lunes, 26 de agosto de 2019

T26. VIII. La inminencia de la salvación


*T26. VIII. La inminencia de la salvación*

1. El  único  problema  pendiente  es  que  todavía  ves  un intervalo  entre  el  momento  en que  perdonas  y el  momento en que  recibes  los  beneficios  que  se  derivan de  confiar  en tu hermano.  Esto tan  sólo refleja  la  pequeña  distancia  que  aún deseas  interponer entre  vosotros  para  que  os  mantenga  un poco separados. Pues  el  tiempo  y el  espacio son la  misma  ilusión, pero se  manifiestan  de  forma  diferente. Si  se  ha  proyectado  más  allá  de  tu  mente,  piensas  que  es  el  tiempo.  Cuanto  más  cerca  se  trae  a  tu mente, más  crees  que  es  el  espacio. 

2. Quieres  conservar  cierta  distancia  entre  vosotros  para  que  os  mantenga  separados, y percibes  ese espacio como  el  tiempo porque  aún crees  que  eres  algo externo a  tu  hermano.  Eso hace  que  la confianza  sea  imposible.  Y  no puedes  creer  que  la  confianza  podría  resolver  cualquier problema ahora  mismo. Crees,  por lo tanto,  que  es  más  seguro seguir siendo  un poco cauteloso y continuar vigilando  lo que  percibes  como tus  intereses  separados. Desde  esta  perspectiva  te  es  imposible concebir que  puedas  obtener  lo que  el  perdón te  ofrece  ahora  mismo.  En el  intervalo  que  crees  que existe  entre  dar el  regalo  y recibirlo parece  que  tienes  que  sacrificar  algo y perder  por ello.  Ves  la salvación como  algo  que  tendrá  lugar en el  futuro, pero  no ves  resultados  inmediatos. 

3. Sin embargo,  la  salvación  es  inmediata.  A  no ser que  la  percibas  así,  tendrás  miedo de  ella, creyendo que, entre  el  momento  en que  aceptas  su propósito como el  tuyo propio y el  momento en que  sus  efectos  llegan  hasta  ti,  el  riesgo de  pérdida  es  inmenso. De  esta  manera,  el  error  que  da lugar  al  miedo sigue  oculto.  La  salvación eliminaría  la  brecha  que  todavía  percibes  entre  vosotros  y permitiría  que  os  convirtieseis  en uno instantáneamente.  Y  es  ésto  lo que  crees  que  supondría  una pérdida. No proyectes  este  temor  en el  tiempo, pues  el  tiempo  no es  el  enemigo que  tú percibes. El tiempo  es  tan neutral  como  el  cuerpo,  salvo en lo  que  respecta  al  propósito  que  le  asignas. Mientras todavía  quieras  conservar un pequeño  espacio  entre  vosotros, querrás  tener un poco más  de  tiempo en  el  que  aún  puedas  negar el  perdón.  Y  esto no podrá  sino hacer que  el  intervalo que  transcurre entre  el  momento  en que  niegas  el  perdón y el  momento  en que  lo otorgas  parezca  peligroso, y el terror, justificado. 

4. Mas  el  espacio que  hay  entre  vosotros  es  evidente  sólo  en el  presente, ahora  mismo, y no se puede  percibir  en el  futuro.  Tampoco  es  posible  pasarlo  por alto,  excepto  en el  presente. No es  lo que puedas perder en el futuro lo que temes. Lo que te aterroriza es unirte en el presente. ¿Quién puede sentir desolación, excepto en el momento presente? Una causa futura aún no tiene efectos. Por lo tanto, eso quiere decir que si sientes temor, su causa se encuentra en el presente. Y es esa causa la que necesita corrección, no un estado futuro. 

5. Todos los planes que haces para tu seguridad están centrados en el futuro, donde no puedes planear. Todavía no se le ha asignado ningún propósito al futuro, y lo que va a ocurrir aún no tiene causa. ¿Quién puede predecir efectos que no tienen causa? ¿Y quién podría tener miedo de dichos efectos a no ser que pensase que éstos ya han sido causados y los juzgase como desastrosos ahora? La creencia en el pecado da lugar al miedo, y, al igual que su causa, mira hacia adelante y hacia atrás, pero pasa por alto lo que se encuentra aquí y ahora. Su causa, sin embargo, sólo puede estar aquí y ahora si sus efectos ya se han juzgado como temibles. Mas cuando se pasa esto por alto se protege la causa y se la mantiene alejada de la curación. Pues el milagro es algo que es ahora. Se encuentra ya aquí, en gracia presente, dentro del único intervalo de tiempo que el pecado y el miedo han pasado por alto, pero que, sin embargo, es el único tiempo que hay. 

6. Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto. Pero aceptar que la corrección se puede llevar a cabo parece prolongarse una eternidad. El cambio de propósito que el Espíritu Santo le brindó a tu relación encierra en sí todos los efectos que verás. Éstos se pueden ver ahora. ¿Por qué esperar a que se manifiesten en el transcurso del tiempo, temiendo que tal vez no se den, cuando ya se encuentran aquí? Se te ha dicho que todo lo que procede de Dios es para el bien. Sin embargo, parece como si no fuera así. No es fácil dar crédito de antemano al bien que se presenta en forma de desastre, ni es ésta una idea que tenga sentido. 

7. ¿Por qué habría de aparecer el bien en forma de mal? ¿Y no sería un engaño si lo hiciese? Su causa está aquí, si es que aparece en absoluto. ¿Por qué, entonces, no son evidentes sus efectos? ¿Por qué razón se ven en el futuro? Y procuras contentarte con suspirar y "razonar" que no entiendes esto ahora, pero que algún día lo entenderás y que su significado te resultará claro entonces. Esto no es razonar, pues es injusto, y alude claramente al castigo hasta que el momento de la liberación sea inminente. Pero puesto que el propósito de la relación ha cambiado ahora para el bien, no hay razón para un intervalo en que azote el desastre, el cual se percibirá algún día como algo "bueno", aunque ahora se perciba como doloroso. Esto es un sacrificio del ahora, que no puede ser el precio que el Espíritu Santo exige por lo que ha dado gratuitamente. 

8. Esta ilusión, no obstante, tiene una causa que, aunque falsa, tiene que estar en tu mente ahora. Y esta ilusión es tan sólo un efecto que tu mente engendra y una forma de percibir su resultado. Este intervalo de tiempo, en el que se percibe la represalia como la forma en la que se presenta el "bien", es sólo un aspecto de la diminuta brecha que hay entre vosotros, la cual todavía no se ha perdonado. 9. No te contentes con la idea de una felicidad futura. Eso no significa nada ni es tu justa recompensa. Pues hay causa para ser libre ahora. ¿De qué sirve la libertad en forma de aprisionamiento? ¿Por qué habría de disfrazarse de muerte la liberación? La demora no tiene sentido, y el "razonamiento" que mantiene que los efectos de una causa presente se tienen que posponer hasta un momento futuro, es simplemente una negación del hecho de que causa y consecuencia tienen que darse simultáneamente. No es del tiempo de lo que te tienes que liberar, sino de la diminuta brecha que existe entre vosotros. Y no dejes que ésta se disfrace de tiempo, y que de este modo se perpetúe, ya que al haber cambiado de forma no se puede reconocer como lo que es. El propósito del Espíritu Santo es ahora el tuyo. ¿No debería ser Su felicidad igualmente tuya? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.