viernes, 26 de julio de 2019

T22. IV. La bifurcación del camino


*T22. IV. La bifurcación del camino*

1. Cuando  llegas  al  lugar  en que  la  bifurcación del  camino  resulta  evidente, no puedes  seguir adelante.  Tienes  que  decidirte  por uno de  los  dos  caminos, pues  si  sigues  adelante  de  la  manera  en que  ibas  antes  de  llegar  a  este  punto,  no llegarás  a  ninguna  parte.  El  único  propósito de  llegar  hasta aquí  fue  decidir cuál  de  los  dos  caminos  vas  a  tomar  ahora. El  trayecto  que  te  condujo  hasta  aquí  ya no importa.  Ya  no tiene  ninguna  utilidad. Nadie  que  haya  llegado  hasta  aquí  puede  decidir equivocadamente;  pero sí  puede  demorarse.  Y  no hay  momento  de  la  jornada  más  frustrante  y desalentador,  que  aquel  en el  que  te  detienes  ahí  donde  el  camino se  bifurca,  indeciso con respecto  a qué  rumbo seguir.

2. Son sólo los  primeros  pasos  por el  camino  recto  los  que  parecen difíciles,  pues  ya  te  has  decidido, si  bien  puede  que  aún creas  que  puedes  volverte  atrás  y elegir  la  otra  alternativa. Pero no es  así. Ninguna  decisión que  se  haya  tomado  y que  cuente  con  el  respaldo  del  poder del  Cielo  puede  ser revocada.  Tu camino ya  se  decidió.  Si  reconoces  esto  no habrá  nada  que  no se  te  diga.

3.  Y  así, tú  y tu hermano  os  encontráis  ahí  en ese  santo  lugar, ante  el  velo de  pecado que  pende  entre vosotros  y la  faz  de  Cristo.  ¡Dejad que  sea  descorrido! ¡Descorredlo juntos! Pues  es  sólo un velo  lo que  se  interpone  entre  vosotros. Por separado, cada  uno de  vosotros  lo veréis  como un sólido  muro y no os  daréis  cuenta  de  lo delgado  que  es  el  cortinaje  que  ahora  os  separa.  Aun así,  éste  ya  casi  ha sido eliminado de  vuestra  conciencia,  e  incluso  aquí, ante  el  velo, la  paz  ha  venido a  vosotros. Piensa  en lo que  os  espera  después:  el  amor  de  Cristo iluminará  vuestros  rostros  e  irradiará  desde ellos  a  un mundo en  penumbra  y con necesidad  de  luz.  Y  desde  este  santo lugar  Él  regresará  con vosotros, sin irse  de  él  y sin abandonaros. Os  convertiréis  en Sus  mensajeros,  al  restituirlo  a  Él  a  Sí Mismo.

4. ¡Pensad en la  hermosura  que  veréis, vosotros  que  camináis  a  Su lado! ¡Y  pensad  cuán bello  os parecerá  el  otro! ¡Cuán  felices  os  sentiréis  de  estar juntos  después  de  una  jornada  tan larga  y solitaria  en la  que  caminabais  por separado!  Las  puertas  del  Cielo, francas  ya  para  vosotros, las abriréis  ahora  para  los  que  aún  sufren.  Y  nadie  que  mire  al  Cristo en vosotros  dejará  de  regocijarse. ¡Qué  bello es  el  panorama  que  visteis  más  allá  del  velo y que  ahora  llevaréis  para  iluminar los cansados  ojos  de  aquellos  que  todavía  están tan  extenuados  como una  vez  lo estuvisteis  vosotros! ¡Cuán  agradecidos  estarán de  veros  llegar  y ofrecer el  perdón de  Cristo  para  desvanecer así  la  fe  que ellos  aún tienen en  el  pecado!

5. Cualquier error  que  cometas, el  otro ya  lo  habrá  corregido  tiernamente  por ti.  Pues  para  él  tu hermosura  es  su salvación, y la  quiere  proteger  de  cualquier daño.  Y  cada  uno será  para  el  otro  su firme  defensor contra  todo  lo que  parezca  surgir para  separaros.  Y  así  caminaréis  por el  mundo conmigo, pues  tengo  un mensaje  que  aún no se  ha  llevado  a  todos.  Y  vosotros  estáis  aquí  para permitir  que  se  reciba. La  oferta  de  Dios  todavía  sigue  en pie,  pero aguarda  aceptación.  Se  recibe  de vosotros  que  la  habéis  aceptado.  En vuestras  manos  unidas  se  deposita  confiadamente,  pues vosotros  que  la  compartís  os  habéis  convertido en  sus  devotos  guardianes  y protectores.

6.  A  todos  aquellos  que  comparten el  Amor de  Dios  se  les  concede  la  gracia  de  ser los  dadores  de  lo que  han recibido.  Y  así  aprenden  que  es  suyo para  siempre.  Todas  las  barreras  desaparecen ante  su llegada,  de  la  misma  manera  en que  cada  obstáculo  que  antes  parecía  bloquear  su camino quedó finalmente  superado.  Ese  velo que  tú y tu hermano descorréis  juntos  os  abre  el  camino  a  la  verdad y se  lo  abre  también  a  otros. Los  que  permiten  que  se  les  libere  de  las  ilusiones  de  sus  mentes  son los salvadores  de  este  mundo,  y caminan por él  con su Redentor,  llevando  Su mensaje  de  esperanza, libertad y emancipación del sufrimiento a todo aquel que necesite un milagro para salvarse.

7. ¡Qué fácil es ofrecer este milagro a todos! Nadie que lo haya recibido tendría dificultad alguna en darlo. Pues al recibirlo aprendió que no se le daba solamente a él. Tal es la función de una relación santa: que recibáis juntos y que deis tal como recibáis. Cuando se está ante el velo, esto todavía parece difícil. Pero si extendéis vuestras manos unidas y tocáis eso que parece un denso muro, notaréis con cuánta facilidad se deslizan vuestros dedos a través de su insubstancialidad. Ese muro no es sólido en absoluto. Y es sólo una ilusión lo que se interpone entre tú y tu hermano y el santo Ser que compartís.

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