sábado, 31 de agosto de 2019

T29. VI. El perdón y el final del tiempo


*T29. VI. El perdón y el final del tiempo*

1. ¿Cuán  dispuesto estás  a  perdonar  a  tu  hermano?  ¿Hasta  qué  punto  deseas  la  paz  en lugar  de  los conflictos  interminables,  el  sufrimiento y el  dolor?  Estas  preguntas  son en realidad  la  misma pregunta, aunque  formuladas  de  manera  diferente. En  el  perdón reside  tu paz,  pues  en él  radica  el fin  de  la  separación y del  sueño de  peligro y destrucción, de  pecado y muerte, de  locura  y asesinato, así  como de  aflicción y pérdida.  Éste  es  el  "sacrificio" que  pide  la  salvación,  y, a  cambio  de  todo ello, gustosamente  ofrece  paz. 

2. ¡No jures  morir, santo Hijo  de  Dios! Pues  eso es  hacer  un trato  que  no puedes  cumplir.  Al  Hijo de la  Vida  no se  le  puede  destruir.  Es  inmortal  como  su Padre.  Lo que  él  es  no puede  ser alterado.  Él  es lo  único en todo  el  universo  que  necesariamente  es  uno sólo.  A  todo lo que  parece  eterno le  llegará su fin. Las  estrellas  desaparecerán, y la  noche  y el  día  dejarán de  ser.  Todas  las  cosas  que  van y vienen, la  marea,  las  estaciones  del  año y las  vidas  de  los  hombres;  todas  las  cosas  que  cambian con el  tiempo y que  florecen y se  marchitan, se  irán  para  no volver  jamás.  Lo eterno  no se  encuentra  allí donde  el  tiempo ha  fijado  un final  para  todo. El  Hijo de  Dios  jamás  puede  cambiar  por razón de  lo que  los  hombres  han hecho  de  él. Será  como siempre  ha  sido y como  es, pues  el  tiempo  no fijó su destino,  ni  marcó la  hora  de  su nacimiento  ni  la  de  su muerte.  El  perdón no lo cambiará.  No obstante, el  tiempo  sólo está  a  la  espera  del  perdón  para  que  las  cosas  del  tiempo puedan desaparecer,  ya  que  no son de  ninguna  utilidad. 

3. Nada  sobrevive  a  su propósito. Si  algo  fue  concebido para  morir,  morirá, a  no ser que  se  niegue  a aceptar  ese  propósito como  propio. El  cambio  es  lo único  que  se  puede  convertir  en una  bendición aquí,  donde  ningún propósito  es  fijo por muy  inmutable  que  parezca  ser. No creas  que  puedes  fijar un objetivo  que  no concuerde  con el  propósito  que  Dios  te  encomendó,  y hacer que  sea  inmutable  y eterno. Puedes  adjudicarte  un propósito que  no te  corresponde  a  ti,  pero no puedes  deshacerte  del poder  de  cambiar de  parecer y establecer otro propósito  en tu mente. 

4. Poder cambiar  es  el  mayor  regalo  que  Dios  le  dio a  todo lo que  tú quisieras  hacer eterno, para asegurarse  de  que  el  Cielo  fuese  lo único  que  no desapareciese. No naciste  para  morir.  Y  no puedes cambiar,  ya  que  tu  función la  fijó  Dios.  Todos  los  demás  objetivos, excepto uno, operan  en el tiempo  y cambian  de  manera  que  éste  se  pueda  perpetuar.  Pues  el  perdón no se  propone  conservar  el tiempo,  sino abolirlo  una  vez  que  deja  de  ser de  utilidad.  Y  una  vez  que  deja  de  ser útil, desaparece. Y ahí  donde  una  vez  parecía  reinar, se  restaura  ahora  a  plena  conciencia  la  función  que  Dios  le encomendó a  Su Hijo.  El  tiempo  no puede  fijar un final  para  el  cumplimiento  de  esta  función  ni para  su inmutabilidad.  La  muerte  no existe  porque  todo lo que  vive  comparte  la  función  que  su Creador  le  asignó.  La  función  de  la  vida  no puede  ser morir.  Tiene  que  ser la  extensión  de  la  vida, para  que  sea  eternamente  una  para  siempre  y sin final. 

5. Este  mundo te  atará  de  pies  y manos  y destruirá  tu  cuerpo únicamente  si  piensas  que  se  construyó para  crucificar al  Hijo de  Dios. Pues  aunque  el  mundo sea  un sueño de  muerte,  no tienes  por qué dejar que  sea  eso para  ti.  Deja  que  esto  cambie, y todas  las  cosas  en  el  mundo  no podrán sino cambiar  también. Pues  aquí  todo  se  define  en función del  propósito que  tú le  asignas. 

6. ¡Qué  bello es  el  mundo cuyo propósito  es  perdonar  al  Hijo de  Dios! ¡Cuán libre  de  miedo está,  y cuán  repleto  de  bendiciones  y felicidad! ¡Y  qué  dicha  es  morar  por un tiempo en un lugar  tan feliz! Mas  no debemos  olvidarnos  de  que  en  un mundo así, no transcurre  mucho  tiempo  antes  de  que  la intemporalidad  venga  calladamente  a  ocupar  el  lugar  del  tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.