miércoles, 24 de abril de 2019

T15. II. El final de las dudas


*T15. II. El final de las dudas*

1. La  Expiación tiene  lugar en el  tiempo, pero no es  para  el  tiempo.  Puesto  que  se  encuentra  en ti, es eterna. Lo  que  encierra  el  recuerdo  de  Dios  no puede  estar  limitado por el  tiempo, del  mismo  modo en  que  tú tampoco puedes  estarlo. Pues  sólo si  Dios  estuviese  limitado, podrías  estarlo tú.  El instante  que  se  le  ofrece  al  Espíritu  Santo se  le  ofrece  a  Dios  en tu  nombre, y en ese  instante despiertas  dulcemente  en Él.  En el  instante  bendito  abandonas  todo  lo que  aprendiste  en  el  pasado, y el  Espíritu  Santo te  ofrece  de  inmediato  la  lección  de  la  paz  en su totalidad.  ¿Cómo iba  a  requerir tiempo  aprender esta  lección cuando  todos  los  obstáculos  que  podrían impedirlo  ya  han sido superados?  La  verdad transciende  al  tiempo  en tal  medida,  que  toda  ella  tiene  lugar simultáneamente. Pues  al  haber  sido creada  como  una  sola, su unicidad  es  completamente independiente  del  tiempo.

2. No permitas  que  el  tiempo sea  motivo de  preocupación  para  ti, ni  tengas  miedo  del  instante  de santidad que  ha  de  eliminar  todo vestigio  de  miedo. Pues  el  instante  de  paz  es  eterno precisamente porque  está  desprovisto de  miedo. Dicho  instante  llegará, ya  que  es  la  lección  que  Dios  te  da  a través  del  Maestro  que  Él  ha  designado para  transformar  el  tiempo en  eternidad. ¡Bendito  sea  el Maestro de  Dios, Cuyo gozo  reside  en mostrarle  al  santo Hijo  de  Dios  su santidad! Su gozo no está circunscrito  al  tiempo.  Sus  enseñanzas  son para  ti  porque  Su gozo  es  el  tuyo.  A  través  de  Él  te  alzas ante  el  altar  de  Dios, donde  Él  dulcemente  transforma  el  infierno en Cielo. Pues  es  únicamente  en el Cielo donde  Dios  quiere  que  estés.

3. ¿Cuánto tiempo se  puede  tardar  en llegar allí  donde  Dios  quiere  que  estés?  Pues  ya  estás  donde siempre  has  estado,  y donde  has  de  estar eternamente.  Todo lo  que  tienes, lo tienes  para  siempre. El instante  bendito se  extiende  para  abarcar al  tiempo, del  mismo modo  en que  Dios  se  extiende  a  Sí Mismo para  abarcarte  a  ti.  Tú que  te  has  pasado días,  horas  e  incluso años  encadenando a  tus hermanos  a  tu ego  a  fin de  apoyarlo y proteger su debilidad, no percibes  la  Fuente  de  la  fortaleza. En  este  instante  santo  liberarás  a  todos  tus  hermanos  de  las  cadenas  que  los  mantienen  prisioneros  y te  negarás  a  apoyar su debilidad o la  tuya.

4. No te  das  cuenta  de  cuán desacertadamente  has  utilizado  a  tus  hermanos  al  considerarlos  fuentes de  apoyo para  el  ego. En tu  percepción, por lo tanto, ellos  dan testimonio  del  ego,  y parecen  darte motivos  para  que  no lo abandones.  Tus  hermanos, no obstante, son testigos  mucho más  poderosos  y mucho  más  convincentes  en  favor del  Espíritu  Santo, Cuya  fortaleza  respaldan.  Eres  tú, por lo tanto, quien  determina  el  que  ellos  apoyen  al  ego o al  Espíritu  Santo en  ti.  Y  reconocerás  cuál  de  ellos  has elegido por sus  reacciones. Siempre  se  puede  reconocer a  un Hijo de  Dios  que  ha  sido liberado  a través  del  Espíritu Santo  en un hermano.  No puede  ser negado. Si  todavía  tienes  dudas, es  tan  sólo porque  no has  otorgado  completa  liberación.  Y  debido  a  ello  todavía  no le  has  dado  al  Espíritu Santo  un solo  instante  completamente.  Pues  cuando  lo hayas  hecho  no te  cabrá  la  menor duda  de que  lo has  hecho. Estarás  seguro porque  Su testigo  hablará  tan claramente  en favor de  Él,  que  oirás y entenderás. Seguirás  dudando hasta  que  oigas  un testigo  al  que  hayas  liberado  completamente  a través  del  Espíritu Santo.  Y  entonces  ya  no dudarás  más.

5.  Aún no has  tenido la  experiencia  del  instante  santo.  Pero la  tendrás  y la  reconocerás  con absoluta certeza.  Ningún regalo  de  Dios  se  reconoce  de  otra  manera. Puedes  practicar el  mecanismo del instante  santo  y aprender mucho de  ello. Mas  no puedes  suplir su deslumbrante  y reluciente  fulgor, que literalmente te cegará sólo con que lo veas, impidiéndote ver este mundo. Y todo ello se encuentra aquí, en este mismo instante, completo, consumado y plenamente otorgado.

6. Empieza ahora a desempeñar el pequeño papel que te corresponde en el proceso de aislar el instante santo. Recibirás instrucciones muy precisas a medida que sigas adelante. Aprender a aislar este segundo y a experimentarlo como algo eterno, es empezar a experimentarte a ti mismo como que no estás separado. No tengas miedo de que no se te vaya a ayudar en esto. El Maestro de Dios y Su lección respaldarán tu fortaleza. Es sólo tu debilidad lo que se desprenderá de ti cuando comiences a practicar esto, pues al hacerlo experimentarás el poder de Dios en ti. Utilízalo aunque sólo sea por un instante, y nunca más lo negarás. ¿Quién puede negar la Presencia de aquello ante lo cual el universo se inclina con júbilo y agradecimiento? Ante el reconocimiento del universo que da testimonio de Ella, tus dudas no pueden sino desaparecer.

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