Curso de Milagros tiene varios puntos muy importantes: las lecciones sobre el cambio de percepción, las lecciones sobre que es el amor, las lecciones sobre que es el tiempo, las lecciones sobre el verdadero perdón y las lecciones de agradecimiento.

Como he comentado, en las escuelas no se enseña educación emocional (aunque ya empieza a revertirse esta tendencia y en algunos colegios ya se da algunas pinceladas), y todo esto hace que no aprendamos a dar las gracias por todo lo que tenemos. 

El inconsciente siempre tiene continua necesidad, nos hace siempre buscar más y más, sin tener un límite: Un coche más lujoso, más ropa para tener un armario más lleno, cuando la nevera no está hasta los topes nos decimos que no hay de nada (cuando nunca te vas a comer todo a la vez ¿no?)… cuando no tenemos suficiente de lo que sea que creemos que necesitamos, enseguida surge la queja, y eso que tenemos mucho que agradecer allá donde miramos: No levantamos en una cama cómoda, desayunamos, tenemos un baño para asearnos…empieza a pensar todo lo que tienes a tu alrededor y verás que es mucho. 

En este curso queremos hacerte ver todo esto desde la consciencia y la verdad. La neurociencia también explica el poder de la gratitud en nuestro cuerpo. Cuando generamos sentimientos de gratitud en nuestros pensamientos, activamos el sistema de recompensa del cerebro, localizada en un área llamada Núcleo Accubens. Este sistema es responsable por las sensaciones de bienestar y placer en nuestro cuerpo.

Cuando el cerebro identifica que algo bueno sucede, que existen cosas en nuestra vida que merecen nuestra atención y somos agradecidos por eso, ocurre liberación de Dopamina, un importante neurotransmisor que aumenta la sensación de placer. Por eso, las personas que manifiestan gratitud, viven en niveles elevados de emociones positivas, satisfacción con la vida, vitalidad y optimismo.

La gratitud debe ser construida por nuestro pensamiento. Genera el reconocimiento interno pensando en tus logros. Por la vía neural, la gratitud estimula las vías cerebrales para la liberación de otra hormona llamada oxitocina, que estimula el afecto, trae tranquilidad, reduce la ansiedad, el miedo y la fobia. Ejercitar el sentimiento de la gratitud, disuelve el miedo, la angustia y los sentimientos de ira y rabia. Ayuda a controlar los estados mentales neuróticos, tóxicos e innecesarios.

Nuestro cerebro no es capaz de sentir, al mismo tiempo, gratitud
y angustia. Tú eres quien escoge qué sentir:
- Ocupa tu estado interno, y ejercita diariamente la gratitud.
- Inicia tus días con una actitud positiva.
- Por las mañanas, permítete experimentar el pensar en los diversos motivos que tienes para sentir gratitud, y finaliza tu día reflexionando sobre las acciones o pensamientos que te proporcionarán placer.
- La gratitud y el amor son formas de reconocimiento. ¡Cultiva la gratitud en tu corazón y vive más y mucho mejor!

~Comentario: Edgar Doménech Macías.




Lección 122. El perdón me ofrece todo lo que deseo


*Lección 122. El perdón me ofrece todo lo que deseo*

1. ¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese ofrecerte? ¿Deseas paz? El perdón te la ofrece. ¿Deseas ser feliz, tener una mente serena, certeza de propósito y una sensación de belleza y de ser valioso que transciende el mundo? ¿Deseas cuidados y seguridad, y disponer siempre del calor de una protección segura? ¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una mansedumbre eternamente invulnerable, una profunda y permanente sensación de bienestar, así como un descanso tan perfecto que nada jamás pueda interrumpirlo?

2. El perdón te ofrece todo eso y más. El perdón pone un destello de luz en tus ojos al despertar, y te infunde júbilo con el que hacer frente al día. Acaricia tu frente mientras duermes, y reposa sobre tus párpados para que no tengas sueños de miedo o de maldad, de malicia o de ataque. Y cuando despiertas de nuevo, te ofrece otro día de felicidad y de paz. El perdón te ofrece todo esto y más.

3. El perdón permite que se descorra el velo que oculta la faz de Cristo de aquellos que contemplan el mundo sin piedad. Te permite reconocer al Hijo de Dios, y borra de tu memoria todo pensamiento muerto, de manera que el recuerdo de tu Padre pueda alzarse en el umbral de tu mente. ¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese darte? ¿Qué otros regalos aparte de éstos merecen procurarse? ¿Qué imaginado valor, efecto trivial o promesa pasajera que nunca se ha de cumplir puede ofrecerte más esperanza que la que te brinda el perdón?

4. ¿Por qué habrías de buscar una respuesta distinta de la que lo contesta todo? He aquí la respuesta perfecta, la que se da a toda pregunta imperfecta, a las súplicas sin sentido, a tu reticencia a escuchar, a tu poco esmero y a la confianza parcial que tienes. ¡He aquí la respuesta! Deja de buscar. No hallarás ninguna otra en su lugar.

5. El plan de Dios para tu salvación no puede cambiar ni fracasar. Siéntete agradecido de que siga siendo exactamente como Él lo planeó. Su plan se alza inmutable ante ti como una puerta abierta, llamándote desde adentro en cálida bienvenida, exhortándote a que entres y a que te sientas como en tu casa, donde te corresponde estar.

6. ¡He aquí la respuesta! ¿Preferirías quedarte afuera cuando el Cielo en su totalidad te espera adentro? Perdona y serás perdonado. Tal como des, así recibirás. No hay más plan que éste para la salvación del Hijo de Dios. Regocijémonos hoy de que así sea, pues la respuesta que aquí se nos da es clara y explícita, y su sencillez hace que sea inmune al engaño. Todas las complejidades que el mundo ha tejido de frágiles telarañas desaparecen ante el poder y majestuosidad de esta simplísima afirmación de la verdad.

7. ¡He aquí la respuesta! No le des la espalda para irte a vagar sin rumbo otra vez. Acepta ahora la salvación. Es el regalo que te hace Dios, no el mundo. El mundo no puede dar ningún regalo de valor a la mente que ha aceptado como suyo lo que Dios le ha dado. Dios dispone que hoy se reciba la salvación y que los enredos de tus sueños no sigan ocultándote su insubstancialidad.

8. Abre hoy los ojos y contempla un mundo feliz, donde reinan la paz y la seguridad. El perdón es el medio por el que este mundo feliz viene a ocupar el lugar del infierno. Dicho mundo se alza en la quietud para salir al encuentro de tus ojos abiertos y llenar tu corazón de una profunda tranquilidad, según afloran en tu conciencia verdades ancestrales en eterno renacimiento. Lo que entonces recordarás jamás podrá describirse. Sin embargo, tu perdón te lo ofrece.

9. Teniendo presente los regalos que el perdón concede, emprenderemos nuestra práctica de hoy con la esperanza y la fe de que éste será el día en que alcanzaremos la salvación. Hoy la buscaremos gustosamente y con ahínco, sabiendo que tenemos la llave en nuestras manos; y aceptaremos la respuesta que el Cielo ha dado al infierno que nosotros mismos nos hemos labrado, pero en el que ya no queremos permanecer por más tiempo.

10. Dedicaremos gustosamente un cuarto de hora por la mañana y por la noche a la búsqueda que garantiza que al infierno le llegará su fin. Comienza lleno de esperanza, pues hemos llegado al punto donde el camino se vuelve mucho más fácil. Y ahora el trecho que todavía nos queda por recorrer es corto. Estamos en verdad muy cerca del momento que se ha señalado como el final del sueño.

11. Sumérgete en una sensación de felicidad al comienzo de estas sesiones de práctica, pues en ellas hallarás la segura recompensa de preguntas que ya han sido contestadas, así como lo que tu aceptación de esas respuestas te brinda. Hoy se te concederá experimentar la paz que ofrece el perdón y la dicha que te proporciona el descorrimiento del velo.

12. Ante la luz que hoy has de recibir, el mundo se desvanecerá hasta desaparecer por completo, y verás surgir otro mundo para describir al cual no tienes palabras. Ahora nos encaminamos directamente hacia la luz, y recibimos los regalos que han sido salvaguardados para nosotros desde los orígenes del tiempo, los cuales han estado aguardando el día de hoy.

13. El perdón te ofrece todo lo que quieres. Hoy se te conceden todas las cosas que deseas. No pierdas de vista tus regalos a lo largo del día, cuando regreses nuevamente a enfrentarte a un mundo de constantes cambios y sombrías apariencias. Mantén tus regalos claramente en tu conciencia, según ves lo inmutable en medio del cambio y la luz de la verdad tras toda apariencia.

14. No caigas en la tentación de dejar que tus regalos queden sepultados en el olvido, por el contrario, manténlos firmes en tu mente tratando de pensar en ellos por lo menos un minuto cada cuarto de hora. Recuerda cuán preciados son con el siguiente recordatorio, el cual tiene el poder de mantenerlos en tu conciencia a lo largo del día: El perdón me ofrece todo lo que quiero. Hoy he aceptado que esto es verdad. Hoy he recibido los regalos de Dios.


 ~Lección 122 UCDM: 
''El perdón me ofrece todo lo que deseo''. 


*Comentario:


Ayer comentábamos la estrategias que tiene el ego para evitar que nos demos cuenta que está ahí y apliquemos el perdón: Se evade, se ignora, se niega, se encubre, se proyecta en otra parte y se le llama por otro nombre.
De nuestra humildad y nuestro nivel de conciencia depende que sepamos ver las múltiples estrategias que tiene el ego para que no apliquemos el perdón en nuestras vidas.

Continuando con la lección de ayer, hoy expandimos la idea. Tendemos a ''encerrar al ego en el armario'' cuando tenemos visitas, nos ponemos una máscara ficticia, aparentanos ser perfectos, simpáticos, bondadosos, pero cuando las visitas se van, nace la crítica por la identificación con el ego. Esto es por dos motivos:

1- No hemos identificado al ego en nuestros pensamientos (hay personas que ni siquiera admiten o saben que tienen un ego).

2- No hemos deshecho al ego (sabemos que está ahí, pero nos sigue ''cazando'').

En lugar de taparlo, lo que debemos hacer es:

*VER EL CONFLICTO DEL EGO EXACTAMENTE COMO ES*
En otras palabras, reconocer como lo que son: el odio, el ataque, el propio aislamiento (separación), la grandiosidad, la ira, y el deseo de matar.

*VER DONDE SE CREE QUE ESTÁ*
Esto significa ponerte en contacto con la situación tal como el ego la ve. Por ejemplo, admitir que realmente crees que tu esposo es un malvado, o que tú no eres digno de ser amado.

*VER LA REALIDAD QUE SE LE HA OTORGADO*
Aquí reconocemos exactamente lo que pensamos que es la situación, como ego. Entendemos que nos vemos a nosotros mismos como solos en el universo, abriéndonos paso en la vida a zarpazos y sobreviviendo a duras penas.
Admitimos que el conflicto nos parece verdaderamente real. Si no estamos en perfecta paz y constantemente felices, hay una razón, y la razón siempre es algún aspecto del ego al que nos estamos agarrando, pero al mismo tiempo negando. Tenemos que ver la realidad que le hemos dado.

*VER EL PROPÓSITO QUE LE HA ASIGNADO LA MENTE*
Esto necesita verdadera lucidez y honestidad.
El conflicto que sentimos tiene un propósito, un propósito que nuestra mente le ha dado.
El propósito siempre es apoyar nuestro propio ego, siempre alguna forma del ego de separación, alguna ilusión de ser independiente, de tener una existencia separada.
Sea cual sea el conflicto, nosotros le damos su aparente realidad, y lo hacemos por alguna razón demente y oculta del ego.
Aquí es donde descubrimos nuestro miedo al amor, nuestro miedo a unirnos, nuestra adicción a la separación.
Aquí es donde descubrimos nuestra oculta creencia en la culpa y el deseo de castigarnos a nosotros mismos.

Únicamente cuando estamos dispuestos a pasar por esta especie de firme examen de uno mismo, tomando total responsabilidad por nuestros propios pensamientos, se quitarán las defensas del ego, y la verdad será libre para hacer desaparecer al ego.
La verdad es el perdón (1:4 y 2:1); es el perdón el que hace desaparecer todo conflicto y toda duda. Cuando haya descubierto mi propio ego de este modo, perdonar a otros es lo más natural y fácil del mundo, porque he reconocido que mi ego es un invento mío y que la otra persona no tenía nada que ver en ello. He estado actuando por razones dementes que ya no acepto más ni quiero. Pero si esto es cierto sobre mí, debe serlo también sobre todo el mundo. El conflicto no ha sido real, ha sido una ilusión luchando con otra ilusión, el miedo reaccionando ante el miedo. Y con esa comprensión, mi propia culpa se derrite, y queda libre y despejado el camino para que Dios venga.

~Comentario adaptado por Edgar Doménech Macías basado en la lección “El perdón pone fin al sueño de conflicto” del blog de Allen Watson.




Lección 121. El perdón es la llave de la felicidad


*Lección 121. El  perdón es  la llave de la felicidad*

1. He  aquí  la  respuesta  a  tu búsqueda  de  paz. He  aquí  lo que  le  dará  significado  a  un mundo que  no parece  tener sentido.  He  aquí  la  senda  que  conduce  a  la  seguridad en  medio de  aparentes  peligros que  parecen  acecharte  en  cada  recodo  del  camino  y socavar todas  tus  esperanzas  de  poder hallar alguna  vez  paz  y tranquilidad.  Con esta  idea  todas  tus  preguntas  quedan  contestadas;  con esta  idea queda  asegurado de  una  vez  por todas  el  fin de  la  incertidumbre.

2. La  mente  que  no perdona  vive  atemorizada,  y no le  da  margen al  amor para  ser lo que  es  ni  para que  pueda  desplegar  sus  alas  en paz  y remontarse  por encima  de  la  confusión del  mundo. La  mente que  no perdona  está  triste, sin esperanzas  de  poder  hallar  alivio  o liberarse  del  dolor. Sufre  y mora en  la  aflicción,  merodeando  en las  tinieblas  sin poder ver nada,  convencida, no obstante, de  que  el peligro la  acecha  allí.

3. La  mente  que  no perdona  vive  atormentada  por la  duda, confundida  con respecto a  sí  misma, así como  con respecto  a  todo lo  que  ve;  atemorizada  y airada.  La  mente  que  no perdona  es  débil  y presumida, tan  temerosa  de  seguir adelante  como  de  quedarse  donde  está,  de  despertar  como  de  irse a  dormir.  Tiene  miedo también  de  cada  sonido  que  oye, pero todavía  más  del  silencio;  la  obscuridad la  aterra,  mas  la  proximidad de  la  luz  la  aterra  todavía  más.  ¿Qué  puede  percibir la  mente  que  no perdona  sino su propia  condenación?  ¿Qué  puede  contemplar sino la  prueba  de  que  todos  sus pecados  son reales?

4. La  mente  que  no perdona  no ve  errores, sino pecados.  Contempla  el  mundo con ojos  invidentes  y da  alaridos  al  ver sus  propias  proyecciones  alzarse  para  arremeter  contra  la  miserable  parodia  que  es su vida.  Desea  vivir, sin embargo, anhela  estar  muerta.  Desea  el  perdón,  sin embargo, ha  perdido toda  esperanza.  Desea  escapar,  sin embargo, no puede  ni  siquiera  concebirlo, pues  ve  pecado por doquier.

5. La  mente  que  no perdona  vive  desesperada,  sin la  menor esperanza  de  que  el  futuro pueda ofrecerle  nada  que  no sea  desesperación.  Ve  sus  juicios  con respecto al  mundo, no obstante,  como algo  irreversible, sin darse  cuenta  de  que  se  ha  condenado  a  sí  misma  a  esta  desesperación.  No cree que  pueda  cambiar,  pues  lo que  ve  da  testimonio de  que  sus  juicios  son acertados.  No pregunta, pues  cree  saber. No cuestiona, convencida  de  que  tiene  razón.

6. El perdón es algo que se adquiere. No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar. Del mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el perdón es algo que tienes que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que representa a tu otro Ser. A través de Él aprendes a perdonar al ser que crees haber hecho, y dejas que desaparezca. Así es como le devuelves tu mente en su totalidad a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.

7. Cada mente que no perdona te brinda una oportunidad más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. Cada una de ellas está esperando a liberarse del infierno a través de ti, y se dirige a ti implorando el Cielo aquí y ahora. No tiene esperanzas, pero tú te conviertes en su esperanza. Y al convertirte en su esperanza, te vuelves la tuya propia. La mente que no perdona tiene que aprender, mediante tu perdón, que se ha salvado del infierno. Y a medida que enseñes salvación, aprenderás lo que es. Sin embargo, todo cuanto enseñes y todo cuanto aprendas no procederá de ti, sino del Maestro que se te dio para que te mostrase el camino.

8. Nuestra práctica de hoy consiste en aprender a perdonar. Si estás dispuesto, hoy puedes aprender a aceptar la llave de la felicidad y a usarla en beneficio propio. Dedicaremos diez minutos por la mañana y otros diez por la noche a aprender cómo otorgar perdón y también cómo recibirlo.

9. La mente que no perdona no cree que dar y recibir sean lo mismo. Hoy trataremos, no obstante, de aprender que son uno y lo mismo practicando el perdón con alguien a quien consideras un enemigo, así como con alguien a quien consideras un amigo. Y a medida que aprendas a verlos a ambos como uno solo, extenderemos la lección hasta ti y veremos que su escape supone el tuyo.

10. Comienza las sesiones de práctica más largas pensando en alguien que no te cae bien, alguien que parece irritarte y con quien lamentarías haberte encontrado; alguien a quien detestas vehementemente o que simplemente tratas de ignorar. La forma en que tu hostilidad se manifiesta es irrelevante. Probablemente ya sabes de quién se trata. Ese mismo vale.

11. Cierra ahora los ojos y, visualizándolo en tu mente, contémplalo por un rato. Trata de percibir algún atisbo de luz en alguna parte de él, algún pequeño destello que nunca antes habías notado. Trata de encontrar alguna chispa de luminosidad brillando a través de la desagradable imagen que de él has formado. Continúa contemplando esa imagen hasta que veas luz en alguna parte de ella, y trata entonces de que esa luz se expanda hasta envolver a dicha persona y transforme esa imagen en algo bueno y hermoso.

12. Contempla esta nueva percepción por un rato, y luego trae a la mente la imagen de alguien a quien consideras un amigo. Trata de transferirle a éste la luz que aprendiste a ver en torno de quien antes fuera tu "enemigo". Percíbelo ahora como algo más que un amigo, pues en esa luz su santidad te muestra a tu salvador, salvado y salvando, sano e íntegro.

13. Permite  entonces  que  él  te  ofrezca  la  luz  que  ves  en él,  y deja  que  tu "enemigo" y tu  amigo  se unan  para  bendecirte  con lo que  tú les  diste.  Ahora  eres  uno con ellos, tal  como ellos  son uno contigo.  Ahora  te  has  perdonado a  ti  mismo. No te  olvides  a  lo largo  del  día  del  papel  que  juega  la salvación en  brindar felicidad  a  todas  las  mentes  que  no perdonan, incluyendo la  tuya.  Cada  vez  que el  reloj  dé  la  hora, di  para  tus  adentros:  El  perdón es  la  llave  de  la  felicidad.  Despertaré  del  sueño de que  soy mortal, falible  y lleno  de  pecado,  y sabré  que  soy el  perfecto  Hijo de  Dios.


~Lección 121 UCDM:
''El perdón es la llave de la felicidad''.

*Comentario:

¡Ésta es una lección magnífica! 
Afirma sin posibilidad de duda, el perdon es la llave de nuestra felicidad si sabemos usarlo correctamente. 
Para ello, tenemos que enfrentarnos a cada una de las ilusiones que aparecen aplicarle el perdón. 

Nuestros pensamientos de conflicto deben ser resueltos pues no se irán por sí mismos. No podemos enterrar la cabeza en la arena. Piensa en la lista de estrategias defensivas que nuestro ego nos convence a usar:

*SE EVADE*
Dejamos de lado el conflicto. Cuando sentimos una pérdida paz, vemos la tele o nos vamos de compras. Cuando vemos un muro entre nuestro hermano y nosotros, nos alejamos o nos ocupamos de un montón de cosas. 
Evitamos enfrentarnos al conflicto en nuestra mente. 

*SE IGNORA*
Aparcamos el tema para “pensar en ello más tarde”, un “más tarde” que nunca parece llegar. 

*SE NIEGA* 
Fingimos que no existe. “¿Yo enfadado? No, estoy bien. No hay problema”. 

*SE ENCUBRE*
Lo disfrazamos, le echamos la culpa a nuestra desilusión o mal humor, a las hormonas, al dolor de cabeza, o a un mal día en el trabajo. Pintamos “de color de rosa” nuestra 
rabia interna, como dice Marianne Williamson: ''Sonreímos y nos tragamos la ira o el dolor''. 
Sea lo que sea que estamos pensando, no puede ser “un pensamiento de asesinato”. 

*SE PROYECTA EN OTRA PARTE*
“¡No es culpa mía! Todo es culpa suya”. 
“No estaría sintiendo estos sentimientos horribles si él no fuese tan condenadamente egoísta”. 

*SE LE LLAMA POR OTRO NOMBRE*
Negamos que lo que estamos sintiendo es odio o ataque, quizá lo llamamos “ira justificada” o “guardar las distancias” o “defender la verdad”. 

Si el conflicto en nuestra mente ha de ser resuelto para que alcancemos la felicidad, no puede ocultarse mediante cualquier clase de engaños.
Estamos intentando ocultar el hecho de que pensamientos de odio, ira, o miedos han entrado en nuestra mente. Esta costumbre establecida de esconder nuestro ego, de encerrarlo en el armario cuando tenemos compañía, tiene que terminar para que podamos escapar del conflicto. 

Esto no significa que, en lugar de esconder nuestro ego, deberíamos hacer alarde de él o satisfacerlo. El propósito no es manifestar el ego sino expulsarlo. Pero no podemos hacerlo si lo ocultamos, y para ello hay que darse cuenta de las estrategias que sigue el ego para que no nos demos cuenta. 

Sin embargo, ésta es sólo una fase de transición, lo que buscamos es la sanación. Por eso la felicidad se alcanza perdonando las ilusiones y los acontecimientos que pensamos que tienen el poder de hacernos daño.

~Comentario adaptado por Edgar Doménech Macías basado en la lección “El perdón pone fin al sueño de conflicto” del blog de Allen Watson.






jueves, 25 de abril de 2019

T15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio


*T15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio*

1. No temas reconocer que la idea del sacrificio no es sino tu propia invención, ni trates de protegerte a ti mismo buscando seguridad donde no la hay. Tus hermanos y tu Padre se han vuelto muy temibles para ti. Y estás dispuesto a regatear con ellos por unas cuantas relaciones especiales, en las que crees ver ciertos vestigios de seguridad. No sigas tratando de mantener tus pensamientos separados del Pensamiento que se te ha dado. Cuando aquellos se ponen al lado de Éste y se perciben allí donde realmente se encuentran, elegir entre ellos no es más que un dulce despertar, tan simple como abrir los ojos a la luz del día cuando ya no tienes más sueño.

2. El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la obscuridad. No la veas como algo que se encuentra fuera de ti, sino como algo que refulge en el Cielo interno, y acéptala como la señal de que la hora de Cristo ha llegado. Cristo llega sin exigir nada. No le exige a nadie ningún tipo de sacrificio. En Su Presencia la idea de sacrificio deja de tener significado, pues Él es el Anfitrión de Dios. Y tú no tienes más que invitar a Aquel que ya se encuentra ahí, al reconocer que Su Anfitrión es Uno y que ningún pensamiento ajeno a Su Unicidad puede residir allí con Él. El amor tiene que ser total para que se le pueda dar la bienvenida, pues la Presencia de la santidad es lo que crea la santidad que lo envuelve. Ningún temor puede asaltar al Anfitrión que le abre los brazos a Dios en la hora de Cristo, pues el Anfitrión es tan santo como la Perfecta Inocencia a la que protege, y Cuyo poder a su vez lo protege a Él.

3. Esta Navidad entrégale al Espíritu Santo todo lo que te hiere. Permítete a ti mismo ser sanado completamente para que puedas unirte a Él en la curación, y celebremos juntos nuestra liberación liberando a todo el mundo junto con nosotros. Inclúyelo todo, pues la liberación es total, y cuando la hayas aceptado junto conmigo la darás junto Conmigo. Todo dolor, sacrificio o pequeñez desaparecerá de nuestra relación, que es tan pura como la relación que tenemos con nuestro Padre, y tan poderosa. Todo dolor que se traiga ante nuestra presencia desaparecerá, y sin dolor no puede haber sacrificio. Y allí donde no hay sacrificio, allí está el amor.

4. Tú que crees que el sacrificio es amor debes aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. La culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio, de la misma manera en que la paz es la condición que te permite ser consciente de tu relación con Dios. Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos de ti mismo. Mediante la paz los invitas de nuevo al darte cuenta de que ellos se encuentran allí donde tú les pides que estén. Lo que excluyes de ti mismo parece temible, pues lo imbuyes de temor y tratas de deshacerte de ello, si bien forma parte de ti. ¿Quién puede percibir parte de sí mismo como despreciable, y al mismo tiempo vivir en paz consigo mismo? ¿Y quién puede tratar de resolver su "conflicto" interno entre el Cielo y el infierno expulsando al Cielo y dotándolo de los atributos del infierno, sin sentirse incompleto y solo?

5. Mientras percibas el cuerpo como lo que constituye tu realidad, te percibirás a ti mismo como un ser solitario y desposeído. Y te percibirás también como una víctima del sacrificio, y creerás que está justificado sacrificar a otros. Pues, ¿quién podría rechazar al Cielo y a su Creador sin experimentar una sensación de sacrificio y de pérdida? ¿Y quién podría ser objeto de sacrificios y pérdidas sin tratar de rehacerse a sí mismo? No obstante, ¿cómo ibas a poder hacer esto por tu cuenta, cuando la base de tus intentos es que crees en la realidad de la privación? Sentirse privado de algo engendra ataque, al ser la creencia de que el ataque está justificado. Y mientras prefieras conservar la privación, el ataque se vuelve salvación y el sacrificio amor.

6. Y así resulta que, en tu búsqueda de amor, vas en busca de sacrificio y lo encuentras. Mas no encuentras amor. Es imposible negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. El significado del amor reside en aquello de lo que te desprendiste, lo cual no tiene significado aparte de ti. Lo que prefieres conservar es lo que no tiene significado, mientras que lo que quieres mantener alejado de ti encierra todo el significado del universo y lo conserva intacto dentro de su propio significado. Si el universo no estuviese unido en ti, estaría separado de Dios, y estar sin Él es carecer de significado.

7. En el instante santo se satisface la condición del amor, pues las mentes se unen sin la interferencia del cuerpo, y allí donde hay comunicación hay paz. El Príncipe de la Paz nació para re-establecer la condición del amor, enseñando que la comunicación continúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas al cuerpo como el medio indispensable para la comunicación. Y si entiendes esta lección, te darás cuenta de que sacrificar el cuerpo no es sacrificar nada, y que la comunicación, que es algo que es sólo propio de la mente, no puede ser sacrificada. ¿Dónde está entonces el sacrificio? Nací para enseñar la lección de que el sacrificio no está en ninguna parte y de que el amor está en todas partes, y ésta es la lección que todavía quiero enseñarles a todos mis hermanos. Pues la comunicación lo abarca todo, y en la paz que re-establece, el amor viene por su propia voluntad.

8. No permitas que la desesperanza opaque la alegría de la Navidad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de alegría. Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a nadie ningún sacrificio, pues de esta manera me ofreces el amor que yo te ofrezco. ¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no carecemos de nada? Ése es el mensaje de la hora de Cristo, que yo te doy para que tú lo puedas dar y se lo devuelvas al Padre, que me lo dio a mí. Pues en la hora de Cristo se restablece la comunicación, y Él se une a nosotros para celebrar la creación de Su Hijo.

9. Dios le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. Y al tú darle la bienvenida, Él te acoge en Sí Mismo, pues lo que se encuentra en ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él. Y nosotros no hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienvenida dentro de nosotros. Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de Aquel que los creó. Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única relación que jamás tuvieron y que jamás querrán tener.

10. Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario cristiano. Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. Dile, entonces, a tu hermano: Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo. Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo. En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos. De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. Es mucho lo que aún nos queda por hacer, y llevamos mucho retraso. Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar -por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Ésta es nuestra voluntad. Amén.

T15. X. La hora del renacer


*T15. X. La hora del renacer* 


1. Mientras  estés  en el  tiempo, tendrás  el  poder de  demorar la  perfecta  unión  que  existe  entre  Padre e  Hijo. Pues  en este  mundo,  la  atracción  de  la  culpabilidad  se  interpone  entre  ellos. En  la  eternidad, ni  el  tiempo ni  las  estaciones  del  año tienen significado alguno.  Pero aquí, la  función  del  Espíritu Santo  es  valerse  de  ambas  cosas, mas  no como  lo hace  el  ego.  Ésta  es  la  temporada  en la  que  se celebra  mi  nacimiento en  el  mundo.  Mas  no sabes  cómo  celebrarlo. Deja  que  el  Espíritu  Santo te enseñe,  y déjame  celebrar tu  nacimiento  a  través  de  Él.  El  único  regalo  que  puedo aceptar de  ti  es  el regalo que  yo te  hice.  Libérame  tal  como yo elijo liberarte  a  ti.  Celebramos  la  hora  de  Cristo juntos, pues  ésta  no significa  nada  si  estamos  separados.

2. El  instante  santo es  verdaderamente  la  hora  de  Cristo. Pues  en ese  instante  liberador, no se  culpa al  Hijo de  Dios  por nada  y, de  esta  manera,  se  le  restituye  su poder ilimitado. ¿Qué  otro regalo puedes  ofrecerme  cuando yo elijo  ofrecerte  sólo éste?  Verme  a  mí  es  verme  en todo  el  mundo  y ofrecerles  a  todos  el  regalo  que  me  ofreces  a  mí. Soy tan incapaz  de  recibir sacrificios  como  lo es Dios, y todo sacrificio  que  te  exiges  a  ti  mismo  me  lo  exiges  a  mí  también. Debes  reconocer que cualquier  clase  de  sacrificio no es  sino una  limitación  que  se  le  impone  al  acto  de  dar.  Y  mediante esa  limitación  limitas  la  aceptación del  regalo que  yo te  ofrezco.

3. Nosotros  que  somos  uno, no podemos  dar por separado. Cuando  estés  dispuesto a  reconocer que nuestra  relación es  real,  la  culpabilidad  dejará  de  ejercer atracción  sobre  ti.  Pues  en nuestra  unión aceptarás  a  todos  nuestros  hermanos. Nací  con el  solo  propósito  de  dar el  regalo  de  la  unión. Dámelo a  mí, para  que  así  puedas  disponer de  él. La  hora  de  Cristo  es  la  hora  señalada  para  el regalo de  la  libertad que  se  le  ofrece  a  todo  el  mundo.  Y  al  tú aceptarla,  se  la  ofreces  a  todos.

4. En  tus  manos  está  hacer que  esta  época  del  año sea  santa, pues  en tus  manos  está  hacer  que  la hora  de  Cristo tenga  lugar  ahora. Es  posible  hacer esto  de  inmediato,  pues  lo único  que  ello  requiere es  un cambio de  percepción,  ya  que  únicamente  cometiste  un error.  Parecen  haber sido muchos, pero  todos  ellos  son en realidad el  mismo.  Pues  aunque  el  ego  se  manifiesta  de  muchas  formas, es siempre  la  expresión de  una  misma  idea:  lo que  no es  amor  es  siempre  miedo,  y nada  más  que miedo.

5. No es  necesario  seguir al  miedo  por todas  las  tortuosas  rutas  subterráneas  en  las  que  se  oculta  en la  obscuridad, para  luego emerger en  formas  muy diferentes  de  lo  que  es. Pero sí  es  necesario examinar  cada  una  de  ellas  mientras  aún conserves  el  principio que  las  gobierna  a  todas. Cuando estés dispuesto a considerarlas, no como manifestaciones independientes, sino como diferentes expresiones de una misma idea, la cual ya no deseas, desaparecerán al unísono. La idea es simplemente ésta: crees que es posible ser anfitrión del ego o rehén de Dios. Éstas son las opciones que crees tener ante ti, y crees asimismo que tu decisión tiene que ser entre una y otra. No ves otras alternativas, pues no puedes aceptar el hecho de que el sacrificio no aporta nada. El sacrificio es un elemento tan esencial en tu sistema de pensamiento, que la idea de salvación sin tener que hacer algún sacrificio no significa nada para ti. Tu confusión entre lo que es el sacrificio y lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible concebir el amor sin sacrificio. Y de lo que debes darte cuenta es de lo siguiente: el sacrificio no es amor, sino ataque. Sólo con que aceptases esta idea, tu miedo al amor desaparecería. Una vez que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo culpabilidad. Pues si hay sacrificio, alguien siempre tiene que pagar para que alguien gane. Y la única cuestión pendiente es a qué precio y a cambio de qué.

6. Como anfitrión del ego, crees que puedes descargar toda tu culpabilidad siempre que así lo desees, y de esta manera comprar paz. Y no pareces ser tú el que paga. Y aunque si bien es obvio que el ego exige un pago, nunca parece que es a ti a quien se lo exige. No estás dispuesto a reconocer que el ego, a quien tú invitaste, traiciona únicamente a los que creen ser su anfitrión. El ego nunca te permitirá percibir esto, ya que este reconocimiento lo dejaría sin hogar. Pues cuando este reconocimiento alboree claramente, ninguna apariencia que el ego adopte para ocultarse de tu vista te podrá engañar. Toda apariencia será reconocida tan sólo como una máscara de la única idea que se oculta tras todas ellas: que el amor exige sacrificio, y es, por lo tanto, inseparable del ataque y del miedo. Y que la culpabilidad es el costo del amor, el cual tiene que pagarse con miedo.

7. ¡Cuán temible, pues, se ha vuelto Dios para ti! ¡Y cuán grande es el sacrificio que crees que exige Su amor! Pues amar totalmente supondría un sacrificio total. Y de este modo, el ego parece exigirte menos que Dios, y de entre estos dos males lo consideras el menor: a uno de ellos tal vez se le deba temer un poco, pero al otro, a ése hay que destruirlo. Pues consideras que el amor es destructivo, y lo único que te preguntas es: ¿quién va a ser destruido, tú u otro? Buscas la respuesta a esta pregunta en tus relaciones especiales, en las que en parte pareces ser destructor y en parte destruido, aunque incapaz de ser una u otra cosa completamente. Y crees que esto te salva de Dios, Cuyo absoluto Amor te destruiría completamente.

8. Crees que todo el mundo exige algún sacrificio de ti, pero no te das cuenta de que eres tú el único que exige sacrificios, y únicamente de ti mismo. Exigir sacrificios, no obstante, es algo tan brutal y tan temible que no puedes aceptar dónde se encuentra dicha exigencia. El verdadero costo de no aceptar este hecho ha sido tan grande que, antes que mirarlo de frente, has preferido renunciar a Dios. Pues si Dios te exigiese un sacrificio total, parecería menos peligroso proyectarlo a Él al exterior y alejarlo de ti, que ser Su anfitrión. A Él le atribuiste la traición del ego, e invitaste a éste a ocupar Su lugar para que te protegiese de Él. Y no te das cuenta de que a lo que le abriste las puertas es precisamente lo que te quiere destruir y lo que exige que te sacrifiques totalmente. Ningún sacrificio parcial puede aplacar a este cruel invitado, pues es un invasor que tan sólo aparenta ser bondadoso, pero siempre con vistas a hacer que el sacrificio sea total.

9. No lograrás ser un rehén parcial del ego, pues él no cumple sus promesas y te desposeerá de todo. Tampoco puedes ser su anfitrión sólo en parte. Tienes que elegir entre la libertad absoluta y la esclavitud absoluta, pues éstas son las únicas alternativas que existen. Has intentado transigir miles de veces a fin de evitar reconocer la única alternativa por la que te tienes que decidir. Sin embargo, reconocer esta alternativa tal como es, es lo que hace que elegirla sea tan fácil. La salvación es simple, por ser de Dios, y es, por lo tanto, muy fácil de entender. No trates de proyectarla y verla como algo que se encuentra en el exterior. En ti se encuentran tanto la pregunta como la respuesta; lo que te exige sacrificio así como la paz de Dios.

T15. IX. El instante santo y la atracción de Dios


*T15. IX. El  instante santo y la atracción de Dios*

1.  Tal  como el  ego quiere  que  la  percepción  que  tienes  de  tus  hermanos  se  limite  a  sus  cuerpos, de igual  modo  el  Espíritu Santo quiere  liberar tu  visión para  que  puedas  ver los  Grandes  Rayos  que refulgen desde  ellos, los  cuales  son tan  ilimitados  que  llegan hasta  Dios. Este  cambio de  la percepción  a  la  visión  es  lo que  se  logra  en el  instante  santo. Mas  es  necesario  que  aprendas exactamente  lo que  dicho  cambio entraña, para  que  por fin llegues  a  estar  dispuesto a  hacer que  sea permanente.  Una  vez  que  estés  dispuesto, esta  visión no te  abandonará  nunca,  pues  es  permanente. Cuando  la  hayas  aceptado  como la  única  percepción  que  deseas, se  convertirá  en conocimiento debido  al  papel  que  Dios  Mismo desempeña  en la  Expiación,  pues  es  el  único  paso en  ella  que  Él entiende.  Esto, por lo tanto, no se  hará  de  esperar una  vez  que  estés  listo para  ello.  Dios  ya  está listo;  tú  no.

2. Nuestra  tarea  consiste  en continuar,  lo más  rápidamente  posible,  el  ineludible  proceso de  hacer frente  a  cualquier  interferencia  y de  verlas  a  todas  exactamente  como lo  que  son. Pues  es  imposible que  reconozcas  que  lo que  crees  que  quieres  no te  ofrece  absolutamente  ninguna  gratificación.  El cuerpo  es  el  símbolo  del  ego, tal  como el  ego es  el  símbolo de  la  separación.  Y  ambos  no son más que  intentos  de  entorpecer la  comunicación  y, por lo tanto, de  imposibilitarla. Pues  la  comunicación tiene  que  ser ilimitada  para  que  tenga  significado,  ya  que  sino tuviese  significado te  dejaría insatisfecho. La  comunicación  sigue  siendo, sin embargo, el  único medio por el  que  puedes  entablar auténticas  relaciones, que  al  haber  sido establecidas  por Dios, son ilimitadas.

3. En  el  instante  santo,  en el  que  los  Grandes  Rayos  reemplazan al  cuerpo en  tu conciencia,  se  te concede  poder  reconocer  lo que  son las  relaciones  ilimitadas.  Mas  para  ver esto, es  necesario renunciar a  todos  los  usos  que  el  ego hace  del  cuerpo  y aceptar el  hecho de  que  el  ego  no tiene ningún  propósito  que  tú  quieras  compartir  con él. Pues  el  ego quiere  reducir  a  todo el  mundo a  un cuerpo  para  sus  propios  fines, y mientras  tú creas  que  el  ego tiene  algún  fin, elegirás  utilizar  los medios  por los  que  él  trata  de  que  su fin se  haga  realidad. Mas  esto nunca  tendrá  lugar. Sin embargo,  debes  haberte  dado cuenta  de  que  el  ego, cuyos  objetivos  son absolutamente inalcanzables, luchará  por conseguirlos  con todas  sus  fuerzas, y lo  hará  con la  fortaleza  que  tú le  has prestado.

4. Es  imposible  dividir  tu fuerza  entre  el  Cielo  y el  infierno, o entre  Dios  y el  ego, y liberar  el  poder que  se  te  dio para  crear,  que  es  para  lo  único que  se  te  dio. El  amor  siempre  producirá  expansión.  El ego  es  el  que  exige  límites, y éstos  representan  sus  exigencias  de  querer empequeñecer  e incapacitar.  Si  te  limitas  a  ver  a  tu hermano como  un cuerpo, que  es  lo  que  harás  mientras  no quieras  liberarlo del  mismo,  habrás  rechazado  el  regalo que  él  te  puede  hacer. Su cuerpo  es  incapaz de  dártelo,  y tú no debes  buscarlo  a  través  del  tuyo. Entre  vuestras  mentes, no obstante  ya  existe continuidad,  y lo único  que  es  necesario  es  que  se  acepte  su unión para  que  la  soledad desaparezca del  Cielo.

5. Sólo con  que  le  permitieses  al  Espíritu Santo  hablarte  del  Amor que  Dios  te  profesa  y de  la necesidad que  tienen  tus  creaciones  de  estar  contigo  para  siempre,  experimentarías  la  atracción de lo  eterno. Nadie  puede  oír  al  Espíritu Santo  hablar  de  esto y seguir estando  dispuesto a  demorarse aquí  por mucho más  tiempo.  Pues  tu voluntad  es  estar en  el  Cielo, donde  no te  falta  nada  y donde  te sientes  en paz,  en relaciones  tan  seguras  y amorosas  que  es  imposible  que  en  ellas  haya  límite alguno.  ¿No desearías  intercambiar  tus  irrisorias  relaciones  por esto?  Pues  el  cuerpo  es insignificante  y limitado, y sólo aquellos  que  desees  ver  libres  de  los  límites  que  el  ego quisiera imponer sobre  ellos, pueden ofrecerte  el  regalo  de  la  libertad.

6. No tienes la menor idea de los límites que le has impuesto a tu percepción ni de toda la belleza que podrías ver. Pero recuerda esto: la atracción de la culpabilidad es lo opuesto a la atracción de Dios. La atracción que Dios siente por ti sigue siendo ilimitada, pero puesto que tu poder es el Suyo, y, por lo tanto, tan grande como el de Él, puedes darle la espalda al amor. La importancia que le das a la culpabilidad se la quitas a Dios. Y tu visión se torna débil, tenue y limitada, pues has tratado de separar al Padre del Hijo y de limitar su comunicación. No busques la Expiación en mayor separación, ni limites tu visión del Hijo de Dios a lo que interfiere en su liberación y a lo que el Espíritu Santo tiene que deshacer para liberarlo. Pues es su propia creencia en la limitación lo que lo ha aprisionado.

7. Cuando el cuerpo deje de atraerte y ya no le concedas ningún valor como medio de obtener algo, dejará de haber entonces interferencia en la comunicación y tus pensamientos serán tan libres como los de Dios. A medida que le permitas al Espíritu Santo enseñarte a utilizar el cuerpo sólo como un medio de comunicación y dejes de valerte de él para fomentar la separación y el ataque, que es la función que el ego le ha asignado, aprenderás que no tienes necesidad del cuerpo en absoluto. En el instante santo no hay cuerpos, y lo único que se experimenta es la atracción de Dios. Al aceptarla como algo completamente indiviso te unes a Él por completo en un instante, pues no quieres imponer ningún límite en tu unión con Él. La realidad de esta relación se convierte en la única verdad que jamás podrías desear. Toda verdad reside en ella.