sábado, 29 de diciembre de 2018

T3. I. Expiación sin sacrificio


*T3. I. Expiación sin sacrificio*

1. Hay otro  punto que  debe  quedar perfectamente  claro antes  de  que  pueda  desaparecer cualquier residuo  de  temor  que  aún esté  asociado con  los  milagros.  La  crucifixión  no estableció la  Expiación; fue  la  resurrección la  que  lo hizo.  Son muchos  los  cristianos  sinceros  que  no han entendido  esto correctamente.  Nadie  que  esté  libre  de  la  creencia  en  la  escasez  podría  cometer  tal  equivocación. Si se  examina  la  crucifixión  desde  un punto de  vista  invertido, parece  como  si  Dios  hubiese  permitido, e  incluso fomentado, el  que  uno de  Sus  Hijos  sufriese  por ser bueno. Esta  desafortunada interpretación,  que  surgió  como resultado de  la  proyección,  ha  llevado a  muchas  personas  a  vivir sumamente  atemorizadas  de  Dios.  Tales  conceptos  anti-religiosos  se  infiltran en  muchas  religiones. El  auténtico  cristiano,  sin embargo, debería  hacer una  pausa  y preguntarse:  "¿Cómo iba  a  ser posible  esto?  ¿Cómo  iba  a  ser posible  que  Dios  Mismo fuese  capaz  de  albergar el  tipo  de pensamiento  que  Sus  Propias  palabras  han señalado claramente  que  es  indigno de  Su Hijo?"

2. La  mejor  defensa, como  de  costumbre,  consiste  en  no atacar  la  posición de  otro,  sino más  bien  en proteger la  verdad. No es  muestra  de  gran sensatez  aceptar un concepto si  para  justificarlo  tienes que  invertir  todo un marco  de  referencia.  Este  procedimiento es  doloroso en  sus  aplicaciones menores, y verdaderamente  trágico en una  escala  mayor.  Con frecuencia  la  persecución  termina siendo  un intento  de  "justificar"  la  terrible  y errónea  percepción  de  que  Dios  Mismo persiguió a  Su Propio Hijo  en nombre  de  la  salvación. Ni  siquiera  las  mismas  palabras  tienen sentido.  Superar  esto ha  sido sumamente  difícil,  pues  si  bien este  error no es  más  difícil  de  corregir  que  cualquier otro, son muchos  los  que  no han  estado dispuestos  a  abandonarlo en  vista  de  su eminente  valor  como defensa.  Un ejemplo  menos  dramático  es  el  del  padre  que  dice:  "Esto me  duele  a  mí  más  que  a  ti",  y se  siente  exonerado  al  darle  una  paliza  a  su hijo. ¿Crees  que  nuestro Padre  piensa  realmente  así?  Es tan  esencial  eliminar cualquier pensamiento  de  este  tipo que  debemos  asegurarnos  de  que  nada semejante  permanezca  en tu mente.  Yo no fui  "castigado" porque  tú  fueses  malo. La  lección completamente  benévola  que  la  Expiación  enseña  se  echa  a  perder si  se  mancilla  con  cualquiera  de las  formas  en que  esta  clase  de  distorsión se  manifiesta.

3. La  afirmación:  "Mía  es  la  venganza,  dice  el  Señor" es  una  percepción  falsa  mediante  la  cual  uno le  atribuye  a  Dios  su propio pasado "malvado". Ese  pasado  "malvado"  no tiene  nada  que  ver con Dios. Él  no lo creó, ni  tampoco  lo sustenta.  Dios  no cree  en el  castigo.  Su Mente  no crea  de  esa manera. Dios  no tiene  nada  contra  ti  por razón  de  tus  "malas" acciones. ¿Cómo sería  posible entonces  que  me  hubiese  acusado  a  mí  por ellas?  Asegúrate  de  que  reconoces  cuán absolutamente imposible  es  esta  suposición, y también  de  que  procede  enteramente  de  la  proyección. Este  tipo de error  es  responsable  de  una  multitud de  errores  similares,  incluyendo  la  creencia  de  que  Dios rechazó a  Adán y lo expulsó del  Jardín del  Edén. Quizá  por eso piensas  a  veces  que  no te  estoy guiando  bien. He  tomado las  máximas  precauciones  para  usar palabras  que  sean  casi  imposible  de distorsionar, pero siempre  es  posible  tergiversar los  símbolos  si  así  se  desea.

4. El  sacrificio es  una  noción que  Dios  desconoce  por completo. Procede  únicamente  del  miedo, y los  que  tienen  miedo  pueden ser crueles. Cualquier  forma  de  sacrificio es  una  violación  de  mi exhortación  de  que  debes  ser misericordioso al  igual  como  nuestro  Padre  en el  Cielo  lo es.  A muchos  cristianos  les  ha  resultado  difícil  darse  cuenta  de  que  esto les  atañe  a  ellos. Los  buenos maestros  nunca  aterrorizan  a  sus  estudiantes.  Aterrorizar es  atacar, y como resultado  de  ello se produce  un rechazo  de  lo que  el  maestro ofrece,  malográndose  así  el  aprendizaje.

5. Se  me  ha  llamado  correctamente  "el  cordero de  Dios  que  quita  los  pecados  del  mundo",  mas quienes  representan  al  cordero  manchado  de  sangre  no entienden  el  significado  del  símbolo.  Si  se entiende  correctamente, es  un símbolo  muy simple  que  habla  de  mi  inocencia.  El  león  y el  cordero tendidos  el  uno junto al  otro simbolizan  que  la  fuerza  y la  inocencia  no están  en conflicto,  sino que viven  naturalmente  en paz.  "Bienaventurados  los  puros  de  corazón  porque  ellos  verán a  Dios" es otra  forma  de  decir  lo mismo.  Una  mente  pura  conoce  la  verdad  y en eso radica  su fuerza. No confunde  la  destrucción con  la  inocencia  porque  asocia  la  inocencia  con la  fuerza  y no con la debilidad.

6. La  inocencia  es  incapaz  de  sacrificar nada  porque  la  mente  inocente  dispone  de  todo y sólo se esfuerza  por proteger  su plenitud.  No puede  proyectar.  Tan sólo puede  honrar a  otras  mentes  porque honrar  a  otros  es  el  saludo  natural  de  los  verdaderamente  amados  hacia  los  que  son como ellos. El cordero  "quita  los  pecados  del  mundo" en el  sentido de  que  el  estado de  inocencia,  o gracia, es  uno en  que  el  significado  de  la  Expiación  es  perfectamente  obvio.  La  Expiación  carece  por completo de ambigüedad.  Es  perfectamente  inequívoca  porque  existe  en la  luz. Únicamente  los  intentos  de ocultarla  en las  tinieblas  han hecho  que  sea  inaccesible  para  aquellos  que  eligen  no ver.

7. La  Expiación de  por sí  sólo  irradia  verdad. Es, por lo  tanto,  el  epítome  de  la  mansedumbre  y derrama  únicamente  bendiciones. No podría  hacer eso si  procediese  de  cualquier otra  fuente  que  no fuese  la  perfecta  inocencia. La  inocencia  es  sabiduría  porque  no tiene  conciencia  del  mal;  y el  mal no existe. No obstante,  es  perfectamente  consciente  de  todo lo que  es  verdad.  La  resurrección demostró  que  nada  puede  destruir  a  la  verdad. El  bien puede  resistir cualquier  clase  de  mal,  al  igual que  la  luz  disipa  cualquier  clase  de  obscuridad. La  Expiación es, por lo  tanto, la  lección perfecta.  Es la  demostración concluyente  de  que  todas  las  demás  lecciones  que  enseñé  son ciertas. Si  puedes aceptar  esta  generalización  ahora, no tendrás  necesidad  de  aprender  muchas  otras  lecciones  de menor  importancia.  Basta  con  que  creas  esto  para  que  te  liberes  de  todos  tus  errores.

8. La  inocencia  de  Dios  es  el  verdadero  estado mental  de  Su Hijo. En ese  estado tu mente  conoce  a Dios, pues  Dios  no es  algo simbólico;  Dios  es  un Hecho. Cuando  conoces  a  Su Hijo tal  como  es, te das  cuenta  de  que  la  Expiación,  y no el  sacrificio,  es  la  única  ofrenda  apropiada  para  el  altar de Dios, en el  que  sólo la  perfección  tiene  cabida. El  entendimiento de  los  inocentes  es  la  verdad.  Por eso es  por lo que  sus  altares  son verdaderamente  radiantes.

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