sábado, 31 de agosto de 2019

T29. VIII. El anti-Cristo


*T29. VIII. El anti-Cristo*

1. ¿Qué  es  un ídolo?  ¿Crees  saberlo?  Pues  los  ídolos  no se  reconocen como  tales  y nunca  se  ven como  realmente  son. Ése  es  su único  poder.  Su propósito  es  turbio, y son a  la  vez  temidos  y venerados  porque  no sabes  para  qué  son, ni  para  qué  se  concibieron.  Un ídolo  es  una  imagen de  tu hermano a  la  que  atribuyes  más  valor  que  a  él.  Sea  cual  sea  la  forma  de  los  ídolos, los  inventas  para reemplazar a  tu  hermano.  Y  esto  es  lo  que  nunca  se  percibe  o se  reconoce. Mas  así  es, trátese  de  un cuerpo  o de  una  cosa;  de  un lugar  o de  una  situación;  de  una  circunstancia  o de  un objeto que  se posea  o se  desee;  de  un derecho que  se  exija  o de  uno que  ya  se  tenga. 

2. No dejes  que  las  formas  que  adoptan te  engañen,  pues  los  ídolos  no son sino substitutos  de  tu realidad.  De  alguna  manera  crees  que  completan  tu pequeño  yo, ofreciéndote  así  seguridad en un mundo  que  percibes  como peligroso, y en el  que  hay fuerzas  que  se  han aglutinado a  fin de quebrantar tu  confianza  y destruir  tu paz. Crees  que  los  ídolos  tienen el  poder de  remediar  tus deficiencias  y de  proporcionarte  la  valía  que  no tienes.  Todo aquel  que  cree  en ellos  se  convierte  en esclavo de  la  pequeñez  y de  la  pérdida.  Y  así, tiene  que  buscar más  allá  de  su pequeño  yo la  fuerza necesaria  para  levantar la  cabeza  y emanciparse  de  todo el  sufrimiento que  el  mundo refleja.  Ésta  es la  sanción que  pagas  por no buscar  en tu  interior  la  certeza  y la  tranquilidad que  te  libera  del  mundo y que  te  permite  alzarte  por encima  de  él,  en quietud  y en paz. 

3. Un ídolo  es  una  falsa  impresión o una  creencia  falsa;  alguna  forma  de  anti-Cristo  que  constituye una  brecha  entre  el  Cristo y lo que  tú ves. Un ídolo es  un deseo hecho  tangible  al  que  se  le  ha  dado forma,  que  se  percibe  entonces  como real  y se  ve  como algo  externo a  la  mente. No obstante,  sigue siendo  un pensamiento  y no puede  abandonar la  mente  de  la  que  procede.  Ni  tampoco  su forma  es algo  separado de  la  idea  que  representa.  Toda  forma  de  anti-Cristo se  opone  a  Cristo.  Y  pende  ante Su faz  como un obscuro velo  que  parece  separarte  de  Él,  dejándote  solo y desamparado en las tinieblas. La  luz,  sin embargo,  está  ahí.  Una  nube  no puede  apagar el  sol.  Ni  un velo puede  hacer desaparecer aquello  que  parece  dividir, ni  atenuar en  lo más  mínimo  la  luz  misma. 

4. Este  mundo de  ídolos  es  un velo que  cubre  la  faz  de  Cristo  porque  su propósito  es  separarte  de  tu hermano. Es  un propósito tenebroso y temible,  y, sin embargo,  es  un pensamiento  que  ni  siquiera tiene  el  poder de  cambiar  una  brizna  de  hierba  de  algo  vivo a  un signo de  muerte.  Su forma  no está en  ninguna  parte,  pues  su fuente  está  en aquella  parte  de  tu mente  de  la  que  Dios  está  ausente. ¿Dónde  se  encuentra  este  lugar  del  que  se  ha  excluido  y se  ha  mantenido  aparte  lo que  está  en todas partes?  ¿Qué  mano  podría  alzarse  y obstruir  los  designios  de  Dios?  ¿De  quién  es  la  voz  que  podría exigir que  Él  no entrase?  Lo que  se  cree  "más-que-todo" no es  algo  que  deba  hacerte  temblar o que deba  acobardarte. El  enemigo de  Cristo  no está  en  ninguna  parte.  No puede  adoptar  ninguna  forma en  la  que  jamás  pueda  ser real.

5. ¿Qué es un ídolo? ¡Un ídolo no es nada! Se necesita creer en él para que parezca cobrar vida, y se le tiene que dotar de poder para que pueda ser temido. Su vida y su poder son el regalo que le da el que cree en él, y esto es lo que el milagro restituye a lo que sí tiene vida y poder dignos del don del Cielo y de la paz eterna. El milagro no restaura la verdad, que es la luz que el velo no pudo apagar. Simplemente descorre el velo, y deja que la verdad brille libremente, al ser lo que es. La verdad no necesita que se crea en ella para ser lo que es, pues ha sido creada, y, por lo tanto, es. 

6. Un ídolo se establece creyendo en él, y cuando la creencia se abandona, el ídolo "muere". Esto es lo que es el anti-Cristo: la extraña idea de que hay un poder más allá de la omnipotencia, un lugar más allá del infinito y un tiempo que transciende lo eterno. Ahí el mundo de los ídolos ha sido establecido por la idea de que ese poder, lugar y tiempo tienen forma, y de que configuran el mundo en el que lo imposible ha ocurrido. Ahí lo inmortal viene a morir, lo que todo lo abarca a sufrir pérdidas y lo eterno a convertirse en esclavo del tiempo. Ahí lo inmutable cambia, y la paz de Dios, que Él otorgó para siempre a toda cosa viviente, da paso al caos. Y el Hijo de Dios, tan perfecto, impecable y amoroso como su Padre, viene a odiar por un tiempo, a padecer y finalmente a morir. 

7. ¿Dónde están los ídolos? ¡En ninguna parte! ¿Podría haber brechas en lo que es infinito? ¿Podría haber un lugar en el que el tiempo pudiese interrumpir la eternidad? Un paraje de obscuridad allí donde todo es luz o un sombrío nicho dentro de lo que es infinito no tiene un lugar donde poder existir. Los ídolos están más allá de donde Dios ha establecido todas las cosas para siempre, y donde no dejó cabida para nada, excepto Su Voluntad. Un ídolo no es nada, ni se encuentra en ninguna parte, mientras que Dios lo es todo y se encuentra en todas partes. 

8. ¿Cuál es, entonces, el propósito de los ídolos? ¿Cuál es su finalidad? Ésta es la única pregunta para la que hay muchas respuestas, dependiendo de a quién se le haya preguntado. El mundo cree en ídolos. Nadie viene a él a menos que los haya venerado y trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que la realidad no posee. Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen. Tiene que ser más. No importa realmente de qué se trate: más belleza, más inteligencia, más riqueza o incluso más aflicción o dolor. Pero para eso es un ídolo, para darte más de algo. Y cuando uno falla otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que te pueda conseguir más de otra cosa. No te dejes engañar por las formas en que esa "otra cosa" se manifiesta. Un ídolo es un medio para obtener más de algo. Y eso es lo que va en contra de la Voluntad de Dios. 

9. Dios no tiene muchos hijos, sino uno sólo. ¿A cuál de ellos se le puede dar más y a cuál menos? En el Cielo el Hijo de Dios no podría por menos que reírse de la idea de que un ídolo pudiese interrumpir su paz. El Espíritu Santo habla en nombre de ese Hijo, y te dice que los ídolos no tienen ningún propósito aquí. Pues más que el Cielo jamás podrás tener. Y si el Cielo se encuentra en ti, ¿por qué ir en pos de ídolos que lo menoscabarían, creyendo que te van a dar más de lo que Dios os otorgó a tu hermano y a ti, en cuanto que uno con Él? Dios te dio todo lo que existe. Y para asegurarse de que no lo pudieses perder, se lo dio también a toda cosa viviente. Y así, toda cosa viviente es parte de ti, así como de Él. Ningún ídolo puede hacer que seas más que Dios. Mas nunca estarás satisfecho siendo menos. 

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