domingo, 28 de abril de 2019

Lección 122. El perdón me ofrece todo lo que deseo


*Lección 122. El perdón me ofrece todo lo que deseo*

1. ¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese ofrecerte? ¿Deseas paz? El perdón te la ofrece. ¿Deseas ser feliz, tener una mente serena, certeza de propósito y una sensación de belleza y de ser valioso que transciende el mundo? ¿Deseas cuidados y seguridad, y disponer siempre del calor de una protección segura? ¿Deseas una quietud que no pueda ser perturbada, una mansedumbre eternamente invulnerable, una profunda y permanente sensación de bienestar, así como un descanso tan perfecto que nada jamás pueda interrumpirlo?

2. El perdón te ofrece todo eso y más. El perdón pone un destello de luz en tus ojos al despertar, y te infunde júbilo con el que hacer frente al día. Acaricia tu frente mientras duermes, y reposa sobre tus párpados para que no tengas sueños de miedo o de maldad, de malicia o de ataque. Y cuando despiertas de nuevo, te ofrece otro día de felicidad y de paz. El perdón te ofrece todo esto y más.

3. El perdón permite que se descorra el velo que oculta la faz de Cristo de aquellos que contemplan el mundo sin piedad. Te permite reconocer al Hijo de Dios, y borra de tu memoria todo pensamiento muerto, de manera que el recuerdo de tu Padre pueda alzarse en el umbral de tu mente. ¿Qué podrías desear que el perdón no pudiese darte? ¿Qué otros regalos aparte de éstos merecen procurarse? ¿Qué imaginado valor, efecto trivial o promesa pasajera que nunca se ha de cumplir puede ofrecerte más esperanza que la que te brinda el perdón?

4. ¿Por qué habrías de buscar una respuesta distinta de la que lo contesta todo? He aquí la respuesta perfecta, la que se da a toda pregunta imperfecta, a las súplicas sin sentido, a tu reticencia a escuchar, a tu poco esmero y a la confianza parcial que tienes. ¡He aquí la respuesta! Deja de buscar. No hallarás ninguna otra en su lugar.

5. El plan de Dios para tu salvación no puede cambiar ni fracasar. Siéntete agradecido de que siga siendo exactamente como Él lo planeó. Su plan se alza inmutable ante ti como una puerta abierta, llamándote desde adentro en cálida bienvenida, exhortándote a que entres y a que te sientas como en tu casa, donde te corresponde estar.

6. ¡He aquí la respuesta! ¿Preferirías quedarte afuera cuando el Cielo en su totalidad te espera adentro? Perdona y serás perdonado. Tal como des, así recibirás. No hay más plan que éste para la salvación del Hijo de Dios. Regocijémonos hoy de que así sea, pues la respuesta que aquí se nos da es clara y explícita, y su sencillez hace que sea inmune al engaño. Todas las complejidades que el mundo ha tejido de frágiles telarañas desaparecen ante el poder y majestuosidad de esta simplísima afirmación de la verdad.

7. ¡He aquí la respuesta! No le des la espalda para irte a vagar sin rumbo otra vez. Acepta ahora la salvación. Es el regalo que te hace Dios, no el mundo. El mundo no puede dar ningún regalo de valor a la mente que ha aceptado como suyo lo que Dios le ha dado. Dios dispone que hoy se reciba la salvación y que los enredos de tus sueños no sigan ocultándote su insubstancialidad.

8. Abre hoy los ojos y contempla un mundo feliz, donde reinan la paz y la seguridad. El perdón es el medio por el que este mundo feliz viene a ocupar el lugar del infierno. Dicho mundo se alza en la quietud para salir al encuentro de tus ojos abiertos y llenar tu corazón de una profunda tranquilidad, según afloran en tu conciencia verdades ancestrales en eterno renacimiento. Lo que entonces recordarás jamás podrá describirse. Sin embargo, tu perdón te lo ofrece.

9. Teniendo presente los regalos que el perdón concede, emprenderemos nuestra práctica de hoy con la esperanza y la fe de que éste será el día en que alcanzaremos la salvación. Hoy la buscaremos gustosamente y con ahínco, sabiendo que tenemos la llave en nuestras manos; y aceptaremos la respuesta que el Cielo ha dado al infierno que nosotros mismos nos hemos labrado, pero en el que ya no queremos permanecer por más tiempo.

10. Dedicaremos gustosamente un cuarto de hora por la mañana y por la noche a la búsqueda que garantiza que al infierno le llegará su fin. Comienza lleno de esperanza, pues hemos llegado al punto donde el camino se vuelve mucho más fácil. Y ahora el trecho que todavía nos queda por recorrer es corto. Estamos en verdad muy cerca del momento que se ha señalado como el final del sueño.

11. Sumérgete en una sensación de felicidad al comienzo de estas sesiones de práctica, pues en ellas hallarás la segura recompensa de preguntas que ya han sido contestadas, así como lo que tu aceptación de esas respuestas te brinda. Hoy se te concederá experimentar la paz que ofrece el perdón y la dicha que te proporciona el descorrimiento del velo.

12. Ante la luz que hoy has de recibir, el mundo se desvanecerá hasta desaparecer por completo, y verás surgir otro mundo para describir al cual no tienes palabras. Ahora nos encaminamos directamente hacia la luz, y recibimos los regalos que han sido salvaguardados para nosotros desde los orígenes del tiempo, los cuales han estado aguardando el día de hoy.

13. El perdón te ofrece todo lo que quieres. Hoy se te conceden todas las cosas que deseas. No pierdas de vista tus regalos a lo largo del día, cuando regreses nuevamente a enfrentarte a un mundo de constantes cambios y sombrías apariencias. Mantén tus regalos claramente en tu conciencia, según ves lo inmutable en medio del cambio y la luz de la verdad tras toda apariencia.

14. No caigas en la tentación de dejar que tus regalos queden sepultados en el olvido, por el contrario, manténlos firmes en tu mente tratando de pensar en ellos por lo menos un minuto cada cuarto de hora. Recuerda cuán preciados son con el siguiente recordatorio, el cual tiene el poder de mantenerlos en tu conciencia a lo largo del día: El perdón me ofrece todo lo que quiero. Hoy he aceptado que esto es verdad. Hoy he recibido los regalos de Dios.


 ~Lección 122 UCDM: 
''El perdón me ofrece todo lo que deseo''. 


*Comentario:


Ayer comentábamos la estrategias que tiene el ego para evitar que nos demos cuenta que está ahí y apliquemos el perdón: Se evade, se ignora, se niega, se encubre, se proyecta en otra parte y se le llama por otro nombre.
De nuestra humildad y nuestro nivel de conciencia depende que sepamos ver las múltiples estrategias que tiene el ego para que no apliquemos el perdón en nuestras vidas.

Continuando con la lección de ayer, hoy expandimos la idea. Tendemos a ''encerrar al ego en el armario'' cuando tenemos visitas, nos ponemos una máscara ficticia, aparentanos ser perfectos, simpáticos, bondadosos, pero cuando las visitas se van, nace la crítica por la identificación con el ego. Esto es por dos motivos:

1- No hemos identificado al ego en nuestros pensamientos (hay personas que ni siquiera admiten o saben que tienen un ego).

2- No hemos deshecho al ego (sabemos que está ahí, pero nos sigue ''cazando'').

En lugar de taparlo, lo que debemos hacer es:

*VER EL CONFLICTO DEL EGO EXACTAMENTE COMO ES*
En otras palabras, reconocer como lo que son: el odio, el ataque, el propio aislamiento (separación), la grandiosidad, la ira, y el deseo de matar.

*VER DONDE SE CREE QUE ESTÁ*
Esto significa ponerte en contacto con la situación tal como el ego la ve. Por ejemplo, admitir que realmente crees que tu esposo es un malvado, o que tú no eres digno de ser amado.

*VER LA REALIDAD QUE SE LE HA OTORGADO*
Aquí reconocemos exactamente lo que pensamos que es la situación, como ego. Entendemos que nos vemos a nosotros mismos como solos en el universo, abriéndonos paso en la vida a zarpazos y sobreviviendo a duras penas.
Admitimos que el conflicto nos parece verdaderamente real. Si no estamos en perfecta paz y constantemente felices, hay una razón, y la razón siempre es algún aspecto del ego al que nos estamos agarrando, pero al mismo tiempo negando. Tenemos que ver la realidad que le hemos dado.

*VER EL PROPÓSITO QUE LE HA ASIGNADO LA MENTE*
Esto necesita verdadera lucidez y honestidad.
El conflicto que sentimos tiene un propósito, un propósito que nuestra mente le ha dado.
El propósito siempre es apoyar nuestro propio ego, siempre alguna forma del ego de separación, alguna ilusión de ser independiente, de tener una existencia separada.
Sea cual sea el conflicto, nosotros le damos su aparente realidad, y lo hacemos por alguna razón demente y oculta del ego.
Aquí es donde descubrimos nuestro miedo al amor, nuestro miedo a unirnos, nuestra adicción a la separación.
Aquí es donde descubrimos nuestra oculta creencia en la culpa y el deseo de castigarnos a nosotros mismos.

Únicamente cuando estamos dispuestos a pasar por esta especie de firme examen de uno mismo, tomando total responsabilidad por nuestros propios pensamientos, se quitarán las defensas del ego, y la verdad será libre para hacer desaparecer al ego.
La verdad es el perdón (1:4 y 2:1); es el perdón el que hace desaparecer todo conflicto y toda duda. Cuando haya descubierto mi propio ego de este modo, perdonar a otros es lo más natural y fácil del mundo, porque he reconocido que mi ego es un invento mío y que la otra persona no tenía nada que ver en ello. He estado actuando por razones dementes que ya no acepto más ni quiero. Pero si esto es cierto sobre mí, debe serlo también sobre todo el mundo. El conflicto no ha sido real, ha sido una ilusión luchando con otra ilusión, el miedo reaccionando ante el miedo. Y con esa comprensión, mi propia culpa se derrite, y queda libre y despejado el camino para que Dios venga.

~Comentario adaptado por Edgar Doménech Macías basado en la lección “El perdón pone fin al sueño de conflicto” del blog de Allen Watson.




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