jueves, 19 de diciembre de 2019

EL CANTO DE ORACIÓN 3. II. Sanación falsa frente a sanación


*EL CANTO DE ORACIÓN 3. II. Sanación falsa frente a sanación*

1. La  falsa  sanación simplemente  hace  un pobre  intercambio de  una  ilusión por otra  "más agradable";  un sueño de  enfermedad por un sueño de  salud. Esto puede  ocurrir en  formas  inferiores de  la  oración,  combinadas  con perdón  bien intencionado  pero aún no comprendido  completamente. Sólo la  falsa  sanación puede  dar paso al  miedo, de  tal  manera  que  la  enfermedad  será  libre  de  volver a  atacar. La  falsa  sanación puede  efectivamente  eliminar una  forma  de  dolor  y enfermedad.  Pero la causa  permanece, y no carecerá  de  efectos. La  causa  es  todavía  el  deseo  de  morir  y vencer al  Cristo. Y con  este  deseo la  muerte  es  una  certeza,  pues  la  oración es  contestada. Pero hay  una  clase  de supuesta  muerte  que  procede  de  una  fuente  distinta. No proviene  de  pensamientos  dañinos  ni  de  una furia  desenfrenada  contra  el  universo. Simplemente  significa  que  le  ha  llegado el  fin a  la  utilidad del funcionamiento del  cuerpo.  Y  así  se  descarta  como  opción, tal  como  se  desecha  un atuendo desgastado. 

2. Eso es  lo  que  la  muerte  debe  ser:  una  elección tranquila,  hecha  con  alegría  y con una  sensación de  paz, puesto que  el  cuerpo  se  ha  usado  amablemente  para  ayudar al  Hijo de  Dios  en el  camino que lo  lleva  a  Dios.  Agradecemos  al  cuerpo,  entonces,  por todo el  servicio que  nos  ha  prestado.  Pero estamos  agradecidos, además,  de  que  ha  llegado el  fin de  la  necesidad de  transitar  por el  mundo  de los  límites, y de  alcanzar  al  Cristo  en formas  ocultas  tras  las  que  vemos  a  lo  sumo  en amorosos destellos.  Ahora  podemos  contemplarlo  sin vendas  en los  ojos, en la  luz  que  hemos  aprendido  a contemplar nuevamente.

3. Lo llamamos muerte, pero es libertad. No viene en formas que parecen ser dolorosamente impuestas sobre una carne renuente, sino como una amable bienvenida a la liberación. Si ha habido verdadera sanación, esta puede ser la forma en la cual la muerte llega cuando es tiempo de descansar un poco de la labor gustosamente realizada y gustosamente terminada. Ahora vamos en paz a climas más suaves y aires más libres, donde no es difícil ver que los regalos que dimos fueron guardados para nosotros. Pues Cristo es más claro ahora; Su visión más sostenida en nosotros; Su Voz, la Palabra de Dios, más ciertamente nuestra. 

4. Este suave pasaje a una oración más elevada, a un amable perdón de las maneras del mundo, sólo puede recibirse con agradecimiento. Pero primero la verdadera sanación tiene que haber llegado a bendecir la mente con amoroso perdón por los pecados con los que soñó y puso sobre el mundo. Ahora sus sueños se desvanecen en tranquilo descanso. Ahora su perdón viene a sanar el mundo y está lista para partir en paz, el viaje concluido y las lecciones aprendidas. 

5. Esto no es muerte de acuerdo con el mundo, pues la muerte es cruel ante sus ojos temerosos y adopta la forma de castigo por el pecado. ¿Cómo podría entonces ser una bendición? Y ¿cómo podría ser bienvenida si se le teme? ¿Qué sanación ha ocurrido en tal visión de lo que es sólo la apertura del portal a una oración más elevada y a una justicia impartida con amor? La muerte es recompensa y no castigo. Pero semejante punto de vista debe ser fomentado por la sanación que el mundo no puede concebir. No hay sanación parcial. Lo que sólo intercambia ilusiones no ha hecho nada. Lo que es falso no puede ser parcialmente cierto. Si estás sanado, tu sanación es completa. El perdón es el único regalo que tú das y que quieres recibir. 

6. La sanación falsa se basa en la sanación del cuerpo, y deja la causa de la enfermedad sin cambio alguno, lista para atacar de nuevo hasta que trae una cruel muerte como aparente victoria. Se puede mantener a raya por algún tiempo, y puede haber un breve respiro mientras aguarda para tomar su venganza contra el Hijo de Dios. Pero no se puede superar hasta que toda la fe en ella se ha hecho a un lado, y depositado en el sustituto de Dios para los sueños malvados; un mundo en el cual no existe velo de pecado que lo mantenga a oscuras y desconsolado. Por fin el portal del Cielo se abre y el Hijo de Dios está libre para entrar en el hogar que está listo para darle la bienvenida, y que fue preparado antes que el tiempo fuese y que aún únicamente lo espera. 

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