lunes, 28 de enero de 2019

Lección 39. Mi santidad es mi salvación


*Lección 39. Mi santidad es mi salvación*

1. Si  la  culpabilidad es  el  infierno, ¿cuál  es  su opuesto?  Al  igual  que  el  texto  para  el  que  este  libro de  ejercicios  fue  escrito, las  ideas  que  se  usan en los  ejercicios  son muy simples,  muy claras  y están totalmente  exentas  de  ambigüedad. No estamos  interesados  en proezas  intelectuales  ni  en juegos  de lógica. Estamos  interesados  únicamente  en lo que  es  muy obvio, lo  cual  has  pasado por alto en  las nubes  de  complejidad  en las  que  piensas  que  piensas. 

2. Si  la  culpabilidad es  el  infierno, ¿cuál  es  su opuesto?  Ésta, sin duda, no es  una  pregunta  difícil. La vacilación que  tal  vez  sientas  al  contestarla  no se  debe  a  la  ambigüedad de  la  pregunta. Pero ¿crees acaso que  la  culpabilidad  es  el  infierno?  Si  lo  creyeses, verías  de  inmediato  cuán directo y simple  es el  texto,  y no necesitarías  un libro de  ejercicios  en absoluto.  Nadie  necesita  practicar para  obtener  lo que  ya  es  suyo. 

3. Hemos  dicho  ya  que  tu  santidad es  la  salvación del  mundo. ¿Y  qué  hay de  tu propia  salvación? No puedes  dar lo  que  no tienes. Un salvador  tiene  que  haberse  salvado. ¿De  qué  otro modo, si  no, podría  enseñar lo  que  es  la  salvación?  Los  ejercicios  de  hoy van dirigidos  a  ti, en  reconocimiento de que  tu salvación  es  crucial  para  la  salvación del  mundo.  A  medida  que  apliques  los  ejercicios  a  tu mundo,  el  mundo  entero se  beneficiará. 

4.  Tu santidad  es  la  respuesta  a  toda  pregunta  que  jamás  se  haya  hecho,  se  esté  haciendo ahora  o se haga  en el  futuro.  Tu  santidad  significa  el  fin  de  la  culpabilidad  y, por ende, el  fin del  infierno.  Tu santidad es  la  salvación  del  mundo,  así  como la  tuya.  ¿Cómo podrías  tú  -a  quien  le  pertenece  tu santidad- ser excluido de  ella?  Dios  no conoce  lo  profano. ¿Sería  posible  que  Él  no conociese  a  Su Hijo? 

5. Se  te  exhorta  a  que  dediques  cinco  minutos  completos  a  cada  una  de  las  cuatro  sesiones  de práctica  más  largas  de  hoy, y a  que  esas  sesiones  sean más  frecuentes  y de  mayor duración. Si quieres  exceder  los  requisitos  mínimos, se  recomienda  que  lleves  a  cabo  más  sesiones  en vez  de sesiones  más  largas,  aunque  sugerimos  ambas  cosas. 

6. Empieza  las  sesiones  de  práctica  como  de  costumbre,  repitiendo la  idea  de  hoy para  tus  adentros. Luego,  con los  ojos  cerrados,  explora  tu  mente  en busca  de  pensamientos  que  no sean amorosos  en cualquiera de las formas en que puedan presentarse: desasosiego, depresión, ira, miedo, preocupación, ataque, inseguridad, etc. No importa en qué forma se presenten, no son amorosos, y, por lo tanto, son temibles. De ellos, pues, es de los que necesitas salvarte. 

7. Todas las situaciones, personalidades o acontecimientos específicos que asocies con pensamientos no amorosos de cualquier clase constituyen sujetos apropiados para los ejercicios de hoy. Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera. Impartirles tu bendición es lo que te salvará y lo que te dará la visión. 

8. Lentamente, sin hacer una selección consciente y sin poner un énfasis indebido en ninguno en particular, escudriña tu mente en busca de todos aquellos pensamientos que se interponen entre tu salvación y tú. Aplica la idea de hoy a cada uno de ellos de esta manera: Mis pensamientos no amorosos acerca de _______ me mantienen en el infierno. Mi santidad es mi salvación. 

9. Quizá estas sesiones de práctica te resulten más fáciles si las intercalas con varias sesiones cortas en las que simplemente repites muy despacio la idea de hoy varias veces en silencio. Te puede resultar útil asimismo incluir unos cuantos intervalos cortos en los que sencillamente te relajas y no pareces estar pensando en nada. Mantener la concentración es muy difícil al principio. Sin embargo, se irá haciendo cada vez más fácil a medida que tu mente se vuelva más disciplinada y menos propensa a distraerse. 

10. Entretanto, debes sentirte en libertad de introducir variedad en las sesiones de práctica en cualquier forma que te atraiga hacerlo. Mas no debes cambiar la idea en sí al variar el método de aplicación. Sea cual sea la forma en que elijas usarla, la idea debe expresarse de tal manera que su significado sea el hecho de que tu santidad es tu salvación. Finaliza cada sesión de práctica repitiendo una vez más la idea en su forma original y añadiendo: Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? 

11. En las aplicaciones más cortas, que deben llevarse a cabo unas tres o cuatro veces por hora o incluso más si es posible, puedes hacerte a ti mismo esa pregunta o repetir la idea de hoy, pero preferiblemente ambas cosas. Si te asaltan tentaciones, una variación especialmente útil de la idea es: Mi santidad es mi salvación de esto. 


~Lección 39 UCDM:
''Mi santidad es mi salvación''.

*Comentario:

En las lecciones anteriores ya dijimos que tu voz del Espíritu debe hacerse fuerte para qué seas capaz de escucharla la mayor parte del tiempo antes que al ego.
Tú santidad es tu salvación y para ello la voz del Espíritu Santo es tu guía por eso debe hacerse fuerte.
No te imaginas los muchos cambios que pueden pasar en tu vida solo con que tomes conciencia de elegir al maestro adecuado, elegir a la mente recta y no a la mente errada.

Si cada vez que ves a un hermano, identificarse con el ego y no reaccionaras con más ego, tu santidad sería tu salvación.
Si cada vez que hay tráfico, en vez de estresarte, disfrutaras del momento y soltaras los pensamientos de debo de llegar a tal hora a tal sitio, y escucharas una bonita canción en la radio, podrías ver tu santidad en esa situación.
Si cuando tu trabajo te deprime, estresa, o te produce ansiedad, si supieras que todo eso lo creó tu campo de consciencia, y estás ahí por una buena razón, con la que aprenderemos cosas nuevas de nosotros mismos, seríamos capaces de ver la santidad en esa situación y salvarnos de la ilusión.

El Espíritu Santo es el mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu.
Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las
leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto. La tarea del Espíritu Santo consiste, pues,
en reinterpretarte a ti en nombre de Dios.
- T5.III.7.

Hoy practicaremos con todos aquellos pensamientos negativos, reconociendo que nuestra santidad puede reinterpretar lo que el ego ha hecho, y así cambiar el estado de conciencia del ''infierno'', por el estado del Reino de los Cielos.

~Comentario: Edgar Doménech Macías.


~Vídeo lectura profunda de la lección: Arantxa Carrera Salas - Matriz del Cambio.

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