domingo, 28 de abril de 2019

Lección 121. El perdón es la llave de la felicidad


*Lección 121. El  perdón es  la llave de la felicidad*

1. He  aquí  la  respuesta  a  tu búsqueda  de  paz. He  aquí  lo que  le  dará  significado  a  un mundo que  no parece  tener sentido.  He  aquí  la  senda  que  conduce  a  la  seguridad en  medio de  aparentes  peligros que  parecen  acecharte  en  cada  recodo  del  camino  y socavar todas  tus  esperanzas  de  poder hallar alguna  vez  paz  y tranquilidad.  Con esta  idea  todas  tus  preguntas  quedan  contestadas;  con esta  idea queda  asegurado de  una  vez  por todas  el  fin de  la  incertidumbre.

2. La  mente  que  no perdona  vive  atemorizada,  y no le  da  margen al  amor para  ser lo que  es  ni  para que  pueda  desplegar  sus  alas  en paz  y remontarse  por encima  de  la  confusión del  mundo. La  mente que  no perdona  está  triste, sin esperanzas  de  poder  hallar  alivio  o liberarse  del  dolor. Sufre  y mora en  la  aflicción,  merodeando  en las  tinieblas  sin poder ver nada,  convencida, no obstante, de  que  el peligro la  acecha  allí.

3. La  mente  que  no perdona  vive  atormentada  por la  duda, confundida  con respecto a  sí  misma, así como  con respecto  a  todo lo  que  ve;  atemorizada  y airada.  La  mente  que  no perdona  es  débil  y presumida, tan  temerosa  de  seguir adelante  como  de  quedarse  donde  está,  de  despertar  como  de  irse a  dormir.  Tiene  miedo también  de  cada  sonido  que  oye, pero todavía  más  del  silencio;  la  obscuridad la  aterra,  mas  la  proximidad de  la  luz  la  aterra  todavía  más.  ¿Qué  puede  percibir la  mente  que  no perdona  sino su propia  condenación?  ¿Qué  puede  contemplar sino la  prueba  de  que  todos  sus pecados  son reales?

4. La  mente  que  no perdona  no ve  errores, sino pecados.  Contempla  el  mundo con ojos  invidentes  y da  alaridos  al  ver sus  propias  proyecciones  alzarse  para  arremeter  contra  la  miserable  parodia  que  es su vida.  Desea  vivir, sin embargo, anhela  estar  muerta.  Desea  el  perdón,  sin embargo, ha  perdido toda  esperanza.  Desea  escapar,  sin embargo, no puede  ni  siquiera  concebirlo, pues  ve  pecado por doquier.

5. La  mente  que  no perdona  vive  desesperada,  sin la  menor esperanza  de  que  el  futuro pueda ofrecerle  nada  que  no sea  desesperación.  Ve  sus  juicios  con respecto al  mundo, no obstante,  como algo  irreversible, sin darse  cuenta  de  que  se  ha  condenado  a  sí  misma  a  esta  desesperación.  No cree que  pueda  cambiar,  pues  lo que  ve  da  testimonio de  que  sus  juicios  son acertados.  No pregunta, pues  cree  saber. No cuestiona, convencida  de  que  tiene  razón.

6. El perdón es algo que se adquiere. No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar. Del mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el perdón es algo que tienes que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que representa a tu otro Ser. A través de Él aprendes a perdonar al ser que crees haber hecho, y dejas que desaparezca. Así es como le devuelves tu mente en su totalidad a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.

7. Cada mente que no perdona te brinda una oportunidad más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. Cada una de ellas está esperando a liberarse del infierno a través de ti, y se dirige a ti implorando el Cielo aquí y ahora. No tiene esperanzas, pero tú te conviertes en su esperanza. Y al convertirte en su esperanza, te vuelves la tuya propia. La mente que no perdona tiene que aprender, mediante tu perdón, que se ha salvado del infierno. Y a medida que enseñes salvación, aprenderás lo que es. Sin embargo, todo cuanto enseñes y todo cuanto aprendas no procederá de ti, sino del Maestro que se te dio para que te mostrase el camino.

8. Nuestra práctica de hoy consiste en aprender a perdonar. Si estás dispuesto, hoy puedes aprender a aceptar la llave de la felicidad y a usarla en beneficio propio. Dedicaremos diez minutos por la mañana y otros diez por la noche a aprender cómo otorgar perdón y también cómo recibirlo.

9. La mente que no perdona no cree que dar y recibir sean lo mismo. Hoy trataremos, no obstante, de aprender que son uno y lo mismo practicando el perdón con alguien a quien consideras un enemigo, así como con alguien a quien consideras un amigo. Y a medida que aprendas a verlos a ambos como uno solo, extenderemos la lección hasta ti y veremos que su escape supone el tuyo.

10. Comienza las sesiones de práctica más largas pensando en alguien que no te cae bien, alguien que parece irritarte y con quien lamentarías haberte encontrado; alguien a quien detestas vehementemente o que simplemente tratas de ignorar. La forma en que tu hostilidad se manifiesta es irrelevante. Probablemente ya sabes de quién se trata. Ese mismo vale.

11. Cierra ahora los ojos y, visualizándolo en tu mente, contémplalo por un rato. Trata de percibir algún atisbo de luz en alguna parte de él, algún pequeño destello que nunca antes habías notado. Trata de encontrar alguna chispa de luminosidad brillando a través de la desagradable imagen que de él has formado. Continúa contemplando esa imagen hasta que veas luz en alguna parte de ella, y trata entonces de que esa luz se expanda hasta envolver a dicha persona y transforme esa imagen en algo bueno y hermoso.

12. Contempla esta nueva percepción por un rato, y luego trae a la mente la imagen de alguien a quien consideras un amigo. Trata de transferirle a éste la luz que aprendiste a ver en torno de quien antes fuera tu "enemigo". Percíbelo ahora como algo más que un amigo, pues en esa luz su santidad te muestra a tu salvador, salvado y salvando, sano e íntegro.

13. Permite  entonces  que  él  te  ofrezca  la  luz  que  ves  en él,  y deja  que  tu "enemigo" y tu  amigo  se unan  para  bendecirte  con lo que  tú les  diste.  Ahora  eres  uno con ellos, tal  como ellos  son uno contigo.  Ahora  te  has  perdonado a  ti  mismo. No te  olvides  a  lo largo  del  día  del  papel  que  juega  la salvación en  brindar felicidad  a  todas  las  mentes  que  no perdonan, incluyendo la  tuya.  Cada  vez  que el  reloj  dé  la  hora, di  para  tus  adentros:  El  perdón es  la  llave  de  la  felicidad.  Despertaré  del  sueño de que  soy mortal, falible  y lleno  de  pecado,  y sabré  que  soy el  perfecto  Hijo de  Dios.


~Lección 121 UCDM:
''El perdón es la llave de la felicidad''.

*Comentario:

¡Ésta es una lección magnífica! 
Afirma sin posibilidad de duda, el perdon es la llave de nuestra felicidad si sabemos usarlo correctamente. 
Para ello, tenemos que enfrentarnos a cada una de las ilusiones que aparecen aplicarle el perdón. 

Nuestros pensamientos de conflicto deben ser resueltos pues no se irán por sí mismos. No podemos enterrar la cabeza en la arena. Piensa en la lista de estrategias defensivas que nuestro ego nos convence a usar:

*SE EVADE*
Dejamos de lado el conflicto. Cuando sentimos una pérdida paz, vemos la tele o nos vamos de compras. Cuando vemos un muro entre nuestro hermano y nosotros, nos alejamos o nos ocupamos de un montón de cosas. 
Evitamos enfrentarnos al conflicto en nuestra mente. 

*SE IGNORA*
Aparcamos el tema para “pensar en ello más tarde”, un “más tarde” que nunca parece llegar. 

*SE NIEGA* 
Fingimos que no existe. “¿Yo enfadado? No, estoy bien. No hay problema”. 

*SE ENCUBRE*
Lo disfrazamos, le echamos la culpa a nuestra desilusión o mal humor, a las hormonas, al dolor de cabeza, o a un mal día en el trabajo. Pintamos “de color de rosa” nuestra 
rabia interna, como dice Marianne Williamson: ''Sonreímos y nos tragamos la ira o el dolor''. 
Sea lo que sea que estamos pensando, no puede ser “un pensamiento de asesinato”. 

*SE PROYECTA EN OTRA PARTE*
“¡No es culpa mía! Todo es culpa suya”. 
“No estaría sintiendo estos sentimientos horribles si él no fuese tan condenadamente egoísta”. 

*SE LE LLAMA POR OTRO NOMBRE*
Negamos que lo que estamos sintiendo es odio o ataque, quizá lo llamamos “ira justificada” o “guardar las distancias” o “defender la verdad”. 

Si el conflicto en nuestra mente ha de ser resuelto para que alcancemos la felicidad, no puede ocultarse mediante cualquier clase de engaños.
Estamos intentando ocultar el hecho de que pensamientos de odio, ira, o miedos han entrado en nuestra mente. Esta costumbre establecida de esconder nuestro ego, de encerrarlo en el armario cuando tenemos compañía, tiene que terminar para que podamos escapar del conflicto. 

Esto no significa que, en lugar de esconder nuestro ego, deberíamos hacer alarde de él o satisfacerlo. El propósito no es manifestar el ego sino expulsarlo. Pero no podemos hacerlo si lo ocultamos, y para ello hay que darse cuenta de las estrategias que sigue el ego para que no nos demos cuenta. 

Sin embargo, ésta es sólo una fase de transición, lo que buscamos es la sanación. Por eso la felicidad se alcanza perdonando las ilusiones y los acontecimientos que pensamos que tienen el poder de hacernos daño.

~Comentario adaptado por Edgar Doménech Macías basado en la lección “El perdón pone fin al sueño de conflicto” del blog de Allen Watson.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.