miércoles, 4 de diciembre de 2019

PSICOTERAPIA 2. III. El papel del psicoterapeuta


*PSICOTERAPIA 2. III. El papel del psicoterapeuta*

1. El  psicoterapeuta  es  un líder  en el  sentido de  que  camina  ligeramente  delante  del  paciente, y le ayuda  a  evitar algunas  de  las  trampas  del  camino  al  verlas  primero.  Idealmente,  es  también un seguidor,  pues  hay "Uno" que  debe  caminar  delante  de  él  y darle  luz  para  que  vea.  Sin Éste, ambos sólo tropezarán  ciegamente  sin dirección alguna. Sin embargo,  es  imposible  que  Éste  se  halle ausente  del  todo si  la  meta  es  la  sanación.  No obstante, puede  que  no se  Le  reconozca.  Y  de  esta manera  la  pequeña  luz  que  se  puede  aceptar en  ese  momento,  es  todo lo  que  se  tiene  para  iluminar el  camino hacia  la  verdad. 

2. La  sanación  está  restringida  tanto por las  limitaciones  del  psicoterapeuta, como  por las  del paciente.  El  objetivo  del  proceso,  por tanto,  es  trascender estos  límites. Ninguno de  los  dos  puede hacer esto solo, pero  cuando se  unen, se  les  ha  dado la  potencialidad  para  trascender todas  las limitaciones.  Ahora  el  alcance  de  su éxito  depende  de  que  tanto de  su potencialidad están  dispuestos a  usar.  La  voluntad puede  provenir de  cualquiera  de  los  dos  al  principio, y en cuanto el  otro la comparta,  crecerá.  El  progreso se  convierte  en un asunto de  decisión;  puede  alcanzar  casi  hasta  el Cielo o no alejarse  del  infierno más  que  un paso o dos. 

3. Es  muy  posible  que  la  psicoterapia  parezca  fracasar.  Incluso es  posible  que  el  resultado parezca un retroceso. Pero al  final  tiene  que  haber algún éxito.  Uno pide  ayuda;  otro escucha  y trata  de responder en  forma  de  ayuda. Esta  es  la  fórmula  de  la  salvación,  y tiene  que  sanar.  Sólo las  metas divididas  pueden  interferir en la  sanación  perfecta. Un terapeuta  sin ningún  ego podría  sanar el mundo  sin una  palabra,  por el  solo  hecho de  estar  ahí. No necesita  que  nadie  lo  vea  o le  hable  o incluso sepa  de  su existencia.  Su simple  Presencia  es  suficiente  para  sanar. 

4. El  terapeuta  ideal  es  uno con Cristo. Pero la  sanación  es  un proceso, no un hecho. El  terapeuta  no puede  progresar sin el  paciente, y el  paciente  no puede  estar listo para  recibir  a  Cristo o de  lo contrario no podría  estar  enfermo. En  un sentido, el  terapeuta  sin ego es  una  abstracción que  se encuentra  al  final  del  proceso de  sanación,  demasiado  avanzado  para  creer en la  enfermedad y demasiado cerca  de  Dios  para  conservar sus  pies  en la  tierra.  Ahora  él  puede  ayudar  a  través  de aquellos  que  necesitan  ayuda, pues  de  esta  manera  está  llevando  a  cabo el  plan  establecido para  la salvación. El  psicoterapeuta  se  convierte  en  su paciente,  al  trabajar  a  través  de  otros  pacientes  para expresar  sus  pensamientos  a  medida  que  los  recibe  de  la  Mente  de  Cristo. 

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