domingo, 30 de junio de 2019

Lección 181. Confío en mis hermanos, que son uno conmigo


*Lección 181. Confío en mis hermanos, que son uno conmigo*

1. Confiar en tus hermanos es esencial para establecer y sustentar tu fe en tu propia capacidad para transcender tus dudas y tu falta de absoluta convicción en ti mismo. Cuando atacas a un hermano, proclamas que está limitado por lo que tú has percibido en él. No estás viendo más allá de sus errores. Por el contrario, éstos se exageran, convirtiéndose en obstáculos que te impiden tener conciencia del Ser que se encuentra más allá de tus propios errores, así como de sus aparentes pecados y de los tuyos.

2. La percepción tiene un enfoque. Eso es lo que hace que lo que ves sea consistente. Cambia de enfoque, y, lo que contemples, consecuentemente cambiará. Ahora se producirá un cambio en tu visión para apoyar la intención que ha reemplazado a la que antes tenías. Deja de concentrarte en los pecados de tu hermano, y experimentarás la paz que resulta de tener fe en la impecabilidad. El único apoyo que esta fe recibe procede de lo que ves en otros más allá de sus pecados. Pues sus errores, si te concentras en ellos, no son sino testigos de tus propios pecados. Y no podrás sino verlos, lo cual te impedirá ver la impecabilidad que se encuentra más allá de ellos.

3. En nuestras prácticas de hoy, por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es dejar que todos esos insignificantes enfoques den paso a la gran necesidad que tenemos de que nuestra impecabilidad se haga evidente. Damos instrucciones a nuestras mentes para que, por un breve intervalo, eso, y sólo eso, sea lo que busquen. No vamos a preocuparnos por objetivos futuros. Lo que vimos un instante antes no nos preocupará en absoluto dentro de este lapso de tiempo en el que nuestra práctica consiste en cambiar de intención. Buscamos la inocencia y nada más. Y la buscamos sin interesarnos por nada que no sea el ahora.

4. Uno de los mayores obstáculos que ha impedido tu éxito ha sido tu dedicación a metas pasadas y futuras. El que las metas que propugna este curso sean tan extremadamente diferentes de las que tenías antes ha sido motivo de preocupación para ti. Y también te has sentido consternado por el pensamiento restrictivo y deprimente de que, incluso si tuvieses éxito, volverías inevitablemente a perder el rumbo.

5. ¿Por qué habría de ser esto motivo de preocupación? Pues el pasado ya pasó y el futuro es tan solo algo imaginario. Preocupaciones de esta índole no son sino defensas para impedir que cambiemos el enfoque de nuestra percepción en el presente. Nada más. Vamos a dejar de lado estas absurdas limitaciones por un momento. No vamos a recurrir a creencias pasadas, ni a dejar que lo que hayamos de creer en el futuro nos estorbe ahora. Damos comienzo a nuestra sesión de práctica con un solo propósito: ver la impecabilidad que mora dentro de nosotros.

6. Reconoceremos que hemos perdido de vista este objetivo si de alguna manera la ira se interpone en nuestro camino. Y si se nos ocurre pensar en los pecados de un hermano, nuestro restringido foco nos nublará la vista y nos hará volver los ojos hacia nuestros propios errores, que exageraremos y llamaremos "pecados". De modo que, por un breve intervalo, de surgir tales obstáculos, los transcenderemos sin ocuparnos del pasado o del futuro, dando instrucciones a nuestras mentes para que cambien de foco, según decimos: No es esto lo que quiero contemplar. Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

7. Y nos valdremos asimismo de este pensamiento para mantenernos a salvo a lo largo del día. No estamos interesados en metas a largo plazo. Conforme cada uno de los obstáculos nuble la visión de nuestra impecabilidad, lo único que nos interesará será poner fin, por un instante, al dolor que, de concentrarnos en el pecado experimentaríamos, y que, de no corregirlo, persistiría.

8. No vamos en pos de fantasías. Pues lo que procuramos contemplar está realmente ahí. Y conforme nuestro foco se extienda más allá del error, veremos un mundo completamente impecable. Y cuando esto sea lo único que queramos ver y lo único que busquemos en nombre de la verdadera percepción, los ojos de Cristo se volverán inevitablemente los nuestros. El Amor que Él siente por nosotros se volverá también el nuestro. Esto será lo único que veremos reflejado en el mundo, así como en nosotros mismos.

9. El mundo que una vez proclamó nuestros pecados se convierte ahora en la prueba de que somos incapaces de pecar. Y nuestro amor por todo aquel que contemplemos dará testimonio de que recordamos al santo Ser que no conoce el pecado, y que jamás podría concebir nada que no compartiese Su impecabilidad. Éste es el recuerdo que queremos evocar hoy cuando consagramos nuestras mentes a la práctica. No miramos ni hacia adelante ni hacia atrás. Miramos directamente al presente. Y depositamos nuestra fe en la experiencia que ahora pedimos. Nuestra impecabilidad no es sino la Voluntad de Dios. En este instante nuestra voluntad dispone lo mismo que la Suya.


~Lección 181 UCDM:
"Confío en mis hermanos, que son uno conmigo"

*Comentario:

A medida que entiendes tu función en este mundo, comprendes que nada de lo que te ocurre es una casualidad sino que es una oportunidad para trascender y sanar, toda la programación inconsciente del ego. 

Muchas veces en nuestra vida, hemos escuchado frases victimizando y echando las culpas a un Dios, por lo desgracias que son nuestras vidas... ¡¡Ohh Dios mío!! ¿Cómo has permitido que me pase esta situación tan horrible? ¿Si realmente fueras un Dios todopoderoso permitirias el sufrimiento del mundo? 

Frases como estas producen un efecto en nuestros pensamientos y luego pensamos que el mundo que creemos ver es la causa. Con el paso del tiempo, comprendes que no hay sufrimiento posible, y que si nos sentimos desgraciados o sentimos dolor, sufrimiento... es precisamente, en primer lugar porque hacemos un juicio, y en segundo lugar, porque lo que vemos es lo que queremos creer. Dicho de otro modo, no vemos los problemas desde la maestría, sino desde el victimismo y nos encanta regodearnos en el y que los demás se sientan culpables para conseguir algo a cambio, ese es el juego de la culpabilidad. 

Da igual el problema que sea, todo es una oportunidad para perdonar y para curar un pensamiento de ataque en nosotros mismos. Y otro factor importante en la sanación de nuestra mente, es que pensamos que el mundo externo debe ser como nosotros queremos que sea. Somos unos controladores de mierda, hay que decirlo así de claro, para que nos demos cuenta de una vez, que no tenemos ni idea de lo que es el mundo que vemos, ya que vemos desde nuestras creencias, nuestro mapa mental y nuestras perspectivas, percepciones e interpretaciones. No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos, y como somos es una copia de nuestro ambiente familiar, social, cultural... Nuestra vida es una constante proyección de nosotros mismos y no puede dolernos, ni hacernos sufrir nada que no esté en nuestra mente. Y si está en nuestra mente, es porque no soltamos las creencias asociadas a ese conflicto. 

Tom Carpenter, en su libro "El diálogo sobre el despertar", explica muy bien lo que nos quiere decir esta lección del Curso:

A medida que se sigue en este viaje llamado Despertar, hay tendencia a confundirse sobre el asunto de la responsabilidad. Debes tener en mente una imagen clara de qué es lo que tú has fabricado, frente al mundo Real, el mundo que es la extensión de la Mente de Dios. Tal y como te he dicho antes, acerca de cambiar de mentalidad y de percepción en cuanto a qué es lo que está pasando, puedes encontrar que te resulta extremadamente difícil hacerlo si tienes la impresión de que, cualquiera de las cosas que te pido que cambies, son cosas que están dentro del dominio de Dios. Así, te colocas entonces en una actitud donde sientes que no hay nada que realmente puedas hacer con ellas. 

Permíteme comenzar con esta ilustración: mira a tu alrededor y permite que tu atención abarque todas las cosas que puedas ver. Son cosas con forma. Y esta forma que estás experimentando a través de tus sentidos físicos es de tu creación. Los pensamientos y sentimientos que tienes sobre esas formas determinan totalmente lo que estas significan para ti, y a esto es a lo que me refiero cuando hablo de percepción. Tras esas formas, la esencia de ellas es la extensión de, la realidad de, la Mente de Dios. Y por eso es que puedo decirte que todo lo que se necesita hacer es cambiar esta percepción, permitirte a ti mismo alcanzar un discernimiento más exacto de la realidad de aquello que percibes. No te pido que deseches tu creación ni que la mires de alguna manera que la considere ilusoria, como algo a lo que le falta realidad. Hacia lo que intento dirigir tu atención es hacia un reconocimiento más claro, más verdadero, de aquello que estás percibiendo. Y es a la luz de ello que te pido que vayas más allá de la ilusión, que veas mediante tus ojos naturales, más allá de la percepción que está limitada por el miedo, la culpa y el juicio.

Como reflexión final os diré, que todo en este mundo ha sido divinamente planeado para la sanación de tu mente. Todos tus hermanos son el camino espiritual hacia la comprensión total de lo que somos. Y todo situación de estrés o de conflicto, nos ofrece una oportunidad única para sanar algún patrón inconsciente y dejemos de darle poder a lo que no lo tiene. Precisamente por eso La Mente de Dios, nos repite lecciones de sufrimiento y miedo hasta que las comprendemos. Comprender es por lo tanto, reconocer que ese sufrimiento no existía, mediante un cambio de percepción. Para ello, tenemos al Espíritu Santo que es el guía desde la percepción hasta el conocimiento. 

~Comentario: Edgar Doménech Macías.


~Vídeo de la lección: Arantxa Carrera Salas.

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