sábado, 3 de agosto de 2019

T24. IV. Ser especial en contraposición a ser impecable


*T24. IV. Ser especial en contraposición a ser impecable*

1. Ser especial  implica  una  falta  de  confianza  en  todo el  mundo excepto en ti  mismo.  Depositas  tu fe exclusivamente  en ti.  Todo lo demás  se  convierte  en  tu enemigo:  temido  y atacado,  mortal  y peligroso, detestable  y merecedor  únicamente  de  ser destruido.  Cualquier  gentileza  que  este enemigo te  ofrezca  no es  más  que  un engaño,  pero su odio es  real.  Al  estar  en peligro  de  destrucción tiene  que  matar, y tú te  sientes  atraído  hacia  él  para  matarlo primero.  Tal  es  la  atracción  de  la culpabilidad.  Ahí  se  entrona  a  la  muerte  como el  salvador;  la  crucifixión  se  convierte  ahora  en  la redención, y la  salvación no puede  significar  otra  cosa  que  la  destrucción del  mundo con  excepción de  ti  mismo.

2. ¿Qué  otro  propósito podría  tener  el  cuerpo  sino ser especial?  Esto es  lo  que  hace  que  sea  frágil  e incapaz  de  defenderse  a  sí  mismo. Fue  concebido  para  hacer  que  tú fueses  frágil  e  impotente. La meta  de  la  separación es  su maldición.  Los  cuerpos, no obstante,  no tienen  metas.  Tener  propósitos es  algo  que  es  sólo propio de  la  mente.  Y  las  mentes  pueden  cambiar  si  así  lo  desean.  No pueden cambiar  sus  cualidades  inherentes  ni  sus  atributos, pero sí  pueden  cambiar el  propósito que persiguen,  y al  hacer eso, los  estados  corporales  no pueden sino cambiar  también. El  cuerpo  no puede  hacer  nada  por su cuenta.  Considéralo  un medio  de  herir,  y será  herido. Considéralo un medio para  sanar y sanará.

3. Sólo puedes  hacerte  daño a  ti  mismo.  Hemos  repetido  esto con frecuencia,  pero todavía  resulta difícil  de  entender.  A  las  mentes  empeñadas  en ser especiales  les  resulta  imposible  entenderlo. Pero a  las  que  desean curar  y no atacar les  resulta  muy  obvio. El  propósito del  ataque  se  halla  en la mente, y sus  efectos  sólo  se  pueden  sentir  allí  donde  se  encuentra  dicho  propósito. La  mente  no es algo  limitado,  y a  eso se  debe  que  cualquier propósito perjudicial  le  haga  daño a  toda  ella  cual  una sola.  Nada  podría  tener menos  sentido  para  los  que  se  creen especiales.  Nada  podría  tener mayor sentido  para  los  milagros. Pues  los  milagros  no son sino el  resultado  de  cambiar  del  propósito  de herir  al  de  sanar. Este  cambio  de  propósito  pone  "en peligro"  el  especialismo, pero sólo en  el sentido  de  que  la  verdad supone  una  "amenaza" para  todas  las  ilusiones.  Ante  ella  no pueden quedar en  pie. No obstante,  ¿qué  consuelo  encontraste  jamás  en ellas  para  que  le  niegues  a  tu Padre  el regalo que  te  pide  y para  que  en  lugar de  dárselo  a  Él  se  lo des  a  ellas?  Si  se  lo  das  a  Él, el  universo es  tuyo.  Si  se  lo das  a  las  ilusiones, no recibes  ningún regalo  a  cambio. Lo  que  le  has  dado  a  tu especialismo  te  ha  llevado  a  la  bancarrota, dejando  tus  arcas  yermas  y vacías,  con la  tapa  abierta invitando  a  todo lo que  quiera  perturbar tu  paz  a  que  entre  y destruya.

4.  Te  dije  anteriormente  que  no te  detuvieses  a  examinar  los  medios  con  los  que  se  logra  la salvación, ni  cómo se  alcanza  ésta. Pero examina  detenidamente  si  es  tu  deseo  ver a  tu  hermano libre  de  pecado. Para  todo  aquel  que  se  cree  especial  la  respuesta  tiene  que  ser "no". Un hermano libre  de  pecado es  enemigo de  su especialismo,  mientras  que  el  pecado,  de  ser posible, sería  su amigo. Los  pecados  de  tu hermano justificarían tu especialismo y le  darían  el  significado que  la verdad  le  niega.  Todo  lo que  es  real  proclama  que  él  es  incapaz  de  pecar.  Todo  lo que  es  falso proclama  que  sus  pecados  son reales. Si  es  un pecador, tu realidad  entonces  no es  real, sino únicamente  un sueño de  que  eres  especial  que  dura  sólo  un instante,  antes  de  desmoronarse  y convertirse  en  polvo.

5. No defiendas  este  sueño insensato,  en el  que  Dios  se  halla  privado de  lo  que  ama  y tú te encuentras  más  allá  de  la  posibilidad  de  salvarte. Lo único que  es  seguro en este  mundo cambiante que  no tiene  sentido en  la  realidad  es  esto:  cuando  no estás  completamente  en paz, o cuando experimentas  cualquier clase  de  dolor,  es  que  has  percibido un pecado  en tu hermano y te  has regocijado  por lo que  creíste  ver  en él.  Tu sensación  de  ser especial  pareció estar  a  salvo a  causa  de ello.  Y  así, salvaste  a  lo que  habías  designado  como tu  salvador y crucificaste  al  que  Dios  te  dio en su lugar.  Y  de  este  modo,  estás  en la  misma  encrucijada  que  él, pues  sois  un solo ser. Por lo tanto, el especialismo  es  su "enemigo"  así  como  el  tuyo.

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