lunes, 2 de septiembre de 2019

T31. V. El concepto del yo frente al verdadero Ser


*T31. V. El concepto del yo frente al verdadero Ser*

1. Las  enseñanzas  del  mundo se  basan en un concepto del  yo que  se  ajusta  a  la  realidad mundana.  Y como  tal,  se  adapta  muy bien  a  ella. Pues  es  una  imagen que  encaja  perfectamente  en un mundo  de sombras  e  ilusiones. En él  se  encuentra  como  en su propia  casa,  y todo lo que  ve  es  uno con ella. El propósito  de  las  enseñanzas  del  mundo  es  que  cada  individuo  forje  un concepto de  sí  mismo. Éste  es su propósito:  que  vengas  sin un yo, y que  fabriques  uno a  medida  que  creces.  Y  cuando hayas alcanzado  la  "madurez",  lo habrás  perfeccionado,  para  así  poderte  enfrentar al  mundo en igualdad de  condiciones  y perfectamente  adaptado a  sus  exigencias. 

2.  Tú forjas  un concepto  de  ti  mismo, el  cual  no guarda  semejanza  alguna  contigo.  Es  un ídolo, concebido con  el  propósito  de  que  ocupe  el  lugar  de  tu realidad  como Hijo  de  Dios. El  concepto de ti  mismo  que  el  mundo  te  enseña  no es  lo que  aparenta  ser, pues  se  concibió  para  que  tuviera  dos propósitos, de  los  cuales  la  mente  sólo puede  reconocer  uno. El  primero presenta  la  cara  de inocencia,  el  aspecto con  el  que  se  actúa. Ésta  es  la  cara  que  sonríe  y es  amable, e  incluso parece amar. Busca  compañeros, contempla  a  veces  con piedad  a  los  que  sufren, y de  vez  en cuando  ofrece consuelo.  Cree  ser buena  dentro de  un mundo perverso. 

3. Este  aspecto  puede  disgustarse, pues  el  mundo es  perverso e  incapaz  de  proveer  el  amor  y el amparo que  la  inocencia  se  merece.  Por esa  razón, es  posible  hallar  este  rostro con  frecuencia arrasado  de  lágrimas  ante  las  injusticias  que  el  mundo comete  contra  los  que  quieren ser buenos  y generosos. Este  aspecto nunca  lanza  el  primer  ataque.  Pero cada  día,  cientos  de  incidentes  sin importancia  socavan  poco a  poco  su inocencia,  provocando su irritación,  e  induciéndolo  finalmente a  insultar y a  abusar descontroladamente. 

4. La  cara  de  inocencia  que  el  concepto de  uno mismo tan  orgullosamente  lleva  puesta, condona  el ataque  que  se  lleva  a  cabo en  defensa  propia,  pues, ¿no es  acaso un hecho  harto conocido que  el mundo  trata  ásperamente  a  la  inocencia  indefensa?  Nadie  que  forja  una  imagen  de  sí  mismo  omite esta  cara,  pues  tiene  necesidad  de  ella. Mas  no quiere  ver  el  otro  lado. Sin embargo,  es  ahí  donde  el aprendizaje  del  mundo tiene  puestas  sus  miras, pues  ahí  es  donde  se  establece  la  "realidad"  del mundo,  para  perpetuar la  continuidad del  ídolo.

5. Detrás de la cara de inocencia se encuentra una lección, para enseñar la cual se concibió el concepto del yo. Es una lección acerca de un terrible desplazamiento y de un miedo tan devastador que la cara sonriente que se encuentra encima tiene que mirar para siempre en otra dirección, no sea que perciba la traición que oculta. Esto es lo que la lección enseña: "Yo soy la cosa que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que Soy". El mundo sonríe con aprobación ante este concepto de ti mismo, pues garantiza que los senderos del mundo se mantengan a salvo y que los que caminan por ellos no puedan escapar. 

6. Ésta es la lección básica que garantiza que tu hermano estará condenado eternamente, pues lo que tú eres se ha vuelto ahora su pecado. Y para esto no hay perdón. No importa ya lo que él haga, pues tu dedo acusador apunta hacia él sin vacilación y con mortal puntería. Apunta también hacia ti, pero este hecho se mantiene aún más oculto entre las brumas que se encuentran tras la cara de inocencia. Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la obscuridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría. No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres. 

7. Los conceptos se aprenden. No son naturales, ni existen aparte del aprendizaje. No son algo que se te haya dado, de modo que tienen que haberse forjado. Ninguno de ellos es verdad, y muchos son el producto de imaginaciones febriles, que arden llenas de odio y de distorsiones nacidas del miedo. ¿Qué es un concepto, pues, sino un pensamiento al que su hacedor le otorga un significado especial? Los conceptos mantienen vigente el mundo. Mas no se pueden usar para demostrar que el mundo es real. Pues todos ellos se conciben dentro del mundo, nacen a su sombra, crecen amoldándose a sus costumbres y, finalmente, alcanzan la "madurez" de acuerdo con el pensar de éste. Son ideas de ídolos, coloreadas con los pinceles del mundo, los cuales no pueden pintar ni una sola imagen que represente la verdad.

8. La idea de un concepto del yo no tiene sentido, pues nadie aquí sabe cuál es el propósito de tal concepto, y, por lo tanto, no puede ni imaginarse lo que es. Todo aprendizaje que el mundo dirige, no obstante, comienza y finaliza con el solo propósito de que aprendas este concepto de ti mismo, de forma que elijas acatar las leyes de este mundo y nunca te aventures más allá de sus sendas ni te des cuenta de cómo te consideras a ti mismo. Ahora el Espíritu Santo tiene que encontrar un modo de ayudarte a comprender que el concepto de ti mismo que has forjado tiene que ser des-hecho si es que has de gozar de paz interior. Y no se puede desaprender, excepto por medio de lecciones cuyo objetivo sea enseñarte que tú eres otra cosa. Pues de lo contrario, se te estaría pidiendo que intercambiases lo que ahora crees por la pérdida total de tu ser, lo cual te infundiría aún mayor terror. 

9. Por tal razón, las lecciones del Espíritu Santo están diseñadas de manera que cada paso sea fácil, y aunque a veces puede producirse cierta incomodidad y angustia, ello no afecta lo que se ha aprendido, sino que constituye una re-interpretación de lo que parecen ser las pruebas a su favor. Consideremos, pues, qué prueba hay de que tú seas lo que tu hermano hizo de ti. Pues si bien aún no te das cuenta de que eso es lo que piensas, es indudable que a estas alturas ya eres consciente de que te comportas como si eso fuese lo que piensas. ¿Reacciona él por ti? ¿Y sabe él acaso lo que va a ocurrir exactamente? ¿Puede ver tu futuro y determinar por adelantado lo que debes hacer en toda circunstancia? Él tendría que haberte creado tanto a ti como al mundo para poder tener tal presciencia de lo que ha de suceder. 

10. Que tú seas lo que tu hermano ha hecho de ti es bastante improbable. Incluso si ello fuese cierto, ¿quién te dio la cara de inocencia? ¿Podría ser ésta tu propia aportación? ¿Quién es, entonces, el "tú" que la concibió? ¿Y quién es el que se engaña con toda tu bondad, y la ataca? Olvidémonos de la ridiculez de este concepto y pensemos simplemente en esto: lo que crees ser consta de dos partes. Si una de ellas fue generada por tu hermano, ¿quién estaba allí para inventar la otra? ¿Y de quién hay que mantener algo oculto? Aun si el mundo fuese perverso no habría necesidad de ocultar aquello de  lo que  estás  hecho.  ¿Quién lo  podría  ver?  ¿Y  qué  podría  necesitar defensa  sino lo que  se ataca? 

11.  Tal  vez  la  razón  de  que  este  concepto  tenga  que  mantenerse  oculto es  que, de  ser expuesto  a  la luz,  el  que  pensaría  que  no es  verdad eres  tú.  ¿Y  qué  le  ocurriría  al  mundo que  ves  si  todos  sus pilares  se  eliminasen?  Tu  concepto  del  mundo depende  del  concepto que  tienes  de  ti  mismo.  Y ambos  desaparecerían si  cualquiera  de  ellos  se  pusiese  en duda. El  Espíritu Santo no quiere precipitarte  al  pánico. Por lo tanto, lo único  que  te  pide  es  que  por lo menos  estés  dispuesto  a plantearte  una  simple  pregunta. 

12. Hay alternativas  con respecto a  eso que  crees  ser. Podrías, por ejemplo,  ser lo que  has  elegido que  tu hermano  sea. Esto ubica  al  concepto  del  yo más  allá  de  una  condición de  ser algo completamente  pasivo, y,  por lo menos, allana  el  camino para  que  se  pueda  tomar una  decisión consciente,  y para  reconocer -aunque  sea  parcialmente- que  tuvo que  haber  tenido  lugar alguna interacción. Se  entiende  en parte  que  tú elegiste  por los  dos, y que  lo que  él  representa  tiene  el significado que  tú le  diste. Ello muestra  también  algunos  atisbos  de  visión  con respecto  a  la  ley de la  percepción según la  cual  lo que  se  ve  refleja  el  estado  mental  del  perceptor. Mas  ¿quién  eligió primero?  Si  tú eres  aquello que  elegiste  que  tu hermano fuese, tuvo  que  haber  alternativas  entre  las que  elegir,  y alguien tuvo que  haber decidido primero cuál  de  ellas  elegir y cuál  rechazar. 

13. Si  bien  este  paso representa  un avance, no se  aproxima  aún  a  la  cuestión básica.  Algo tuvo  que haber  tenido  lugar antes  de  que  surgieran  estos  conceptos  de  uno mismo.  Y  algo tuvo  que  haber aprendido las  enseñanzas  que  los  originó.  Esto no lo  puede  explicar ninguno  de  los  dos  puntos  de vista  en cuestión.  La  ventaja  principal  de  haber pasado del  primer  punto de  vista  al  segundo es  que de  alguna  manera  se  ve  que  tú participaste  en la  elección  por decisión  propia. Mas  por esta  ganancia sufres  una  pérdida  casi  idéntica, pues  ahora  tú eres  culpable  por lo que  tu hermano es.  Y  no puedes sino compartir  su culpabilidad,  ya  que  la  elegiste  para  él  a  imagen  y semejanza  de  la  tuya  propia. Mientras  que  antes  sólo  él  era  el  traidor, ahora  tú tienes  que  ser condenado  junto  con él. 

14. El  concepto del  yo ha  sido siempre  la  gran  preocupación  del  mundo.  Y  cada  individuo cree  que tiene  que  encontrar  la  solución  al  enigma  de  lo que  él  es. La  salvación  se  puede  considerar  como el escape  de  todos  los  conceptos. No se  ocupa  en absoluto  del  contenido  de  la  mente,  sino del  simple hecho  de  que  ésta  piensa.  Y  aquello que  puede  pensar tiene  alternativas  entre  las  que  elegir,  y se  le puede  mostrar los  pensamientos  que  conllevan diferentes  consecuencias.  Así  puede  aprender  que todo  lo que  piensa  refleja  la  profunda  confusión que  siente  con  respecto a  cómo fue  concebida  y a  lo que  es.  Y  el  concepto  del  yo vagamente  parece  contestar lo que  no sabe. 

15. No busques  tu Ser en símbolos. No hay concepto que  pueda  representar lo  que  eres. ¿Qué importa  qué  concepto  aceptes  mientras  percibas  un yo que  se  relaciona  con el  mal  y que  reacciona ante  cosas  perversas?  Pues  en tal  caso, tu  concepto  de  ti  mismo seguirá  desprovisto de  significado. Y no te  percatarás  de  que  sólo  te  relacionas  contigo  mismo. Ser testigo de  un mundo  culpable  indica que  el  mundo ha  guiado tu  aprendizaje  y que  lo consideras  tal  como te  consideras  a  ti  mismo.  El concepto del  yo abarca  todo lo  que  contemplas, y nada  está  excluido de  esa  percepción. Si  algo  te puede  herir,  lo que  estás  viendo  es  una  representación  de  tus  deseos  secretos. Eso es  todo.  Y  lo que ves  en cualquier  clase  de  sufrimiento que  padezcas  es  tu  propio deseo oculto  de  matar. 

16. Son muchos  los  conceptos  de  ti  mismo  que  forjarás  según progreses  en tu  aprendizaje.  Cada  uno producirá  cambios  que  se  verán  reflejados  en tus  relaciones, conforme  la  percepción que  tienes  de  ti mismo  vaya  cambiando.  Y  cada  vez  que  tenga  lugar un cambio  se  producirá  en  ti  cierta  confusión, mas  siéntete  agradecido de  que  el  aprendizaje  del  mundo vaya  soltando la  presa  que  había  hecho  en tu  mente.  Descansa  seguro y contento  en la  confianza  de  que  finalmente  desaparecerá  por completo y dejará  a  tu mente  en paz.  El  papel  de  acusador se  presentará  en muchos  sitios  y de  muchas maneras.  Y  en cada  caso parecerá  acusarte. Mas  no temas  que  no vaya  a  ser erradicado. 

17. El  mundo no puede  hacer  que  aprendas  estas  imágenes  de  ti  mismo a  no ser que  tú  desees aprenderlas. Llegará  un momento  en que  todas  desaparecerán, y te  darás  cuenta  de  que  no sabes  lo que eres. A esta mente abierta y receptiva es a la que la verdad retorna, sin impedimentos ni limitaciones. Allí donde todos los conceptos del yo han sido abandonados, la verdad se revela tal como es. Cuando todo concepto haya sido cuestionado y puesto en tela de juicio, y se haya reconocido que está basado en suposiciones que se desvanecerían ante la luz, la verdad quedará entonces libre para entrar a su santuario, limpio y despejado ahora de toda culpa. No hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta: No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo. Sin embargo, con esta lección nace la salvación. Y lo que tú eres te hablará de Sí Mismo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres que te resuelva cualquier pregunta no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de e-mail, estaré encantado de ayudarte: edgardomenechcoach@hotmail.com
También puedes buscarme en Facebook como Edgar Doménech Macías.