lunes, 3 de junio de 2019

T17. V. La relación que ha sanado


*T17. V. La relación que ha sanado* 


1. La  relación santa  es  la  expresión  del  instante  santo  mientras  uno viva  en este  mundo.  Como todo lo  relativo a  la  salvación, el  instante  santo es  un dispositivo  práctico, del  que  dan fe  sus  resultados. El  instante  santo nunca  falla. La  experiencia  que  suscita  siempre  se  deja  sentir.  Mas  si  no se expresa,  no se  puede  recordar. La  relación santa  es  un constante  recordatorio de  la  experiencia  en la que  la  relación  se  convirtió  en lo que  es.  Y  así  como  la  relación  no santa  es  un continuo himno  de odio  en alabanza  de  su hacedor, así  también la  relación santa  es  un feliz  cántico de  alabanza  al Redentor de  las  relaciones.

2. La  relación santa,  que  es  un paso crucial  hacia  la  percepción del  mundo real, es  algo  que  se aprende. Es  la  relación no santa  de  antes, pero  transformada  y vista  con otros  ojos. La  relación santa es  un logro  educativo  extraordinario.  La  relación  santa  es  en todos  sus  aspectos  -comienzo, desarrollo y consumación- lo  opuesto  a  la  relación no santa.  Consuélate  con esto:  la  única  fase  que es  difícil  es  el  comienzo.  Pues  en  esa  etapa,  el  objetivo  de  la  relación  cambia  de  súbito  a exactamente  lo opuesto de  lo que  era  antes. Éste  es  el  primer resultado que  se  obtiene  cuando  se ofrece  la  relación al  Espíritu  Santo, a  fin  de  que  Él  se  valga  de  ella  para  Sus  fines.

3. El  Espíritu  Santo acepta  esta  invitación  inmediatamente  y no se  demora  ni  un instante  en ofrecerte  los  resultados  prácticos  derivados  de  haberle  pedido  que  intervenga. Su objetivo reemplaza  al  tuyo de  inmediato. Esto  tiene  lugar muy  pronto, pero parece  alterar  la  relación, descoyuntarla,  e  incluso producir gran tensión.  La  razón  de  ello es  muy obvia:  la  relación, tal  como es  ahora,  no está  en armonía  con su propio propósito, y es  claramente  inadecuada  para  el  nuevo propósito  que  se  aceptó  para  ella.  En su condición  profana, tu  objetivo  era  lo  único que  parecía darle  significado.  Ahora  no parece  tener ningún  sentido. Muchas  relaciones  se  rompen  en este punto,  reanudándose  la  búsqueda  del  viejo  objetivo  en otra  relación. Pues  una  vez  que  la  relación  no santa  acepta  el  objetivo  de  la  santidad,  jamás  puede  volver  a  ser lo que  era  antes.

4. La  tentación  del  ego se  vuelve  extremadamente  intensa  con este  cambio  de  objetivos. Pues  la relación  no ha  cambiado aún  lo suficiente  como  para  mantenerse  completamente  inmune  a  la atracción  de  su objetivo previo,  y su estructura  se  ve  "amenazada" cuando  se  reconoce  lo inadecuada  que  es  para  satisfacer  su nuevo propósito.  El  conflicto  entre  el  objetivo  y la  estructura de  la  relación  es  tan evidente, que  no pueden coexistir.  Mas  ahora  no se  puede  cambiar  el  objetivo. Pues  al  haber quedado  firmemente  establecido en  la  relación  no santa, no queda  otra  alternativa  que la  de  cambiar  la  relación  para  acomodarlo. Hasta  que  esta  feliz  solución no se  vea  y se  acepte  como la  única  manera  de  poner fin  al  conflicto,  la  relación  parecerá  tener  serias  dificultades.

5. Cambiar el  objetivo gradualmente  no sería  más  benévolo,  pues  el  contraste  perdería  definición y ello le  daría  tiempo  al  ego  para  re-interpretar cada  paso a  su antojo.  Sólo  un cambio  de  propósito radical  puede  producir  un cambio  de  parecer absoluto  con respecto  al  objetivo  de  la  relación.  Según va  produciéndose  este  cambio  y hasta  que  finalmente  se  logra, la  relación se  vuelve progresivamente  más  grata  y benéfica. Pero al  principio, la  situación  se  experimenta  como muy precaria.  Pues  es  una  relación  que  dos  individuos  emprendieron  para  perseguir  sus  fines  profanos, que  de  pronto tiene  por objetivo  a  la  santidad. Cuando dichos  individuos  contemplan su relación desde  el  punto de  vista  de  este  nuevo propósito,  se  sienten inevitablemente  horrorizados. Su percepción  de  la  relación  puede  incluso volverse  bastante  errática. Sin embargo,  la  manera  en que su percepción estaba  organizada  antes  ya  no sirve  para  el  objetivo que  han acordado  alcanzar.

6.  Ahora  es  el  momento en  que  hay que  tener fe. Permitiste  que  el  objetivo se  estableciese  por ti. Eso fue  un acto de  fe. No pierdas  la  fe, ahora  que  se  te  están  brindando las  recompensas  por tener fe.  Si  creíste  que  el  Espíritu  Santo estaba  presente  para  aceptar la  relación, ¿por qué  no ibas  a  creer ahora  que  todavía  sigue  presente  para  purificar  lo que  aceptó  dirigir?  Ten  fe  en tu  hermano durante lo  que  tan sólo parece  ser un período  difícil.  El  objetivo ya  está  establecido.  Y  la  cordura  es  el propósito  de  tu relación.  Pues  la  relación que  tienes  ahora  es  una  relación demente,  reconocida como  tal  a  la  luz  de  su objetivo.

7. Ahora el ego te aconseja: "Substituye esta relación por otra en la que puedas volver a perseguir tu viejo objetivo. La única manera de librarte de la angustia es deshaciéndote de tu hermano. No tienes que separarte de él del todo si no quieres hacerlo. Pero tienes que excluir de él gran parte de tus fantasías para poder conservar tu cordura". ¡No hagas caso de estos consejos! Ten fe en Aquel que te contestó. Él te oyó. ¿Acaso no fue muy explícito en Su respuesta? Ya no estás completamente loco. ¿Puedes acaso negar que Él fue muy explícito en lo que te dijo? Ahora te pide que sigas teniendo fe por algún tiempo, aunque te sientas desorientado. Pues eso pasará, y verás emerger lo que justifica tu fe, brindándote una incuestionable convicción. No abandones al Espíritu Santo ahora, ni abandones a tu hermano. Esta relación ha vuelto a nacer como una relación santa.

8. Acepta gustosamente lo que no entiendes, y deja que se te explique a medida que percibes cómo opera en ella este nuevo propósito para hacerla santa. No te faltarán oportunidades de culpar a tu hermano por el "fracaso" de vuestra relación, pues habrá momentos en que ésta parecerá no tener ningún propósito. Una sensación de estar vagando a la deriva vendrá a atormentarte y a recordarte las múltiples maneras en que antes solías buscar satisfacción y en las que creíste haberla encontrado. No te olvides del dolor que en realidad encontraste, ni le infundas vida a tu desfallecido ego. Pues tu relación no ha sido destruida. Ha sido salvada.

9. Eres muy inexperto en lo que respecta a la salvación, y crees que has perdido el rumbo. Lo que has perdido es tu manera de alcanzar la salvación, pero no pienses que eso es una pérdida. En tu inexperiencia, recuerda que tu hermano y tú habéis comenzado de nuevo juntos. Dale la mano, y caminad el uno al lado del otro por una senda que os es más familiar de lo que ahora creéis. ¿No es acaso inevitable que recuerdes un objetivo que nunca ha cambiado ni cambiará jamás? Pues has elegido el objetivo de Dios, del que tu verdadera intención nunca estuvo ausente.

10. El himno de la libertad se oye por toda la Filiación, como eco jubiloso de tu decisión. Te has unido a muchos en el instante santo, y ellos se han unido a ti. No pienses que tu decisión te dejará desconsolado, pues Dios Mismo ha bendecido tu relación santa. Únete a Él en Su bendición, y no dejes de ofrecerle la tuya también. Pues lo único que necesita ahora es tu bendición, para que puedas ver que la salvación reside en ella. No condenes la salvación, pues ha venido a ti. Y dadle la bienvenida juntos, pues ha venido a uniros en una relación en la que toda la Filiación es bendecida al unísono.

11. Decidisteis de mutuo acuerdo invitar al Espíritu Santo a vuestra relación. De no haber sido así, Él no habría podido entrar a formar parte de ella. Tal vez hayas cometido muchos errores desde entonces, pero también has realizado enormes esfuerzos para ayudarle a llevar a cabo Su labor. Y Él no ha dejado de apreciar todo lo que has hecho por Él, ni se fija en absoluto en los errores que cometes. ¿Le has estado igualmente agradecido a tu hermano? ¿Has apreciado sistemáticamente sus meritorios esfuerzos y pasado por alto sus errores? ¿O ha fluctuado tu aprecio menguando progresivamente a la luz de sus errores? Tal vez estés ahora iniciando una campaña para culparle por la incomodidad de la situación en que os encontráis. Y debido a esa falta de aprecio y gratitud te incapacitas a ti mismo para expresar el instante santo, y, de ese modo, lo pierdes de vista.

12. La experiencia de un instante, por muy convincente que sea, se olvida fácilmente si permites que el tiempo la sepulte. Tiene que mantenerse brillando y llena de gracia en tu conciencia del tiempo, pero no oculta dentro de él. El instante perdura. ¿Pero dónde estás tú? Darle las gracias a tu hermano es apreciar el instante santo, y permitir, por lo tanto, que sus resultados sean aceptados y compartidos. Atacar a tu hermano no hace que se pierda el instante, pero sí anula el poder de sus efectos.

13. Has recibido el instante santo, pero tal vez has dado lugar a una condición que te impide utilizarlo. Como resultado de ello, no te das cuenta de que aún sigue contigo. Y al haberte separado de su expresión, te has negado a ti mismo su beneficio. Cada vez que atacas a tu hermano refuerzas esto, pues el ataque impide que te veas a ti mismo. Y es imposible que te niegues a ti mismo, y al mismo tiempo puedas reconocer lo que se te ha dado y lo que has recibido.

14. Tanto tú como tu hermano os encontráis juntos en la santa presencia de la verdad misma. Aquí se encuentra el objetivo, junto con vosotros. ¿No crees que el objetivo mismo hará los arreglos necesarios para su consecución? Es precisamente esta discrepancia entre el propósito que se ha aceptado y los medios tal como los usas ahora, lo que parece hacerte sufrir, si bien ello le es grato al Cielo. Si el Cielo fuese algo externo a ti, no podrías compartir su júbilo. Pero puesto que está dentro de ti, su júbilo es también el tuyo. Os une un propósito común, pero todavía permanecéis separados y divididos con respecto a los medios. El objetivo, no obstante, ya está establecido y es fijo, firme e inalterable, y los medios se amoldarán a él debido a la inevitabilidad del objetivo. Y compartiréis el júbilo de la Filiación de que ello sea así.

15. A medida que empieces a reconocer y a aceptar los regalos que tan desprendidamente has dado a tu hermano, empezarás a aceptar asimismo los efectos del instante santo y a usarlos para corregir todos tus errores y liberarte de sus resultados. Y al aprender esto, habrás aprendido también cómo liberar a toda la Filiación, y cómo ofrecérsela con alegría y gratitud a Aquel que te dio tu liberación y que desea extenderla a través de ti.

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