viernes, 15 de marzo de 2019

T9. VI. La aceptación de tu hermano


*T9. VI.  La aceptación de tu hermano*

1. ¿Cómo  puedes  hacerte  cada  vez  más  consciente  del  Espíritu  Santo en ti  sino mediante  los  efectos que  Él  produce?  No puedes  verle  con tus  ojos  ni  oírle  con tus  oídos. ¿Cómo  puedes, entonces, percibirle  en absoluto?  Si  inspiras  alegría,  y otros  reaccionan ante  ti  con alegría,  es  que  debe  haber algo  en ti  capaz  de  suscitarla  aunque  tú mismo  no la  estés  experimentando. Por lo tanto, si  se encuentra  en ti  y puede  suscitar  alegría,  y ves  que  ciertamente  la  suscita  en otros, es  que  estás separándote  de  ello dentro de  ti.

2.  Te  parece  que  el  Espíritu Santo no suscita  alegría  de  manera  consistente  en ti,  debido únicamente a  que  tú no suscitas  alegría  de  manera  consistente  en otros. Evalúas  la  consistencia  del  Espíritu Santo  basándote  en  las  reacciones  de  tus  hermanos  ante  ti. Cuando  eres  inconsistente  no siempre produces  alegría,  y de  esta  manera  no siempre  reconoces  Su consistencia. Lo  que  le  ofreces  a  tu hermano se  lo ofreces  a  Él  porque  lo que  Él  da  no puede  exceder  tu ofrecimiento. Esto  no se  debe  a que  Él  ponga  límites  en lo  que  da, sino simplemente  a  que  tú has  puesto límites  en lo que  puedes recibir.  La  decisión de  recibir  es  la  decisión  de  aceptar.

3. Si  tus  hermanos  forman parte  de  ti, ¿porqué  no los  ibas  a  aceptar?  Sólo ellos  pueden  enseñarte  lo que  eres, pues  lo que  aprendes  es  el  resultado  de  lo  que  les  enseñaste.  Lo que  invocas  en ellos  lo invocas  en ti.  Y  al  invocarlo en ellos  cobra  realidad  para  ti. Dios  no tiene  más  que  un Hijo,  y los conoce  a  todos  cual  uno solo. Únicamente  Dios  es  más  que  ellos, pero  ellos  no son menos  que  Él. ¿Quieres  saber lo que  esto  significa?  Si  lo  que  le  haces  a  mi  hermano  me  lo haces  a  mí,  y si  todo lo que  haces  te  lo haces  a  ti  mismo  porque  todos  somos  parte  de  ti,  todo lo que  nosotros  hacemos  es para  ti  también.  Todo  aquel  que  Dios  creó  forma  parte  de  ti  y comparte  Su Gloria  contigo.  Su Gloria le  pertenece  a  Él, pero  te  pertenece  igualmente  a  ti.  No puedes,  por lo tanto,  ser menos  glorioso que Él.

4. Dios  es  más  que  tú  únicamente  porque  El  te  creó,  pero ni  siquiera  esta  capacidad de  crear se reservó Él  sólo para  Sí. Puedes,  por lo tanto,  crear  tal  como Él  lo hizo,  y tu disociación no puede alterar  eso. Ni  la  Luz  de  Dios  ni  la  tuya  se  atenúan por el  hecho de  que  tú no veas. Puesto que  la Filiación  sólo puede  crear como  una  sola  entidad, recuerdas  a  toda  la  creación  cada  vez  que reconoces  parte  de  ella. Cada  parte  que  recuerdas  contribuye  a  tu plenitud porque  cada  parte  está completa. La  plenitud  es  indivisible, pero  no puedes  saber de  la  plenitud que  gozas  hasta  que  no la veas  por todas  partes. Sólo puedes  conocerte  tal  como Dios  conoce  a  Su Hijo, pues  el  conocimiento se  comparte  con Dios. Cuando despiertes  en Él  conocerás  tu grandeza  al  aceptar que  Su infinitud  te pertenece.  Pero mientras  tanto,  juzgarás  tu grandeza  tal  como  juzgues  la  de  tu hermano, y la aceptarás  al  aceptar la  suya.

5. Todavía no estás despierto, pero puedes aprender a despertar. El Espíritu Santo te enseña a despertar a otros de una manera muy simple. A medida que los veas despertar aprenderás lo que significa despertar, y puesto que has elegido despertarlos, su gratitud y aprecio por lo que les has dado te mostrará el valor de despertar. Ellos se convertirán en los testigos de tu realidad, tal como todos vosotros fuisteis creados testigos de la de Dios. Mas cuando la Filiación se unifique y acepte su unicidad se la conocerá por sus creaciones, las cuales dan testimonio de su realidad del mismo modo en que el Hijo da testimonio del Padre.

6. Los milagros no tienen cabida en la eternidad porque son reparadores. Sin embargo, mientras aún necesites curación, tus milagros son los únicos testigos de tu realidad que puedes reconocer. No puedes obrar un milagro para ti mismo porque los milagros son una forma de dar aceptación y de recibirla. En el tiempo, dar ocurre primero, pero en la eternidad, donde no pueden estar separados, dar y recibir ocurren simultáneamente. Cuando hayas aprendido que dar es lo mismo que recibir, ya no habrá necesidad de tiempo.

7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es "siempre". Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuerdes los Brazos abiertos de Dios, y conozcas finalmente Su Mente receptiva. Al igual que Él, tú existes "siempre", en Su Mente y con una mente como la Suya. Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación nacida de un perfecto entendimiento. Sólo con que pudieses aceptar una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. Todo lo demás no significaría nada para ti. El significado de Dios está incompleto sin ti, y tú estás incompleto sin tus creaciones. Acepta a tu hermano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontrarás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. No sabrás que eres un cocreador con Dios hasta que no aprendas que tu hermano es un co-creador contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.