sábado, 20 de julio de 2019

T21. VIII. El cambio interno


*T21. VIII. El cambio interno*

1. ¿Son, entonces, peligrosos  los  pensamientos?  ¡Para  los  cuerpos  sí! Los  pensamientos  que  parecen destruir  son aquellos  que  le  enseñan  al  pensador que  él  puede  ser destruido.  Y  así, "muere"  por razón  de  lo que  aprendió. Pasa  de  la  vida  a  la  muerte,  la  prueba  final  de  que  valoró  lo efímero más que  lo constante.  Seguramente  creyó  que  quería  la  felicidad. Mas  no la  deseó  porque  la  felicidad es la  verdad, y,  por lo tanto,  tiene  que  ser constante.

2. Una  dicha  constante  es  una  condición completamente  ajena  a  tu entendimiento. No obstante,  si pudieses  imaginarte  cómo sería  eso, lo desearías  aunque  no lo entendieses. En  esa  condición de constante  dicha  no hay excepciones  ni  cambios  de  ninguna  clase. Es  tan inquebrantable  como  lo es el  Amor de  Dios  por Su creación.  Al  estar tan  segura  de  su visión como  su Creador  lo está  de  lo que Él  sabe, la  felicidad contempla  todo  y ve  que  todo es  uno. No ve  lo  efímero,  pues  desea  que  todo sea  como ella  misma, y así  lo  ve. Nada  tiene  el  poder de  alterar  su constancia  porque  su propio deseo no puede  ser conmovido.  Les  llega  a  aquellos  que  comprenden  que  la  última  pregunta  es necesaria  para  que  las  demás  queden  contestadas,  del  mismo  modo en que  la  paz  tiene  que  llegarles a  quienes  eligen curar  y no juzgar.

3. La  razón te  dirá  que  no puedes  pedir  felicidad de  una  manera  inconsistente. Pues  si  lo que  deseas se  te  concede,  y la  felicidad es  constante, entonces  no necesitas  pedirla  más  que  una  sola  vez  para gozar  de  ella  eternamente.  Y  si  siendo lo  que  es  no gozas  de  ella  siempre, es  que  no la  pediste.  Pues nadie  deja  de  pedir  lo que  desea  a  lo que  cree  que  tiene  la  capacidad  de  concedérselo.  Tal  vez  esté equivocado con  respecto a  lo que  pide,  dónde  lo pide  y a  qué  se  lo  pide. No obstante,  pedirá  porque desear  algo es  una  solicitud,  una  petición, hecha  por alguien a  quien Dios  Mismo nunca  dejaría  de responder.  Dios  ya  le  ha  dado todo lo que  él  realmente  quiere. Mas  aquello  de  lo que  no está  seguro, Dios  no se  lo puede  dar. Pues  mientras  siga  estando  inseguro es  que  no lo  desea  realmente, y la dación de  Dios  no podría  ser completa  a  menos  que  se  reciba.

4.  Tú que  completas  la  Voluntad de  Dios  y que  eres  Su felicidad;  tú cuya  voluntad es  tan  poderosa como  la  Suya, la  cual  es  un poder que  no puedes  perder  ni  en  tus  ilusiones, piensa  detenidamente por qué  razón no has  decidido todavía  cómo  vas  a  contestar la  última  pregunta.  Tu  respuesta  a  las otras  te  ha  ayudado  a  estar  parcialmente  cuerdo.  Es  la  última,  no obstante,  la  que  realmente pregunta  si  estás  dispuesto  a  estar completamente  cuerdo.

5. ¿Qué  es  el  instante  santo, sino el  llamamiento  de  Dios  a  que  reconozcas  lo que  Él  te  ha  dado?  He aquí  el  gran  llamamiento a  la  razón;  a  la  conciencia  de  lo que  siempre  está  ahí  a  la  vista;  a  la felicidad que  podría  ser siempre  tuya. He  aquí  la  paz  constante  que  podrías  experimentar siempre. He  aquí  revelado  ante  ti  lo  que  la  negación  ha  negado. Pues  aquí  la  última  pregunta  ya  está contestada,  y lo que  pides, concedido.  Aquí  el  futuro  es  ahora, pues  el  tiempo  es  impotente  ante  tu deseo de  lo que  nunca  ha  de  cambiar. Pues  has  pedido que  nada  se  interponga  entre  la  santidad de  tu relación  y tu conciencia  de  esa  santidad.

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