sábado, 23 de noviembre de 2019

Lección 341. Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo


*Lección 341. Tan  sólo puedo atacar mi  propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo*

1. Padre,  Tu Hijo  es  santo.  Yo soy aquel  a  quien sonríes  con un amor y con una  ternura  tan entrañable,  profunda  y serena  que  el  universo te  devuelve  la  sonrisa  y comparte  Tu Santidad. Cuán puros  y santos  somos  y cuán a  salvo  nos  encontramos  nosotros  que  moramos  en  Tu  Sonrisa, y en quienes  has  volcado  todo  Tu  Amor;  nosotros  que  vivimos  unidos  a  Ti, en  completa  hermandad y Paternidad, y en  inocencia  tan  perfecta  que  el  Señor de  la  Inocencia  nos  concibe  como  Su Hijo:  un universo  de  Pensamiento  que  le  brinda  Su plenitud. 

2. No ataquemos, pues, nuestra  impecabilidad, ya  que  en ella  se  encuentra  la  Palabra  que  Dios  nos ha  dado.  Y  en  su benévolo reflejo nos  salvamos. 

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