martes, 27 de agosto de 2019

T27. V. El ejemplo de la curación


*T27. V. El ejemplo de la curación*

1. La  única  manera  de  curarse  es  curando.  El  milagro  se  extiende  sin tu ayuda,  pero tú  eres  esencial para  que  pueda  dar comienzo.  Acepta  el  milagro de  curación y se  extenderá  por razón de  lo  que  es. Su naturaleza  es  extenderse  desde  el  instante  en que  nace.  Y  nace  en  el  instante  en  que  se  ofrece  y se recibe. Nadie  puede  pedirle  a  otro que  sane.  Pero puede  permitirse  a  sí  mismo ser sanado,  y así ofrecerle  al  otro  lo que  él  ha  recibido. ¿Quién  podría  ofrecer  a  otro  lo que  él  mismo no tiene?  ¿Y quién  podría  compartir  lo que  se  niega  a  sí  mismo?  El  Espíritu Santo te  habla  a  ti,  no a  otra  persona. Y al  tú escucharle,  Su  Voz  se  extiende  porque  has  aceptado lo  que  Él  dice. 

2. La  salud es  el  testigo  de  la  salud.  Mientras  no se  dé  testimonio  de  ella, no será  convincente. Sirve de  prueba  sólo cuando  ha  sido demostrada,  y para  ello tiene  que  proveer un testigo que  nos  induzca a  creer.  Nadie  se  cura  con mensajes  contradictorios.  Te  curas  cuando  lo único  que  deseas  es  curar. Tu propósito  indiviso hace  que  esto  sea  posible. Pero si  tienes  miedo de  la  curación, entonces  no puede  efectuarse  a  través  de  ti.  Lo único  que  se  requiere  para  que  se  efectúe  una  curación es  que  no haya  miedo.  Los  temerosos  no se  han curado,  por lo tanto, no pueden  curar. Esto  no quiere  decir que para  que  puedas  curar  tenga  que  haber desaparecido  el  conflicto  de  tu mente  para  siempre.  Pues  si así  fuese,  no habría  entonces  necesidad de  curación.  Mas  sí  quiere  decir  que, aunque  sólo  sea  por un instante, tienes  que  amar sin atacar. Un instante  es  suficiente. Los  milagros  no están  circunscritos  al tiempo. 

3. El  instante  santo es  la  morada  de  los  milagros. Desde  allí,  cada  uno de  ellos  viene  a  este  mundo como testigo de un estado mental que ha transcendido el conflicto y ha alcanzado la paz. El instante santo lleva el consuelo de la paz al campo de batalla, demostrando así que la guerra no tiene efectos. Pues todo el dolor que la guerra ha tratado de ocasionar, los cuerpos despedazados y los miembros mutilados, los moribundos gimientes y los muertos silenciosos, son dulcemente elevados y consolados. 

4. Allí donde un milagro ha venido a sanar no hay tristeza. Y lo único que se requiere para que todo esto ocurra es un instante de tu amor sin traza alguna de ataque. En ese instante sanas, y en ese mismo instante se consuma toda curación. ¿Qué podría estar separado de ti, una vez que has aceptado la bendición que el instante santo brinda? No tengas miedo de bendecir, pues Aquel que te bendice ama al mundo y no deja nada en él que pueda ser motivo de miedo. Pero si te niegas a dar tu bendición, el mundo te parecerá ciertamente temible, pues le habrás negado su paz y su consuelo, y lo habrás condenado a la muerte. 

5. Aquel que pudo haber salvado a un mundo tan penosamente despojado de todo, pero que se volvió atrás por temor a ser curado, ¿no vería acaso a ese mundo como una condenación? Los ojos de los moribundos reflejan reproche, y el sufrimiento susurra: "¿De qué tienes miedo?" Examina detenidamente su pregunta. Te la hace en tu nombre. El mundo agonizante tan sólo te pide que dejes de atacarte por un instante, para que él pueda sanar. 

6. Ven al instante santo y sé curado, pues nada de lo que recibes en él se olvida cuando regresas al mundo. Y al haber sido bendecido, traerás bendiciones contigo. Se te da vida para que se la impartas al mundo moribundo. Y los ojos dolientes ya no acusarán, sino que brillarán con agradecimiento hacia ti que los bendijiste. El fulgor del instante santo iluminará tus ojos y les dará visión para que puedan ver la faz de Cristo más allá del sufrimiento. La curación reemplaza al sufrimiento. El que ve uno de ellos no puede percibir el otro, pues ambos no pueden estar presentes a la vez. Y el mundo será el testigo de lo que veas, y dará testimonio de ello. 

7. Así pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación. Sólo necesita una lección que se haya aprendido perfectamente. Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te recordará dulcemente lo que le enseñaste. Debido a su agradecimiento, no dejará de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiese vivir. Invocará a sus testigos para mostrarte la faz de Cristo a ti que les trajiste la visión, gracias a la cual la presenciaron. El mundo de acusación es reemplazado por otro en el que todos los ojos se vuelven amorosamente hacia el Amigo que les trajo su liberación. Y tu hermano percibirá felizmente los muchos amigos que antes consideraba enemigos. 

8. Aunque los problemas no son concretos, se manifiestan en formas concretas, y son estas formas concretas las que configuran el mundo. Nadie entiende la naturaleza de su problema, pues, de lo contrario, ya no estaría ahí para que él lo pudiese ver. La naturaleza misma del problema es que no es un problema. Por lo tanto, mientras él lo perciba, no lo podrá percibir tal como es. La curación, en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas a todas. Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar de sus diferentes formas. La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia, la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como lo mismo, ya que lo único que se puede encontrar en ellas son elementos comunes. Esto, no obstante, sólo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú ves. No eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido. Pero el hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser reales. 

9. Tu curación se extenderá y se aplicará a problemas que no creías eran tus problemas. Y resultará evidente también que todos tus diferentes problemas se resolverán tan pronto como te hayas librado de uno solo de ellos. No puede ser que sus diferencias sean las que hayan hecho que esto sea posible, pues el aprendizaje no puede saltar de una situación a su opuesto y obtener los mismos resultados. Toda curación debe proceder de manera ordenada, de acuerdo con leyes que han sido percibidas correctamente y que no se han violado. No dejes que la manera en que las percibes te haga sentir miedo. Estás equivocado, pero hay Alguien dentro de ti que está en lo cierto. 

10. Deja, pues, la transferencia de tu aprendizaje en manos de Aquel que realmente entiende sus leyes y que se asegurará de que permanezcan invioladas e ilimitadas. Tu papel consiste simplemente en aplicarte a ti mismo lo que Él te ha enseñado; el resto corre de Su cuenta. Así es como los innumerables testigos de tu aprendizaje te probarán el poder de éste. El primer testigo que verás será a tu hermano, pero tras él habrá miles, y tras cada uno de éstos mil más. Puede que cada uno de ellos parezca tener un problema distinto del de los demás. Mas todos se resolverán al unísono. Y su común resolución demostrará que las preguntas no podían haber sido distintas. 

11. ¡Que la paz sea contigo a quien se ofrece curación! Comprenderás que se te da paz cuando aceptas la curación. No necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has beneficiado de ella. Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. Tu curación, así como la de tu hermano, será uno de sus efectos. Dondequiera que vayas contemplarás sus múltiples efectos. Todos los testigos que contemples, no obstante, serán sólo una fracción de los que realmente existen. La infinitud no se puede entender contando todas sus partes separadas. Dios te da las gracias por tu curación, pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo, y, por lo tanto, un regalo que se le hace a Él. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.