lunes, 26 de agosto de 2019

T26. VI. El Amigo que Dios te dio


*T26. VI. El Amigo que Dios te dio*

1. Cualquier cosa  en este  mundo  que  creas  que  es  buena  o valiosa,  o que  vale  la  pena  luchar  por ella, te  puede  hacer daño  y lo hará. No porque  tenga  el  poder de  hacerlo, sino únicamente  porque has  negado  que  no es  más  que  una  ilusión, y le  has  otorgado realidad.  Y  así, es  real  para  ti  y no algo que  no es  nada.  Y  al  percibirse  como  real  se  le  abrieron las  puertas  al  mundo  de  las  ilusiones enfermizas.  Toda  creencia  en el  pecado,  en el  poder del  ataque, en  herir y hacer daño, en  el sacrificio  y en la  muerte,  ha  llegado a  ti  de  esa  manera.  Pues  nadie  puede  otorgarle  realidad  a  una sola  ilusión y escaparse  del  resto.  Pues  ¿quién podría  elegir  quedarse  sólo con  aquellas  ilusiones  que prefiere  y,  al  mismo  tiempo, encontrar la  seguridad que  sólo la  verdad  puede  conferir?  ¿Quién podría creer que todas las ilusiones son iguales y, al mismo tiempo, mantener que una de ellas es mejor que las demás? 

2. No vivas tu mísera vida en soledad, con una ilusión como tu único amigo. Ésa no es una amistad digna del Hijo de Dios ni una que pueda satisfacerle. Dios le ha dado, por lo tanto, un Amigo mejor, Uno en Quien reside todo el poder de la tierra y del Cielo. Esa ilusión que tú consideras tu amigo te oculta la gracia y majestad de Aquél, e impide que le des la bienvenida con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón. Aparte de Él no tienes amigos. No busques otro amigo para que ocupe Su lugar. No hay ningún otro. Lo que Dios dispuso no tiene substituto, pues, ¿qué ilusión podría reemplazar a la verdad? 

3. El que mora con sombras está ciertamente solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios. ¿Permitirías que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso fuese para tu Amigo, si te dieses cuenta de que si ese trono está vacío el tuyo estaría vacío y desocupado? No hagas de una ilusión tu amigo, pues si lo haces, ocupará el lugar de Aquel que Dios te dio para que fuese tu Amigo. Y Él es el único Amigo que en realidad tienes. Él te trae regalos que no son de este mundo, y sólo Aquel a Quien se le confiaron puede asegurarse de que tú los recibas. Él los depositará ante tu trono, cuando hagas sitio para Él en el Suyo. 

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