miércoles, 14 de agosto de 2019

T25. VII. La roca de la salvación


*T25. VII. La roca de la salvación*

1. No obstante,  si  el  Espíritu Santo  puede  convertir cada  sentencia  que  te  impusiste  a  ti  mismo  en una  bendición,  entonces  no pudo haber  sido un pecado.  El  pecado es  lo único  en todo  el  mundo que no puede  cambiar.  Es  inmutable.  Y  de  su inmutabilidad depende  el  mundo. La  magia  del  mundo parece  ocultar de  los  pecadores  el  dolor del  pecado,  y engañar con  falsos  destellos  y con  ardides. Mas  todo el  mundo sabe  que  el  costo del  pecado  es  la  muerte.  Y  ciertamente  lo es. Pues  el  pecado  es una  petición de  muerte, un deseo  de  hacer  que  los  cimientos  de  este  mundo sean  tan firmes  como el amor, tan  dignos  de  confianza  como  el  Cielo y tan  fuertes  como  Dios  Mismo.  Todo aquel  que  cree que  es  posible  pecar  mantiene  al  mundo excluido  del  amor.  Y  esto no cambiará.  Sin embargo, ¿sería posible  que  lo que  Dios  no creó  compartiese  los  atributos  de  Su creación,  cuando se  opone  a  ella desde  cualquier  punto de  vista?

2. Es  imposible  que  el  deseo  de  morir del  "pecador"  sea  tan  fuerte  como  la  Voluntad de  Dios  por la vida.  Tampoco es  posible  que  los  cimientos  de  un mundo que  Él  no creó  fuesen tan firmes  y seguros como  el  Cielo. ¿Cómo  iba  ser posible  que  el  Cielo  y el  infierno fuesen lo  mismo?  ¿Y  cómo  podría ser que  lo  que  Su  Voluntad  no dispuso no se  pudiese  cambiar?  ¿Qué  otra  cosa  aparte  de  Su  Voluntad es  inmutable?  ¿Y  qué  puede  compartir  sus  atributos, excepto ella  misma?  ¿Qué  deseo puede  alzarse contra  Su  Voluntad,  y ser inmutable?  Si  pudieses  darte  cuenta  de  que  lo  único que  es  inmutable  es  la Voluntad de  Dios, este  curso no te  resultaría  difícil. No obstante,  eso es  precisamente  lo que  no crees. Sin embargo, no podrías  creer nada  más, sólo con que  vieses  lo que  realmente  es.

3.  Volvamos  a  lo que  anteriormente  dijimos, y pensemos  en ello más  detenidamente. Debe  ser, o bien  que  Dios  está  loco,  o bien que  este  mundo  es  un manicomio. Ni  uno solo de  los  Pensamientos de  Dios  tiene  sentido  en este  mundo.  Y  nada  de  lo  que  el  mundo acepta  como  cierto tiene  sentido alguno  en Su Mente. Lo  que  no tiene  sentido  ni  significado es  demente.  Y  lo  que  es  demente  no puede  ser la  verdad.  Si  una  sola  de  las  creencias  que  en  tanta  estima  se  tienen aquí  fuese  cierta, entonces todo Pensamiento que Dios jamás haya tenido sería una ilusión. Pero si uno solo de Sus Pensamientos es cierto, entonces todas las creencias a las que el mundo otorga significado son falsas y absurdas. Ésta es la decisión que tienes ante ti. No trates de verla de otra manera ni de hacer de ella lo que no es. Pues lo único que puedes hacer es tomar esta decisión. El resto depende de Dios, no de ti.

4. Justificar uno solo de los valores que el mundo apoya es negar la cordura de tu Padre y la tuya. Pues Dios y Su Hijo bienamado no piensan de manera diferente. Y es esta concordancia en el pensamiento lo que hace que el Hijo sea un co-creador con la Mente cuyo Pensamiento lo creó a él. De modo que si elige creer en un solo pensamiento que se oponga a la verdad, habrá decidido que él no es el Hijo de su Padre porque el Hijo está loco, y la cordura tiene que ser algo ajeno al Padre y al Hijo. Esto es lo que crees. No pienses que esta creencia depende de la forma en que se manifieste. El que de alguna manera crea que el mundo es cuerdo, que algunas de las cosas que piensa están justificadas o que está sustentando por algún tipo de razón, cree que eso es cierto. El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. Este mundo no tiene sentido porque se basa en el pecado. ¿Quién podría crear lo inmutable si ello no estuviese basado en la verdad?

5. El Espíritu Santo tiene el poder de transformar todos los cimientos del mundo que ves en algo distinto: en una base que no sea demente, sobre la que se puedan sentar los cimientos de una percepción sana y desde la que se puede percibir otro mundo: un mundo en el que nada se opone a lo que conduciría al Hijo de Dios a la cordura y a la felicidad, y en el que nada da testimonio de la muerte ni de la crueldad, de la separación o de las diferencias. Pues ahí todo se percibe como uno, y nadie tiene que perder para que otro gane.

6. Pon a prueba todas tus creencias a la luz de este único requisito, y entiende que todo lo que satisface esta única petición es digno de tu fe. Nada más lo es. Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe al otro como demente y sin sentido. El amor es la base de un mundo que los pecadores perciben como completamente demente, ya que creen que el camino que ellos siguen es el que conduce a la cordura. Mas el pecado es igualmente demente a los ojos del amor, que dulcemente prefieren mirar más allá de la locura y descansar serenamente en la verdad. Tanto el amor como el pecado ven un mundo inmutable, de acuerdo a como cada uno define la inalterable y eterna verdad de lo que eres. Y cada uno refleja un punto de vista de lo que el Padre y el Hijo deben ser para que ese punto de vista sea significativo y cuerdo.

7. Tu función especial es aquella forma en particular que a ti te parece más significativa y sensata para demostrar el hecho de que Dios no es demente. El contenido es el mismo. La forma se adapta a tus necesidades particulares, y al tiempo y lugar concretos en los que crees encontrarte, y donde puedes ser liberado de dichos conceptos, así como de todo lo que crees que te limita. El Hijo de Dios no puede estar limitado por el tiempo, por el espacio ni por ninguna cosa que la Voluntad de Dios no haya dispuesto. No obstante, si se cree que lo que Su Voluntad dispone es una locura, entonces la forma de cordura que la hace más aceptable para los que son dementes requiere una decisión especial. Esta decisión no la pueden tomar los que son dementes, cuyo problema es que sus decisiones no son libres, ni las toman guiados por la razón a la luz del sentido común.

8. Sería ciertamente una locura poner la salvación en manos de los dementes. Pero puesto que Dios no está loco, ha designado a Uno tan cuerdo como Él para que le presente un mundo de mayor cordura a todo aquel que eligió la demencia como su salvación. A Él le es dado elegir la forma más apropiada para ayudar al demente: una que no ataque el mundo que éste ve, sino que se adentre en él calladamente y le muestre que está loco. El Espíritu Santo no hace sino señalarle otra alternativa, otro modo de contemplar lo que antes veía, que él reconoce como el mundo en el que vive, el cual creía entender.

9. Ahora él tiene que poner todo esto en tela de juicio, pues la forma de la alternativa es una que no puede negar, pasar por alto, ni dejar de percibir completamente. La función especial de cada uno está diseñada de modo que se perciba como algo factible, como algo que se desea cada vez más a medida que se le demuestra que es una alternativa que realmente desea. Desde esta perspectiva, su pecaminosidad así como todo el pecado que ve en el mundo, tienen cada vez menos que ofrecerle. Y por fin llega a entender que todo ello le ha costado su cordura y que se interpone entre él y cualquier esperanza de volver a ser cuerdo. Puesto que tiene un papel especial en la liberación de todos sus hermanos, no se le deja sin la posibilidad de escapar de la locura. Sería tan inaudito que se le excluyese y se le dejase sin una función especial en la esperanza de paz, como lo sería que el Padre ignorara a Su Hijo y lo pasase de largo sin ningún miramiento.

10. ¿En qué otra cosa se puede confiar, sino en el Amor de Dios? ¿Y dónde mora la cordura, sino en Él? Aquel que habla por Dios puede mostrarte esto en la alternativa que eligió especialmente para ti. La Voluntad de Dios es que recuerdes esto, y que pases así del más profundo desconsuelo al júbilo perfecto. Acepta la función que se te ha asignado en el plan de Dios para mostrarle a Su Hijo que el infierno y el Cielo son diferentes, no lo mismo. Pero en el Cielo son lo mismo, pues carecen de las diferencias que habrían hecho del Cielo un infierno y del infierno un cielo, si tal demencia hubiese sido posible.

11. La creencia de que es posible perder no es sino el reflejo de la premisa subyacente de que Dios está loco. Pues en este mundo parece que alguien tiene que perder porque otro ganó. Si esto fuese cierto, entonces Dios estaría loco. Mas ¿qué es esa creencia, sino una forma de la premisa más básica según la cual, "El pecado es real y es lo que rige al mundo"? Por cada pequeña ganancia que se obtenga alguien tiene que perder, y pagar el importe exacto con sangre y sufrimiento. Pues, de lo contrario, el mal triunfaría y la destrucción sería el costo total de cualquier ganancia. Tú que crees que Dios está loco, examina esto detenidamente y comprende que, o bien Dios es demente o bien es esto lo que lo es, pero no ambos.

12. La salvación es el renacimiento de la idea de que nadie tiene que perder para que otro gane. Y todo el mundo tiene que ganar, si es que uno solo ha de ganar. Con esto queda restaurada la cordura. Y sobre esta única roca de verdad la fe puede descansar con perfecta confianza y en perfecta paz en la eterna cordura de Dios. La razón queda satisfecha, pues con esto todas las creencias dementes pueden ser corregidas. Y si esto es verdad, el pecado no puede sino ser imposible. Ésta es la roca sobre la que descansa la salvación, el punto estratégico desde el que el Espíritu Santo le confiere significado y dirección al plan en el que tu función especial tiene un papel que jugar. Pues aquí tu función especial se vuelve íntegra porque comparte la función de la totalidad.

13. Recuerda que toda tentación no es más que esto: la creencia descabellada de que la locura de Dios te devolvería la cordura y te daría lo que quisieses, y de que o tú o Dios tenéis que perder frente a la locura porque vuestros objetivos son irreconciliables. La muerte exige vida, pero la vida no cuesta nada. Nadie tiene que sufrir para que la Voluntad de Dios se haga. La salvación es Su Voluntad porque tú la compartes con Él. No es sólo para ti, sino para el Ser que es el Hijo de Dios. Éste no puede perder, pues si pudiese, ello supondría una pérdida para su Padre, y para Él la pérdida es imposible. Y esto es cuerdo porque es la verdad.

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